VIERNES 1o. DE DICIEMBRE DE 2000

Ť Astillero Ť

Ť Julio Hernández López Ť

La mayoría de los mexicanos tiene una gran esperanza en que Vicente Fox sea capaz de cambiar positivamente a México. Es una mayoría que ha sido ganada por el guanajuatense sin reservas -a pesar de, o precisamente- por su falta de solemnidad, por sus dichos y desplantes, por sus cambiantes y contradictorias posturas y declaraciones, por su orgullosamente explícita vocación gerencial y por su dilatada capacidad de prometer cuanto sea necesario para agradar a su audiencia.

Se podrá estar en desacuerdo con el fenómeno Fox (como lo está decididamente quien teclea estas líneas), pero no se puede desconocer el hecho objetivo de que la mayoría (tal vez la gran mayoría) de los mexicanos aplaude y celebra la llegada del ex gobernador al poder presidencial y que, además, hay un ánimo social altamente confiado en que el cambio prometido por el hombre de las botas llegará en términos y plazos prudentes.

Hoy, cuando reciba la banda tricolor, Fox comenzará a gastar ese impresionante capital político acumulado. Tal gasto producirá réditos o pérdidas (para hablar en el nuevo lenguaje del poder), según sea el tipo de inversión que decida hacer. Por lo pronto, el marco político que rodea su asunción es extraordinariamente positivo: aparte del buen ánimo popular en su favor, tendrá la presencia de altos directivos de las más grandes empresas trasnacionales y de altos funcionarios de los principales países del mundo.

Los problemas del México real, sin embargo, parecen rebasar con mucho el marco elemental de las buenas intenciones y de las amplias promesas. De entrada, Fox deberá tocar hoy mismo, en su discurso de asunción, el tema de la insurrección chiapaneca, la que ofreció, con temeraria suficiencia, resolver en 15 minutos cuando ya fuera presidente. Dado que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional habrá de fijar su postura frente al nuevo gobierno 24 horas después de que el guanajuatense sea ungido, queda claro que el cuarto de hora podrá extenderse muchísimo más de lo previsto.

Pero ni ese ni peores retardos o incumplimientos parecen preocupar demasiado a un público que es muy amable y generoso con quien le liberó de 70 años de priísmo. A los seguidores de Fox no hay nada que les apague el entusiasmo. A quienes critican el perfil gerencial del gobierno, o el excesivo poder dado a los empresarios, replican con el argumento totalmente válido de recordar los desfiguros y saqueos que cometieron la mayoría de los políticos priístas a lo largo de tantísimos años. A quienes reclaman zigzagueos, contradicciones e incumplimientos del presidente electo, les piden paciencia y tolerancia, advirtiendo que los graves males heredados del régimen priísta no pueden ser cambiados de la noche a la mañana, ni de manera frontal, y, eventualmente, desestabilizadora.

Ni siquiera altera a ese foxismo apasionado el hecho de que el paraíso prometido a los votantes del 2 de julio haya variado de manera tan acelerada y drástica en los meses que han pasado desde entonces hasta hoy, el día de la toma de posesión. Recuérdese que los propios planeadores de Fox han reconocido que no podrán cumplir sino unas cuantas de las muchas promesas de campaña, pues el dinero público disponible será menor del que supusieron cuando tejían desproporcionadas ofertas electorales.

Los mexicanos todos, sin embargo, y más allá de que estemos o no en favor de Fox y su proyecto de gobierno, corremos un grave peligro si creemos que una manera de ayudar es haciendo a un lado las críticas. Por el contrario, ahora más que nunca es necesario el ejercicio crítico, tomando en cuenta que la figura personal de Fox ha abatido el funcionamiento institucional de los partidos (el PAN, marginado; el PRI, derrotado y confuso; el PRD, en vías de disolución) y que el estilo expansivo del nuevo presidente podría hacer germinar autoritarismos parecidos a los que se sufrieron durante el largo periodo del priísmo en el poder.

