LUNES 27 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Una de las tentaciones de Vicente Fox sería aplicar mano dura, dice experto
Coctel perverso, combatir el hampa con nuevo autoritarismo: Bailey
Ť Los capos de la droga van a buscar las debilidades del nuevo sistema, afirma el especialista
Ť El sistema del crimen organizado es llamado a respaldar a la oligarquía: ex agente de la FBI
Arturo Cano Ť ƑUna tentación autoritaria de nuevo tipo en el gobierno de Vicente Fox para mostrar a la sociedad que sí combate el crimen? Sería "un coctel perverso", dice el profesor John Bailey, director del Proyecto México de la Universidad de Georgetown.
Durante las pasadas campañas electorales, el principal reclamo ciudadano fue poner fin al clima de violencia e inseguridad pública que disparó los índices de criminalidad a lo largo del sexenio que finaliza.
De ahí que una de las "tentaciones" del nuevo gobierno podría ser una política de "mano dura", que comenzaría en el combate a la delincuencia sólo para extenderse a otras esferas de la vida política. "Ahí sí veo un peligro", dice Bailey.
El "coctel perverso" sería un trato y castigos más duros a los supuestos criminales, sin el fortalecimiento de los aparatos de inteligencia contra el crimen, de ministerios públicos y peritos entrenados y capaces, ni de un sistema de justicia eficiente. Si no hay un equilibrio entre estos factores, afirma Bailey, la "mano dura" se traduciría en un "endurecimiento de la opinión política y cierta rigidez en la vida política". Como en Guatemala.
De visita en México para promover el libro Crimen organizado y gobernabilidad democrática, editado por Grijalbo (del cual es editor con Roy Godson, director del Centro Nacional de Información de Estrategia en Washington), Bailey afirma que el nuevo gobierno puede dar señales claras a la sociedad de que "se va por un buen camino" en la transformación de las policías y del aparato de justicia, "sin caer en arrestos sensacionalistas ni en procesos tipo Hollywood".
Uno de los límites, admite Bailey, es que en este tema, la agenda de Vicente Fox podría estar marcada por las elecciones intermedias del año 2003, más que por la necesidad de transformaciones de fondo.
Con todo, el profesor Bailey duda que una política de "mano dura" pudiera poner en riesgo la transición mexicana: "Habrá que ver la dimensión de las acciones, pero dudo mucho que ese tipo de política pueda revertir una transición democrática en marcha. Puede ser que este tipo de endurecimiento afecte la transición, pero no la va revertir".
Crimen fragmentado
En el libro citado, los editores proponen para México cuatro "imágenes de los nexos político-criminales" a saber: corrupción contenida, centralizado sistémico (formal), centralizado sistémico (formal y fantasma) y fragmentado competitivo.
Luego, ellos mismos analizan los textos de diversos especialistas a la luz de esos modelos. La mayor parte de los trabajos concluyen que la imagen que mejor se ajusta al México actual es la de "fragmentado competitivo".
Este esquema supone un control central débil e inefectivo y rencillas dentro de la burocracia, además de una efectividad variable en la procuración de justicia de parte de la policía y los militares. También supone que el crimen organizado es disperso, fragmentado, competitivo, y variablemente subordinado a un superior. En esta caracterización, el alcance de la actividad criminal es trasnacional, centrado en la procuración de justicia con participación esporádica de otros agentes sociales.
"Si el gobierno entrante pone más énfasis a la descentralización, más poderes y más funciones a los gobiernos estatales y locales, vamos a ver una continuación de la imagen cuatro: una cooperación político-criminal segmentada, fragmentada y oportunista a distintos niveles".
Las vacas quieren ser toros
Entrevistado junto con Bailey, el ex agente de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) Stanley A. Pimentel, ha descrito en diversos trabajos los nexos entre la política y el crimen organizado en México.
En uno de sus textos se lee: "En este modelo, el sistema de crimen organizado es llamado a respaldar a la oligarquía. El control y la iniciación vienen desde arriba, desde quienes ostentan el denominado poder legítimo y sus agentes de control social. Los capos de la droga, como buenas vacas lecheras, son protegidos, se les ordeña, y cuando ya no sirven, se les mete a la cárcel o se les manda a la carnicería".
-El cambio de régimen, el fin del control centralizado, Ƒno hace que las vacas quieran ser toros? -se pregunta a Pimentel, coautor del libro citado.
-En otros países hemos visto que esas vacas han intentado volverse toros, para meterse al nuevo sistema. Y aquí van a buscar las debilidades del nuevo sistema y eso lo debe enfrentar el futuro gobierno para tratar de llenar los huecos donde haya debilidades. Cuando entra una administración, los criminales empiezan a actuar como un globo con fugas: usted aprieta aquí y salen por otro lado.
-Este modelo que usted dibujaba con las "vacas lecheras", Ƒpuede reproducirse en un nuevo régimen bajo otro rostro?
