VIERNES 1o. DE DICIEMBRE DE 2000

Ť Cancela concierto en la plaza mayor 


Hospitalizada, Chavela Vargas; ''hoy la música está para llorar''

Ť ''Todo se ha vulgarizado con esas cubanadas y demás porquerías''

Ťvs-vargas-chavela-jpg Elia Baltazar Ť A Chavela Vargas el corazón le jugó chueco: le negó el gusto de hacer de su concierto en el Zócalo una despedida y cantar en diciembre en Atenas. Pero una "enfermedad doliente" la mandó a una cama de hospital y por poco le quita hasta la vida. "Hace tiempo que ya venía con este mal traicionero, pero no le di mucha importancia. Sin embargo, cuánto me hubiera gustado morir cantando".

Chavela sufrió el pasado martes un principio de infarto, por una afectación en la vena carótida que a punto estuvo de provocarle un coágulo en el cerebro. Pero ya fuera de peligro, repuesta apenas de una intervención quirúrgica llamada anginoplastia, reta a la muerte y dice: "No le tengo miedo".

Ahora piensa en descansar, en el proyecto de su biografía que elaborará con una periodista española del diario El País, quien la acompañará una temporada en Veracruz, donde le narrará su vida a golpe de olas y ritmo de mar. "No sé si será ahora o más adelante, pero apalabrada ya está".

Chavela piensa en el retiro, "por cansancio mortal, de siglos, y porque ya no hay más que dar, qué decir, y ya me cansé de repetir la misma música". En el dolor de su enfermedad, se lamenta de la situación que enfrenta la música mexicana, "porque ya no hay compositores maravillosos, nuevas letras hermosas". Y entonces, dice, ¿qué música voy a cantar?. En donde nunca han escuchado nuestra música se vuelven locos, pero a mí ya me aburre, ya está todo muy estereotipado".

Sus razones son contundentes: "La música está para llorar ahora, se ha vulgarizado con esas cubanadas, salsas, cumbias y demás porquerías que todo el mundo canta y nadie entiende. Todo suena igual".

Mucha culpa de esta situación tienen los empresarios, dice, "porque ya no les interesan las cosas buenas, esos ya se acabaron, y ahora sólo les interesa ganar dinero".

Pero la música no es otra cosa que reflejo de los sentimientos de los mexicanos, "tan heridos ahora, y tan tristes que ya ni siquiera gritan de alegría cuando están borrachos. La alegría está dormida, la embrutecieron como si le hubieran dado morfina".

Y a la cabeza le viene una anédota: "Hace unos día platicaba con un señor que vende fruta. Me llamaba la atención porque cada vez que lo veía estaba callado, nunca hablaba. Entonces le pregunte a aquel hombre por qué siempre estaba tan callado y me dijo: y de qué quiere que hable, no tengo nada que decir porque estoy como triste. Le pregunte por qué y me dijo: no sé, porque no puedo expresarme como yo quiera".

Eso, dice Chavela, es el dolor de la patria mexicana que no puede expresarse. A pesar de todo, confía en que todo cambie un día, "que despierte el gigante, que México reescriba su música, que rescate la voz de sus poetas y la música de sus regiones, que cante otra vez. Hay que despertar al México romántico, ese que hizo del bolero lo sublime. Y cuando yo me vaya, ya me contará alguien que así fue".

Nada hay que no haya vivido Chavela, en ninguno de los más importantes escenarios del mundo ha faltado su canto. Pero mira atrás y uno de los conciertos que más recuerda en su vida es aquel que ofreció en el teatro de Guanajuato, en donde también cantó José Alfredo Jiménez, su favorito. "Hubo magia en ese concierto, alguien me dijo incluso que parecía como si yo estuviera en una tercera dimensión".

Chavela habla de vida y de muerte, de esa enfermedad doliente en su corazón, de todo lo que ha sufrido, soñado, vivido. Chavela Vargas sabe y dice para sí: "Ya es tiempo de partir o abandonar".