MIERCOLES 29 DE NOVIEMBRE DE 2000

 


Ť Alejandro Nadal Ť

Para ir a ningún lado... rápido

El programa económico del nuevo gobierno confirma que buscará alcanzar un superávit fiscal en el año 2002. Esta meta se ha convertido en una obsesión del ideario neoliberal porque se le considera indispensable para reducir las tasas de interés.

El punto de partida de este razonamiento es que si el gobierno incurre en un déficit tiene que buscar préstamos para financiarlo. El gobierno compite así con los agentes privados en el mercado de capital y su demanda de préstamos presiona las tasas de interés al alza, con todas sus secuelas negativas (crédito caro para inversión productiva, menor crecimiento y desempleo). La desaceleración de la economía reduce más los ingresos fiscales y aumenta el déficit, provocando una mayor demanda de préstamos con lo que se cierra un círculo vicioso.

Es cierto que un déficit desmesurado en las finanzas públicas es un factor que incide negativamente sobre las tasas de interés. En la década de los ochenta, el déficit fiscal era muy elevado (14 por ciento del PIB) y su financiamiento presionaba la tasa de interés al alza.

Pero en los últimos años, el déficit fiscal en México se ha reducido de manera notable, y en la actualidad apenas representa 1 por ciento del producto interno bruto. Por cierto que esa reducción del déficit fiscal es resultado de un recorte irracional del gasto público, no de un incremento sano en los ingresos fiscales. Ese recorte sistemático ha profundizado el rezago en rubros clave como salud, educación, vivienda, ciencia y tecnología e infraestructura. Pero en el ideario neoliberal lo que importa es reducir el déficit fiscal.

La caída del déficit hace que la presión ejercida sobre el mercado de capital por las necesidades de financiamiento del sector público sea reducida. Sin embargo, las tasas nominales no han disminuido y la tasa real (tasa nominal menos tasa de inflación) es hoy en día una de las más elevadas.

ƑPor qué permanecen altas las tasas de interés, a pesar del reducido déficit fiscal? En primer lugar, porque prevalece una política monetaria restrictiva que frena la demanda agregada buscando alcanzar el nivel de inflación existente en Estados Unidos (2-3 por ciento) para el 2003. El retiro de circulante que diariamente aplica el Banco de México a través de sus cortos, es manifestación de esta política monetaria y busca precisamente aumentar el costo del crédito.

En segundo lugar, porque el sistema bancario sigue sin mejorar su productividad. Por eso los bancos mantienen un elevado margen de intermediación financiera (diferencia entre tasas pasivas y activas), encareciendo todavía más el costo del crédito hasta hacerlo prohibitivo. Por eso no sorprende que el crédito a las empresas haya descendido en más de 70 por ciento durante el sexenio que termina.

Esta ineficiencia es testimonio del fracaso de la reforma privatizadora del sector bancario emprendida en el sexenio de Salinas de Gortari. Es también muestra del fracaso del rescate bancario operado a través del Fobaproa por el gobierno de Zedillo.

El tercer factor explicativo está relacionado con el movimiento de capitales. Si se produce una salida de capitales, la compra de dólares provoca una depreciación del tipo de cambio y eso genera presiones inflacionarias. Para evitarlo, el banco central eleva la tasa de interés buscando arraigar los capitales en el espacio económico mexicano. Pero eso acaba por distorsionar el papel de la tasa de interés al subordinarla a las necesidades de una política cambiaria obsesionada por el uso del tipo de cambio como ancla antiinflacionaria.

La interdependencia de los mercados financieros en el plano internacional complica lo anterior por la competencia con otras plazas financieras, que también buscan mantener tasas de interés atractivas para inversiones de corto plazo. Los aumentos de tasas de interés decretados por la Reserva Federal en Estados Unidos son un ejemplo de lo anterior.

Por todo ello, aun si se logra alcanzar un superávit fiscal en el gobierno de Vicente Fox, las tasas de interés permanecerán elevadas y no habrá crédito suficiente para la inversión productiva. En el caso de los grandes grupos corporativos y empresas trasnacionales, el problema no es insuperable porque podrán seguir obteniendo crédito en el exterior. Sin embargo, para las medianas y pequeñas empresas la situación seguirá siendo difícil mientras se pierden en la sequía crediticia.

Para corregir este sombrío panorama se necesitan cambios importantes en la concepción de las políticas monetaria y fiscal. El programa económico del nuevo gobierno no pretende hacer esos cambios. Por eso no irá a ningún lado.