VIERNES 1o. DE DICIEMBRE DE 2000
Ť Deja el análisis del documento al nuevo Presidente de la República
Presentará declaración patrimonial la próxima semana
Rosa Elvira Vargas Ť Ultimo encuentro con la fuente. En la apretada agenda del último día de su mandato, Ernesto Zedillo departió una hora con los reporteros que cubrieron sus actividades presidenciales. Y dio nota.
Indicó que la próxima semana entregará su declaración patrimonial de bienes -para lo cual la ley le concede un máximo de un mes- y que si bien pudo haber cumplido con el requisito antes de la conclusión de su gobierno, prefirió esperar para que sea la administración de Vicente Fox la encargada de su análisis.
Fue un encuentro de viejos conocidos que se interesaban mutuamente por cosas y temas que no tuvieron tiempo u oportunidad de comentar; que se decían otras sólo para constatar lo sabido y donde Zedillo chanceó muy a su estilo.
Lucía relajado, diríase que contento, aunque con pocas horas de sueño en los últimos días, "porque luego del viaje a Singapur no he podido retomar el horario y apenas duermo unas cinco horas diarias".
Hoy viernes, una vez que entregue la banda presidencial, partirá de inmediato con su familia a pasar el fin de semana en una playa nacional. No quiso precisar cuál, "para que no se molesten".
Eso sí, insistió en que seguirá viviendo en México pues invirtió todos sus ahorros en la casa que ya habita en el Pedregal y quiere disfrutarla. "Pero una condición que he puesto para cualquier empleo que me ofrezcan ahora es que me paguen más de lo que gané como salario en la Presidencia".
Una copa de vino, tinto o blanco según elección; cero bocadillos y un salón, el Venustiano Carranza de Los Pinos. Así fue el encuentro, la charla informal en la que además estuvieron el personal de Comunicación Social de la Presidencia; el secretario particular, Liébano Sáenz, y el vocero, Marco Provencio.
Zedillo comentó también que no está en sus planes hacer un libro con sus memorias, y ante uno de los muchos comentarios y preguntas punzantes que recibió -y de los que en no pocas veces se escabulló-, dijo que no ha leído el libro del ex presidente Carlos Salinas, pero que es tan larga su lista de obras pendientes que difícilmente abrirá México, un difícil paso a la modernidad.
Le preguntaron también sobre la carta que el miércoles le dirigió -tras largos meses de silencio- el subcomandante Marcos y de nuevo, para zafarse, se volvió hacia Provencio: "ƑMarco, que me mandaste una carta?". Fin del punto.
Siguió por ese camino. Habló de su añeja afición por leer los periódicos -"las síntesis (de prensa) me chocan"-y que casi siempre empieza por las secciones deportivas. Ratificó que hace seis años prácticamente no escucha radio y que en la televisión empieza a ver los noticiarios pero casi siempre se duerme antes de que concluyan.
Y se siguió por sus favoritos: los caricaturistas mexicanos, a los que en más de una ocasión ha definido como los mejores del mundo. Esa admiración se mantenía y acrecentaba incluso cuando alguno de aquellos le dedicaba un cartón especialmente duro.
-Me decían: Ƒpor qué te ríes si te está pegando? Pero yo decía que sí, pues Ƒcómo pudo habérsele ocurrido sacarme ese lado en su cartón?
Sin embargo, no guarda originales.
La plática pasó por muchos temas. Otro grupo, ahí mismo, le pidió que se acercara. Muchas fotos. Una hora. Y adiós.