VIERNES 1o. DE DICIEMBRE DE 2000

Ť Adiestrado por la CIA, Bambi ha perpetrado varios atentados criminales


Posada Carriles, terrorista internacional protegido

Ť Cuenta con pasaporte de un salvadoreño muerto, a quien sustituyó cuando obtuvo su fe de bautismo

Carlos Fazio Ť Es un viejo delincuente, conspirador y terrorista internacional. En el mundo de la contrarrevolución latinoamericana, el exilio anticastrista de Miami y la comunidad de inteligencia en Washington se le conoce bajo el pseudónimo de Bambi.

Frustrado veterano de la invasión mercenaria de Bahía de Cochinos en 1961, experto en explosivos, demoliciones y guerra sucia, tiene en su haber el estallido de un avión en pleno vuelo y un rosario de atentados criminales contra objetivos de la industria turística cubana.

Las autoridades de Panamá, Trinidad y Tobago, Portugal, Canadá y Honduras conocen a ciencia cierta de sus habilidades con las bombas; lo han padecido.

Nacido en Cienfuegos, ex empleado de la transnacional estadunidense Firestone en La Habana de Batista, este químico azucarero de 72 años salió de la isla en 1961, vía la embajada argentina, y fue entrenado luego como ranger en Fort Benning, Georgia, por el Ejército de Estados Unidos.

Sus nexos como mercenario de la CIA y el FBI son de larga data. La central de espionaje de Langley lo perfeccionó en el uso de explosivos y guerra de guerrillas. Fue jefe de un team "de infiltración" en operaciones contra Cuba y dirigió ataques piratas contra barcos mercantes y poblaciones costeras desde el buque madre de la CIA Venus.

Después participó en los Comandos L, el grupo contrarrevolucionario de Tony Cuesta y Ramón Font, y fue jefe militar de la alianza formada por las organizaciones terroristas Alpha 66, Comandos L, Movimiento 30 de Noviembre y Brigada 2506.

También fue agente de los servicios de espionaje venezolanos y participó bajo el mando del teniente coronel Oliver North en la "operación encubierta" de la central de Langley y la Casa Blanca contra el gobierno sandinista de Nicaragua, conocida como Irán-contras.

Desde que salió de Cuba ha vivido indistintamente en Estados Unidos, Venezuela, El Salvador, Guatemala, Honduras y Costa Rica. En 1976, a raíz del atentado contra una nave de Cubana de Aviación que realizaba un vuelo entre Barbados y Cuba --y que dejó un saldo de 73 muertos--, estuvo nueve años preso en una cárcel de máxima seguridad en Venezuela.

En la madrugada del 18 de agosto de 1985, durante un cambio de guardia, vestido con una chaqueta negra y con una capucha sobre la cabeza, como un sacerdote, cruzó el patio de la prisión y se esfumó. Llevaba una Biblia en la mano. La fuga fue CUBAS_PUBLIC_ENEMY posible gracias a un millonario soborno orquestado por la Fundación Nacional Cubano Americana del chairman Jorge Lincoln Mas Canosa (ya fallecido) y a la complicidad de las autoridades locales.

Un barco camaronero lo trasladó a Aruba y de ahí voló a Costa Rica y luego a El Salvador. En la pista militar de Ilopango le dio la bienvenida un viejo amigo: Félix Rodríguez, el hombre de la CIA que capturó al Che Guevara en Bolivia, el agente Max Gómez de la operación Irán-contras, que ya le tenía "trabajo".

No tiene problemas de personalidades. Bambi es el mismo comisario Basilio de la temible DISIP (Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención), la policía política de Venezuela en los años 70.

En la década siguiente, cuando apoyó a los contras nicaragüenses desde el aeropuerto militar de Ilopango, se hacía llamar Ramón Medina. Después asesoró al gobierno salvadoreño bajo el alias de Rivas López, y en la base de inteligencia ubicada en la urbanización caraqueña de San Bernardino, donde se presentó como asesor contrainsurgente, se hacía llamar Benzaquen.

El 17 de noviembre, nuestro agente encubierto fue detenido in fraganti en ciudad de Panamá junto con otros tres cubano-estadunidenses, dos horas después de la denuncia de Fidel Castro de que preparaban un atentado terrorista en su contra. Portaba un pasaporte salvadoreño, presuntamente legal, a nombre de Franco Rodríguez Mena.

En realidad, don Franco sí existió. Había nacido en Tecapán, en la salvadoreña provincia de Usulután, el 20 de febrero de 1930, pero en 1994, cuando el terrorista de marras obtuvo su fe de bautismo y lo sustituyó, apoderándose de su identidad, Franco Rodríguez ya había fallecido.

Las autoridades salvadoreñas intentaron justificar el plagio con el débil argumento de que se había "aprovechado" de una ley de 1992, concluida la guerra civil, que permitía entregar certificados de nacimientos con la presentación de fe de bautizos. Gracias a la fe y al cura párroco de Tecapán, se pudo reconvertir en salvadoreño; un juego de niños para los conspiradores de la CIA.

Con su nueva identidad, entre 1995 y el 17 de noviembre último el falso Rodríguez M CUBA_CUBAS_PUBLIC_ENEMY ena viajó 59 veces desde El Salvador hacia Estados Unidos, México, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. El resucitado Rodríguez Mena es en realidad Luis Faustino Clemente Posada Carriles, viejo mercenario al servicio de Washington.

