JUEVES 30 DE NOVIEMBRE DE 2000
Ť LA MUESTRA
Baño
La escena inicial de Baño (Xizhao), de Yang Zhang, es un comentario humorístico sobre la pérdida de las tradiciones en una sociedad comunista china en vías de modernización. Un hombre de negocios penetra en un vestidor, se despoja de sus ropas como si se preparara para una revisión médica; luego pasa a otro cuarto donde un sistema personalizado de duchas se encargará de bañarlo y acicalarlo. Este preámbulo será un toque de ironía y de contraste con el resto de la acción que transcurrirá en un sitio distinto, en un baño público tradicional al que sus clientes, en su mayoría ancianos, han convertido en centro de recreación y refugio. Un lugar donde las atracciones principales son escenificar peleas de grillos (''alimentados con esteroides"), tomar té y organizar partidas de ajedrez. A este mundo presidido por el maestro Liu y su hijo Er Ming, un joven con discapacitación mental, llega el hijo pródigo Dan Ming, exitoso hombre de negocios, alarmado por haber supuesto erróneamente que su padre se encontraba en peligro.
La cinta de Zhang sorprende por la sencillez de su trama y la manera fina en que presenta y maneja sus situaciones humorísticas. El choque generacional entre el maestro Liu y su hijo de holgada situación económica, entre la tradición patriarcal y la irresistible modernidad urbana, remite en parte al tipo de comedia doméstica taiwanesa de Ang Lee (Comer, beber y amar), o a similares contrastes generacionales en el cine japonés, desde Ozu hasta Juzo Itami. Hace pensar en todo eso más que en otras obras del propio cine chino continental, donde la reflexión histórica y el drama persisten como constantes más reconocibles.
La crónica de la vida en el interior del baño público es aquí todo un acierto, con momentos pintorescos muy divertidos, como el ritual en el que un joven robusto canta infatigablemente O sole mio bajo la ducha. Otros episodios amenos incluyen las disputas de ancianos por saber qué grillo es ganador en las peleas y por medio de qué trampas. En paralelo a este despliegue de anécdotas se desarrolla la historia de la recuperación que Da Ming, hombre de negocios, hace de su propia familia, por tanto tiempo olvidada. Este proceso de recuperación no es fácil. Cuando en una escena el joven pierde de vista a su hermano discapacitado y éste se extravía, surge para el padre la ocasión de externar sus reproches por el alejamiento de su hijo, por su rechazo de las tradiciones y por su elección de un estilo de vida opuesto al del universo doméstico del baño público.
Resulta novedosa la exploración que Zhan y sus guionistas hacen de la cotidianidad en Beijing, y aunque es moderado y convencional el cuestionamiento a la modernización inmobiliaria que amenaza con arrasar el barrio donde se ubica el baño, lo esencial es el análisis de comportamientos y actitudes de quienes transitan por ese lugar y el modo en que el realizador convierte el espacio en microcosmos de la sociedad china actual. El baño público presentado es también el territorio donde se intenta preservar la unidad y el equilibrio familiares. Otro tema en la historia que narra Zhang es la mirada a la tercera edad, al papel que desempeñan o dejan de jugar los ancianos en una sociedad dividida entre el afán modernista y la defensa de las tradiciones. Baño es una cinta emotiva, enriquecida con un estupendo conjunto de actuaciones y momentos humorísticos muy afortunados, como el concurso de talentos donde se afianza la amistad entre el joven discapacitado y su camarada amante del bel canto. Una cinta sobre la tradición y la familia, libre de arrobos sentimentales y afanes didácticos. Buen ejemplo de la calidad del cine popular chino.
Esta cinta se exhibe hoy en Cinemex Casa de Arte Masaryk.
Ť Carlos Bonfil Ť