A partir de hoy y durante seis años, Vicente Fox será el presidente de todos los mexicanos. Quienes no votamos por él, y quienes hemos criticado ácidamente lo que consideramos son sus errores personales e institucionales, debemos seguirlo haciendo en los mismos términos, para de esa manera alertar y combatir, acaso ayudar a corregir. Por lo pronto, y por hoy, hoy, hoy, el día de su toma de posesión, esta columna ha deseado dar paso al deseo de que el gran ánimo popular, esperanzado con un cambio positivo, pueda encontrar, a lo largo de seis años, la satisfacción deseada.

En favor y en contra

Le salió barato al merolico ejecutivo de Astillero la osadía de reconocerle méritos al presidente saliente. Hubo, como es natural, quienes le criticaron, como J.L Rodríguez-López, del Instituto de Física de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, quien escribió: "tal parece que últimamente ha sido pasado por un suavizante material ($$??) o verbal (Ƒlo regañaron?), pues últimamente las columnas son tan suaves que parece que quiere quedar bien con alguien (ƑFox?). ƑA dónde han ido aquellas críticas contra Zedillo y Fox? Ƒ A dónde el cínico ojo crítico con que se miraban los asuntos políticos?". Jorge Rocha G., de Ciencias Políticas del Tec de Monterrey, campus ciudad de México, en contra, al igual que Rogelio Rivera, de Aguascalientes, y Marta Lucía Ramírez, Orlando Fernández, Jorge Zapata, y cuando menos 10 amables lectores más. Otros correos fueron más amables: María Guadalupe Ramírez estuvo de acuerdo con el planteamiento aquí hecho y envía saludos a "Faximiliano y Martota". Otros en favor fueron Juventino Ríos, Aarón Blancas, Irineo Guzmán, Lucía Santos, Irma Rosa Martínez, José Sandoval, Roberto Pérez Aldana y, exactamente, ocho correos más. A todos, gracias por expresar sus puntos de vista.

Bonazo a cuenta del SAR

Otros lectores reportan una terrible burla a los burócratas federales. Resulta que el tal bono sexenal que se habría de repartir acabó siendo, al menos en casos señalados a esta columna, una maniobra tecnocrática muy desagradable. J. Antonio Rosales escribe desde La Paz: "Soy pobresor del tecnológico local y hoy, al recibir mi 'bono' por mil 600 pesotes, observo que adjunto al talón se indica que esta cantidad será cargada a la cuenta de los pobresores que, como tu servidor, mantenemos en el SAR. Supongo que esto mismo ocurrió en todo el país a los que formamos parte del sistema de educación superior tecnológica. ƑNo consideras lo anterior como supremo acto de despedida, y tomada de pelo, de la presente administración federal, que dejaría a Kafka boquiabierto?". La química bacterióloga y parasitóloga Elvia Mercedes Cabañas Cortés, profesora de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, en el Distrito Federal, reportó a Astillero: "Pues resulta que ayer nos entregaron los mil 600 pesos de bono, en un cheque de Bancomer cuyo comprobante de percepciones y descuentos dice: 'Aportación instruida por el gobierno federal con cargo al dividendo generado en el seguro de retiro de los trabajadores al servicio civil de la Federación que administra Aseguradora Hidalgo SA'. Considero que esto es una burla. Se supone que dijeron que el bono iba a salir del dinero de las secretarías de Estado que no habían gastado... Esto es el colmo. ƑPor qué disponer de nuestro dinero? No es el monto, el cual es ridículo: es el hecho".

Astillas: Que se anda cayendo el nombramiento del secretario de Marina. No sólo porque es vicealmirante y no almirante, sino por enredos más delicados... Los priistas también están por decidir si hacen su reunión de Consejo Político Nacional el próximo 10 o la dejan para enero... ƑQué tal que Oscar Espinosa ha pedido asilo en Nicaragua?... Desde luego, se escribe con c y no con k el apellido de Alejandro Ordorica, el futuro director de gobierno del Gobierno capitalino. Así iba escrito, con c, en el original de esta columna... Nos leemos aquí, en esta columna suavizada y sin semilla, el próximo lunes, y mañana, en La Jornada, en una crónica sobre los actos de toma de posesión... Por lo pronto: Feliz sexenio y, ya entrados en gastos: Marta Christmas y Happy New Fox...

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