-Aún quedan fragmentos de aquellos controles. Pero creo que no existe un grupo que pudiera controlar todo el país. Aunque en algunas regiones, estados o ciudades sí. Hoy en día sería muy difícil un control nacional. La gente está mucho más informada, los medios de comunicación tienen mucho más poder del que tenían hace cinco años.
John Bailey disiente parcialmente: "Si de un lado hay dinero y del otro poder, no hay manera de separarlos, es casi una ley de la física. La paradoja de la democratización es que con la descentralización, con partidos y elecciones más competitivas, es posible que entre dinero de todas las fuentes a la política, y seguro va a entrar dinero del crimen organizado, y ese dinero va a enco ntrar aliados en muchos partidos, no en uno solo. Corresponde a nuestra imagen cuatro: dispersión, fragmentación y cierta competencia entre los grupos. Más un nexo entre crimen organizado y políticos a nivel regional, estatal, municipal, y menos ese viejo sistema de poder centralizado y una conexión a nivel nacional. Es de esperar".
La guerra que viene
Con 29 años en la FBI, cinco de ellos en la embajada de Estados Unidos en México, Pimentel traza el escenario por venir: "Van a tener pérdidas en ambos lados (el gobierno y los criminales), como sucede cuando uno empieza a machucar, a investigar y poner en la cárcel a los delincuentes. Va a haber reacciones".
Tales pérdidas, afirma, ya han comenzado, y por eso en los últimos años las corporaciones policiacas han sufrido bajas de agentes y comandantes a manos del crimen organizado.
Pese a los costos de la guerra, Pimentel tampoco es partidario de la "mano dura": "Hay que tenerla cuando es necesario, pero debe buscarse una forma intermedia: que no se violen los derechos humanos, pero tampoco las leyes".
La agenda del nuevo gobierno en materia de combate al crimen está en las preocupaciones de ambos especialistas.
La primera tarea de Fox, sostiene Pimentel, debería ser "terminar completamente con la impunidad. No importa si tú eres el cardenal, un senador o un pobre diablo que limpia las botas aquí en la esquina, la misma pena se debe aplicar para todos".
Luego, dice que Fox y su equipo deberían renunciar de entrada a la idea de "reiventar la rueda", porque los cambios, por drásticos que sean, deberán hacerse con el personal y los recursos que existen actualmente. "Y tendrán que rendir cuentas pronto, pues si dentro de unos meses el nuevo procurador no ha tomado ciertas medidas para combatir el crimen organizado, está perdido. La PGR, por ejemplo, tiene más de 10 mil órdenes de aprehensión sin ejecutar. Si no actúan frente a situaciones así, adiós".
Una separación "artificial"
Los crímenes relacionados con el narco y la migración son los que más afectan ambos lados de la frontera. Y en esa región se expresa, según Bailey, el "desfase" entre los sistemas de México y Estados Unidos. Narcotráfico y migración son, para las leyes mexicanas, asuntos de competencia federal, en tanto que en Estados Unidos pueden ser atendidos por las autoridades como asuntos de seguridad pública local.
"La separación de esos fenómenos con respecto a otros me parece algo artificial".
El nombramiento del ex gobernador Ernesto Ruffo como "zar de la frontera" y el anuncio de que no tendrá nada que ver con migración ni con narcotráfico es a los ojos de Bailey una prolongación de esa separación "artificial".
"Uno de los estudios que hicimos recomienda que debe haber una flexibilización para ver al narcotráfico como un problema de seguridad pública y no nacional, para darle competencia en su combate a los funcionarios estatales y locales".
Ahí encajaría justamente la idea de descentralizar, que ha sido una de las promesas del presidente electo.
-Sin embargo, si tenemos un crimen organizado segmentado, fragmentado, Ƒla descentralización no equivaldría a crearle más puertas más fáciles de abrir con dinero?
-No hay soluciones fáciles. México sigue con sus instituciones centralistas. Veo un desfase de una descentralización del poder político con la centralización de la autoridad. Es una paradoja. Que mientras se avanza en una descentralización, surge como opción la creación de una policía nacional fuerte -afirma Bailey.
-La descentralización en otras áreas parece haber creado más problemas de los que los estados pueden resolver.
-Son las primeras etapas de la transición. El centro da más funciones y debiera dar más apoyos. Si no es echar el niño al agua a ver si nada o se ahoga.
Con todo, Bailey afirma que hay motivos para el optimismo.
"Desde los 80 ha empeorado mucho la situación de seguridad pública en todo el mundo. América Latina es la región más impactada, y aquí vemos una situación de desigualdad en la distribución del ingreso y de una transición económica y política. Los estudios nos indican que México sí tiene problemas, pero no al mismo nivel de otros países. Brasil anda en una situación tremenda. Guatemala, horrible. El Salvador no sé si es peor. Y Colombia..."
Hay lugar para el optimismo, insiste Bailey. En los próximos años, agrega, veremos la formación de una cultura de respeto a la ley, de instituciones y, "lo más importante", el despertar de la sociedad civil y su involucramiento en la atención al problema de seguridad pública, porque "una policía que no cuenta con el respaldo fuerte de la sociedad civil es débil o es peligrosa".