Ť Rock al estilo nipón
Musashi, del soft al heavy sin sobresalto
Jaime Whaley Ť El amplio espacio del 21, usualmente ocupado por cientos de bailarines durante las presentaciones sabatinas de los grupos salseros, se vio apenas concurrido en la única presentación que ahí ofrecieron los roqueros japoneses del Musashi.
Sin embargo, aquellos que por discriminación o simplemente por ignorancia no pasaron lista de presentes se perdieron de una aceptable muestra en cuanto a fusiones melódicas se refiere.
Los siete músicos nipones integran una bandita de avante garde, son buenos intérpretes de sus instrumentos, guitarras y bajos eléctricos, la bachaca y desde luego, no podía faltar, viniendo de donde vienen, el sintetizador.
Su rock va del soft al tono heavy sin gran sobresalto. Los contados asistentes, algunos miembros de la colonia japonesa aquí radicada y uno que otro darkie perdido, que por ahí se dejó caer, lo disfrutaron. Los japoneses bailaron exultantes. Brincotearon y celebraron cualquier ocurrencia que desde el estrado les lanzaban, claro que en su lengua, y con actitudes occidentales festejaban el momento.
Yeah, yeah y uuuus, prolongadísimos, fueron las vivas señales de la aceptación a lo largo de los 90 minutos que les duró el desmadrito
Pero Musashi tiene una particularidad y es que combinan los instrumentos ya arriba apuntados con otros nativos de la Tierra del Sol Naciente como son el wadaiko, un tambor de sonido monumental, el shamigen, un tipo de guitarra y el sakuhachi, un instumento de aire, una flauta, pues.
El nin yo y el ga gaki se funden, a veces, con el rock post beatleniano, el efecto es de estruendo, pero con gran sentido del ritmo. Además de sensibilidad, tocar el wadaiko requiere de condición. Como ágil guerrero, el ejecutante golpea los parches del instrumento en forma de barril con un diámetro de poco más de un metro. ¿Gene Krupa del Lejano Oriente? Brazos y en este caso piernas, se mueven como molinos en el concierto por pocos comprendido.