VIERNES 1o. DE DICIEMBRE DE 2000

Ť Muchos no regresan porque les cae la desgracia


La gente sale de Juxtlahuca por la pobreza que nos los deja vivir

Ť Instalar una empresa para que no se vayan, piden mixtecos

Víctor Ruiz Arrazola, corresponsal, San Martín Sabinillo, Oax., 30 de noviembre Ť Los indígenas mixtecos de esta comunidad del municipio de Santiago Juxtlahuaca, que no rebasan los 700, enterraron hoy a dos de sus paisanos que el domingo pasado perdieron la vida al volcarse el autobús en el que viajaban rumbo al Valle de San Quintín, Baja California, para emplearse como jornaleros agrícolas.

Pero no sólo en Sabinillo enterraron sus muertos, lo mismo sucedió en San Martín Peras, San Martín Duraznos, Tierra Blanca, Yozoyuzi y Juxtlahuaca, de donde eran las otras 15 víctimas de la volcadura ocurrida en Tlaquepaque, Jalisco.

Aquí, la capilla de San Martín fue una vez más el centro de reunión de los que se quedaron, pero no para celebrar bodas ni bautizos como a mediados de mes, sino para despedir a doña Cecilia Chávez Martínez y a su hijo Celerino Herrera Chávez, quienes ante la falta de dinero para mantener a ocho niños viajaban al Valle de San Quintín a ganar de 80 a 90 pesos al día, anhelo que les truncó la vida.

El agente municipal Serafín Ojeda Mariano fue directo: "la gente de esta localidad salen por la pobreza que ya no los deja vivir, en casi todas las casas hacen falta recursos económicos y tienen que irse, dejar a sus hijos, a sus padres, mujeres, dejan todo porque necesitan trabajo y muchos ya no regresan porque les cae la desgracia".

Los migrantes de Sabinillo no tienen un lugar determinado donde trabajar ya que se encuentran desde Veracruz, Sonora, Sinaloa, Baja California "y una gran parte tienen que cruzar la frontera con Estados Unidos, porque allí les pagan más", abundó.

Para remediar esta situación, pidió al gobierno del estado y al de Vicente Fox Quesada -que inicia este viernes- que instalen "una empresa para que la gente no salga, porque ahorita el gobierno no se preocupa de su gente, por esa razón sale a buscar mejorar su vida o su muerte".

Abundó que de parte del gobierno su agencia municipal no recibe ningún apoyo, "ahorita no tenemos nada, hay recursos que nos envían a veces, pero últimamente no nos ha llegado y por eso la oficina de electricidad nos quiere cortar el alumbrado público, porque debemos tres recibos de 4 mil a 5 mil pesos cada uno, pero los vecinos no tienen dinero para cooperar porque lo que les mandan sus familiares es muy poco y sólo les alcanza para medio comer".

Comentó que a raíz de este accidente, funcionarios de la delegación regional del gobierno del estado en Santiago Juxtlahuaca les ofrecieron una reunión con el gobernador José Murat el próximo lunes "y creo que él nos va a dar un apoyo, una respuesta a nuestras peticiones".

Los hijos y demás familiares de doña Cecilia lloran su muerte, aunque algunos en forma conformista dicen: "Ella, por lo menos vio que sus hijos crecieran, pero Celerino dejó ocho niños en la orfandad".

La más pequeña, de 20 días de nacida y aún sin nombre, no pudo quedarse internada en el hospital de Juxtlahuaca sólo unas cuantas horas el pasado miércoles a pesar de su delicado estado de salud, ya que ningún familiar se pudo hacer cargo de su cuidado mientras la mamá iba a enterrar al padre.

Este jueves la trajeron de casa en casa, buscando a mujeres con hijos recién nacidos para que la alimentaran, debido a que a Juana Sandoval, su madre, "se le fue la leche al enterarse se la muerte de su marido".

Los médicos del nosocomio le indicaron a la madre que también se debe hospitalizar porque tiene complicaciones posparto lo que pone en peligro su vida, "pero ella prefirió regresar a ver a sus demás hijos" y a sepultar al hombre que el sábado anterior se despidió de ella acordando que regresaría en unos seis meses con más dinero para terminar de techar la casa que iniciaron hace varios años.

Otras mujeres, después del entierro, le insistían a Juana que se regresara a Juxtlahuaca a hospitalizarse porque temen que sus males se le vayan a complicar, "debes ir, porque si tú también te mueres qué va a pasar con tus hijos", le dijo una.

Juana Sandoval es una mujer de 30 años de edad, originaria de la ranchería Agua Fría, pero se les desconocen familiares "y su único apoyo eran su marido y su suegra porque el suegro se le murió hace un año, ella y los niños quedaron en el desamparo", recordó otra.

En el camposanto de Sabinillo, desde donde se observan las cúpulas y torres de la capilla de San Martín, rodeada del caserío, una banda de música de viento, con los efectos del desvelo y del aguardiente repartido durante el velorio, interpretan Dios Nunca Muere y Las Golondrinas, una y otra vez, mientras el redoblar de campanas continúa y retumba en los cerros erosionados cubiertos de piedras calizas, como la tierra en la que desde hoy se encuentran los cuerpos de doña Cecilia y su hijo Celerino.