El mismo que en su libro Por los caminos del guerrero (1994) rememora sus actividades de "acción y sabotaje" al servicio de la CIA, en la Cuba de 1960, cuando la agencia enviaba a la isla "explosivos (C-3), lapiceros de tiempo, mecha, cordón detonante, detonadores" y todo lo necesario para cometer atentados terroristas.

El mismo que en 1997 organizó desde El Salvador y Guatemala la ola de atentados contra hoteles, restaurantes y discotecas de La Habana --que cobraron la vida del turista italiano Fabio di Celmo en el lobby del Copacabana--, a los que después describió como "actos de guerra" para "golpear" las inversiones extranjeras y al turismo, "principal fuente de divisas" de Fidel Castro.

Tras las agresiones terroristas Posada dijo "dormir como un bebé", sin remordimientos. En relación con la muerte de Di Celmo, comentó: "Es triste que alguien haya muerto, pero no podemos detenernos. Ese italiano estaba sentado en el lugar equivocado en el momento equivocado".

La historia terrorista de Posada Carriles ha sido reconstruida por The New York Times y El Nuevo Herald de Miami, insospechados de fidelistas y pro cubanos, y en fechas recientes ha sido alimentada por documentos desclasificados del Archivo Nacional de Seguridad, en Washington. Esos documentos pertenecen a los voluminosos expedientes compilados por el Comité Selecto sobre Asesinatos, establecido por la Cámara baja de Estados Unidos en 1978.

Según el Nuevo Herald, Posada Carriles preparó sendos atentados terroristas contra Fidel Castro en isla Margarita y República Dominicana, que fueron desactivados.

También The New York Times informó sobre el complot para matar a Castro en 1998, cuando un guardacostas estadunidense detuvo al pequeño yate de recreo La Esperanza cerca de Puerto Rico. Los cuatro exiliados cubanos a bordo dijeron que iban "de pesca", pero en un compartimento secreto llevaban un arsenal que incluía dos rifles de asalto Barret calibre 50 para francotiradores, mirillas nocturnas, siete cajas de municiones, uniformes militares, seis radios portátiles, un teléfono vía satélite y binoculares. Las coordenadas de navegación se habían fijado hacia isla Margarita, en el Caribe, donde Castro se reuniría con otros líderes latinoamericanos.

Uno de los responsables de la operación declaró ante un tribunal: "Son armas para asesinar a Fidel Castro". Según comprobó el FBI, uno de los fusiles de asalto estaba registrado a nombre de Francisco (Pepe) Hernández y el crucero pertenecía a José Antonio Llama, respectivamente, presidente y miembro del buró ejecutivo de la Fundación Nacional Cubano Americana, la organización "no lucrativa, filantrópica y educacional" que ha impulsado la ley Helms-Burton de estrangulamiento a la isla y realizado millonarias donaciones para las campañas republicana y demócrata.

Traspié diplomático en Panamá

La denuncia de Fidel Castro provocó un traspié diplomático e hizo naufragar la de por sí ya desangelada X Cumbre Iberoamericana, al exhibir la doble moral de los mandatarios y jefes de Estado asistentes en materia de terrorismo. El que salió más raspado fue el jefe del Estado español, José María Aznar, que había auspiciado por debajo de la mesa, con el copatrocinio de los presidentes de El Salvador y México, una resolución de condena a ETA.

Pero el tiro le salió por la culata. A la hora de las argumentaciones, Fidel Castro dijo que había un problema "ético" y alegó que el proyecto era "omiso" y "excluyente", ya que no se refería al país que ha sido la base de Estados Unidos para la contrarrevolución en Centroamérica (El Salvador) y "refugio del peor terrorista que se conoce en el continente (Posada Carriles)".

Se suscitó luego un duro duelo verbal entre los presidentes Fidel Castro y Francisco Flores, y finalmente Ernesto Zedillo propuso que aquellos mandatarios que se identificaran con la declaración la suscribieran. Veinte lo hicieron, Fidel Castro no.

El 25 de noviembre, durante un acto en la plaza Batalla de Guisa, en Granma, Castro volvió sobre la "hipócrita ponencia" sobre terrorismo, "discriminatoria", "oportunista" y previamente "cocinada con el gobierno de España", y dijo que había sido secundada "por el presidente de un México diferente, hoy regido por los intereses, los principios y los compromisos impuestos por el TLC con su vecino del norte".

Dos días después, la embajada cubana en México complementó que la declaración antiterrorista de Panamá había sido "parcial", porque condena a la organización separatista vasca ETA pero no al terrorismo de los anticastristas de Miami contra Cuba y el de Israel contra Palestina.

Se trata de un viejo tema: el manejo del lenguaje, aplicado a las palabras "terror" y "terrorismo", es utilizado como un instrumento semántico por los poderosos del mundo occidental. Por motivos puramente ideológicos o de filiación política, su significado ha sido restringido a la violencia "al por menor" de quienes se oponen al orden establecido. En tanto que a la violencia oficial o "al por mayor", como la define Noam Chomsky, que es mucho más extensa tanto en escala como en poder destructivo, se la coloca siempre en una categoría diferente.

De allí que para los mandatarios iberoamericanos, el terrorismo de Posada Carriles contra Cuba, como antes el de Estados Unidos contra Nicaragua (Irán-contras), de los paramilitares del GAL en España contra ETA o el terrorismo de Estado de los militares en Argentina, Chile o Guatemala, siempre ha de ser solapado. La doble moral.