MARTES 21 DE NOVIEMBRE DE 2000

 


Ť José Cueli Ť

A bailar la Jota

Raúl Gracia El Tato no llegó vestido de luces a la Plaza México, sino de aragonés típico. Terco, se impuso a la lluvia, al ruedo lodoso, al torito inválido de San Lucas, y al público, fastidiado de tres horas en el coso, y terminó en triunfo. Con todo y su gorra típica, más grande que su capote, el traje de señorito, botas y pantalón largo y un moquerro que le asomaba tres picos por el ventano. Hasta tirantes llevaba y ligas. Había que mirarlo con esa tenacidad hacia los adentros, en buen tajo, calzón y faja y pañuelo añadido sobre la oreja, la chaquetilla al brazo y las alpargatas flojas que volaron sobre el redondel, las medias rosa mexicano y el palo, por lo que se ofreciera y se le ofreció para sacudirle la ternera a sus inválidos novillines que acabaron bailando la jota con él.

El Tato, baturro, salió con atributos cual si fuera Goya "šasí de presumido y qué!". Dándoselas de figura de la torería y enseñando las garras. Esas garras que le dieron a su toreo lo violento y agarroso de su Aragón. Garras tan gordas como su capote y muleta con las que toreó, así de recio y bien plantado, al grado de contagiar a Alfredo Gutiérrez que, ya en la tenacidad aragonesa acabó por triunfar a su vez. Of course, el rejoneador mediterráneo Andy Cartagena no estaba para tozudeces y se fue a buscar cante jondo sin matar a su último toro después de repetir su actuación anterior, de mucho espectáculo y poco toreo.

Sí, El Tato salió a la México a mostrar en su quehacer las costumbres aragonesas y bajo el milagro de su terquedad y la ropa de antaño. Lo baturro iba en su ser y en el ruedo que pisaba. "šAnda, torito! Cacho de melón, anda rízate de melón y ponte la levita en el morrillo de luto. Los guantes en los pitones y ya verás que en las barreras nos aguardan cinco guapas con los ojos en blanco, listas para dejarse convencer y bailar La Jota... Agarradas de nuestra gorras toreras".

Como ese Jaime de Los Martínez del domingo 19, temple acariciador, largura y fijeza. Meceo que no recibió de un Mariano sobrado, pero ventajista, que le impidió redondear la faena que demandaba este espléndido novillín, basada en el temple, esencia del toreo a la mexicana šA bailar La Jota se ha dicho, hasta morir!