MIERCOLES 29 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť Dos goles de Palermo sepultaron al Real Madrid
Boca Juniors ganó la Copa Intercontinental
Ť Tras seis años de triunfos europeos, el club argentino devolvió el trofeo a Sudámerica
Agencias, Tokio, 28 de noviembre Ť Con dos apariciones fulminantes de Martín Palermo en los primeros cinco minutos del partido y un orden táctico envidiable, Boca Juniors superó al Real Madrid por 2-1. La escuadra argentina se quedó por segunda vez en su historia con la Copa Intercontinental y le devolvió a América el trofeo después de seis años.
El partido disputado en Tokio fue prácticamente definido con esos dos tantos de Palermo, ya que si bien el brasileño Roberto Carlos descontó al minuto 11, el Real Madrid nunca pudo cambiar la historia ante un Boca disciplinado para mantener la ventaja.
Esa ráfaga impresionante marcó el partido. el de Argentina había arrancado en una postura netamente ofensiva, y a los dos minutos una electrizante corrida de Delgado por izquierda (en posición dudosa) terminó en un centro que Martín Palermo empalmó a la carrera y desde el punto del penal al fondo del arco.
Si el famoso gol desde el vestuario era soñado por cualquier hincha como para empezar el partido de manera ideal, ni si quiera el más optimista imaginó que a los cinco minutos se iba a quedar afónico al gritar el segundo. Pelotazo exquisito de Riquelme para la corrida del teñido goleador, que sacó el latigazo de zurda al entrar al área grande para estampar el 2-0.
En ese instante se produjo el segundo estallido simultáneo en Tokio y toda la Argentina.
A partir de ahí empezó otro partido. Porque a Boca la realidad le afirmó el planteo que había diagramado Bianchi: esperar lejos de Córdoba y herir de contra. Claro que con la desventaja al Real Madrid no le quedó otra que despertarse.
Y el abanderado fue Roberto Carlos. El brasileño representó una pesadilla por la izquierda y arrastró a todo su equipo. Primero avisó a los nueve al romper el travesaño, y un par de minutos después aprovechó un despeje corto de Ibarra, para acomodarse en el área y sacar un zurdazo de cachetada que se metió en el ángulo derecho de Córdoba.
En el segundo tiempo los roles se definieron desde el comienzo. Bianchi hizo retrasar a sus hombres un poco más y le cedió toda la iniciativa a los merengues. El equipo español buscó con todas las variantes.
Con Helguera, con el inglés McManaman, con Geremi por derecha y con Figo por todos lados. Pero nunca tuvo la claridad necesaria como para crearle peligro serio a la defensa de Boca y mucho menos al a veces dubitativo Córdoba.
Para colmo, Guti y la estrella de Raúl estuvieron apagados sin aviso, por lo que remontar el resultado pareció más una utopía que un objetivo al alcance de la mano. El ingreso de Savio le dio más pimienta al ataque -Ibarra puede dar fe- pero no la suficiente como para torcer el rumbo.
A medida que pasaron los minutos la desesperación comenzó a crecer en el Real Madrid. Los jugadores empezaron a culpar más al árbitro que a sus propias limitaciones para generar futbol. Y los minutos corrían, y Riquelme se agrandaba pidiendo todas las pelotas, y Delgado las seguía corriendo.
Y se hacía el socio ideal. Mientras, Bermúdez, Serna y Battaglia se bancaban todos los embates. Con algún susto, pero a pie firme.
Hasta que el colombiano Ruiz pitó el final. Y entonces sí, las bocinas y los petardos, los gritos y las lágrimas cruzaron en un segundo desde Tokio hasta la Argentina. Y todo se pintó de azul y amarillo. Y festejaron.
Se abrazaron como nunca. Con los sueños y con la realidad de sentirse por segunda vez en su historia campeones intercontinentales. Igual que un señor llamado Carlos Bianchi, que desde hace rato tiene un pacto de sangre firmado con el éxito.
De la Rúa encabezó el festejo
El festejo en Argentina por el título la encabezó el mismo presidente Fernando de la Rúa, fanático número uno de Boca Juniors. "Quiero expresar la emoción que siento y sienten miles de argentinos; hoy es un día de fiesta para todos", dijo.
Diego Maradona, por su parte, comentó: "Boca es más en todos lados y lo demostró en Tokio. Su triunfo ha sido una gran alegría para todos nosotros".
Pero la felicidad por la coronación del club argentino trascendió más allá de sus fronteras. El mandatario de Colombia, Andrés Pastrana, dijo hoy que su país sintió como "propio" el triunfo en la Intercontinental, gracias al aporte de tres colombianos: Oscar Córdoba, Jorge Bermúdez y Mauricio Serna.
Los astros fueron pilares en la victoria sobre el Real Madrid, quienes también fueron campeones con Boca Juniors en la Apertura de 1998, en la Clausura de 1999 y en la Copa Libertadores del 2000.