LUNES 4 DE DICIEMBRE DE 2000

Ť Manuel Vicent, autor de La novia de Matisse


Imposible, escribir de lo que no se ha vivido de manera intensa

Ť El dinero en el mundo del arte es sólo un medio para apropiarse de la belleza; se compra por enamoramiento y por locura, afirma

César Güemes, enviado, Guadalajara, Jal. Ť Manuel Vicent no descansa. En 1999 vino a México para acompañar la salida de su libro Son de mar, con el cual se hizo acreedor en ese año al Premio Internacional de Novela Alfaguara. Hoy visita de nuevo nuestro país para dar a conocer La novia de Matisse, la novela que escribió inmediatamente después de obtener el reconocimiento señalado.

Apacible como es su talante, vive para escribir, aunque en su momento fue galerista y asesor de artes plásticas para diversas instituciones de España. Esas vivencias forman hoy parte de La novia de Matisse, que se centra en las pasiones que campean en el mundo del arte, donde, según afirma el prosista, el dinero es tan sólo un medio para poseer la belleza.

--Apenas hace un año diste a conocer Son de mar, y ahora te encuentras otra vez en México con una novela nueva. ƑEscribes muy rápida y dedicadamente o trabajas en varios proyectos narrativos a la vez?

--Escribí Son de mar hace dos años y medio. Después me dediqué a otras labores también literarias. Lo que ocurre es que cuando me dedico a una historia la voy elaborando lentamente en la imaginación, pero para escribir sí diría que soy bastante rápido. No necesito invertir mucho tiempo delante del ordenador. No dejo enfriar los textos: casi tal como salen se van a la editorial. Luego, cuando se obtiene un premio de carácter internacional, es verdad que ese hecho puede detener un poco la marcha de la escritura. Y creo que es bueno romper esa parálisis mediática alrededor de un libro para continuar. Por eso no me pasé casi nada de tiempo sin escribir y el resultado es una novela más.

--El premio Alfaguara te habría permitido ciertamente si no el abandono de la literatura, sí un descanso. Y aún así no te permitiste tomarlo.

--Es que me dedico a esto, a pensar en escribir. El hecho físico de redactar no es en mi caso lo más importante. En lo que empleo tiempo y esfuerzo es en imaginar las historias y en vivir, porque las experiencias de cada día de un modo o de otro se van incorporando a lo que se escribe. Cuando ya se ha decidido uno a elaborar una novela y no otra, aquella forma parte de la propia existencia, imaginariamente se vive y se alimenta las 24 horas del día. Llega un momento en que sentarse a la mesa y ponerse a escribir es sólo el corolario de todo lo anterior.

--Es sabido que en diversas etapas de tu vida te relacionaste con el mercado del arte. La novia de Matisse contiene a personajes que comparten ese oficio.

--Una de las labores que te facilita el trabajo es escribir de algo que conoces, que no tengas que iniciar de cero en la documentación. Considero que no se puede escribir de lo que uno no ha vivido intensa o directamente. Algo falso siempre dará un mal resultado, y el lector lo percibe. Si uno se va a un poblado maya para narrar con la tónica propia de esa región, como uno no pertenece a esa cultura, será claro al escribir que eso es añadido, pegado. Por el contrario, cuando uno sabe de lo que habla porque lo ha gozado o padecido, el lector lo agradece.

"Es muy fácil para quien lee si se encuentra con una escena de cama detectar si el autor se ha comido alguna rosca o no. Así que en La novia de Matisse, sé de lo que hablo por mi trabajo como crítico de arte, mi vinculación a una galería y porque he sido asesor en la materia de diversos organismos. Este mundo del que hablo lo conozco muy bien. Incluso, pude hacer un libro más extenso lleno de anécdotas divertidísimas que ocurren en el mundo del arte que son entre fascinantes, pícaras y mafiosas. Pero no quise que la novela se convirtiera en un anecdotario, sino que se observara la metáfora implícita: la energía que despide una obra de arte que influye en el destino de una determinada persona."

--Hay al menos una persona en la obra que es capaz de pagar lo que sea para probar un platillo exótico o comprarse un cuadro. ƑEsos sujetos existen en el mundo real?

--Por supuesto: todos los personajes que habitan el libro están tomados de la realidad pero no de una forma completa o entera, sino que los fui armando a cada uno a partir de varias personas concretas. El mundo del arte está lleno de pasiones. No son las más importantes la especulación de las obras, la picaresca o la mafia, que la hay, desde luego, como en cualquier mundo un tanto cerrado; sino lo que caracteriza al mundo del arte es la pasión de la que el dinero es sólo el vehículo para adquirir belleza, para apropiarte de la belleza. Una cosa es contemplarla en un museo y otra adquirirla con esa necesidad morbosa, oscura, que caracteriza al coleccionista. El dinero es necesario, claro, pero las personas que se dedican verdaderamente a coleccionar no lo hacen por especulación; compran por enamoramiento y por locura. Después es posible que esa pareja se deshaga porque cambia el gusto, surge otra pintura como una nueva amante. Claro, cuando uno está enamorado de una mujer piensa que no se va separar jamás, pero no siempre es así.