LUNES 4 DE DICIEMBRE DE 2000

Ť Representantes de 36 países discuten estrategia conjunta en Chile


Demandan ciudadanos atacar de raíz al racismo

Kyra Núñez, enviada, Santiago de Chile, 3 de diciembre Ť Más de mil representantes ciudadanos se comprometieron a "denunciar y exigir que las relaciones políticas, económicas, sociales y culturales en que se sostiene el racismo sean transformadas", durante una reunión que se celebra aquí en busca de estrategias para atacar el flagelo mundial.

Provenientes de varias partes del mundo, los activistas se dijeron dispuestos a "correr para siempre el velo que ha ocultado el racismo durante 508 años" en el continente americano.

En la sesión de apertura de la Conferencia Ciudadana contra el Racismo, la Xenofobia, la Intolerancia y la Discriminación, Francisco Estévez, director ejecutivo de la Fundación Ideas, de Chile, y organizador del encuentro, mencionó que los ciudadanos agrupados en organismos no gubernamentales de los 36 países participantes no pretenden pedir o rogar sino, "interpelar políticamente a los gobiernos acerca de los contenidos discriminatorios, xenófobos e intolerantes que persisten en leyes y en prácticas excluyentes", y levantar una plataforma de acción que permita "alcanzar resultados reales en la derrota del racismo y las discriminaciones".

Estévez pidió el reconocimiento directo y el apoyo a la gran causa de los pueblos originarios -comúnmente llamados indígenas-, pero también, y en forma excepcional, al de los grupos afrodescendientes en toda América.

La conferencia pretende ser cauce de la condena a los crímenes cometidos contra los indígenas de la región, así como denunciar las injusticias realizadas durante el colonialismo, como un orden racista.

Otro de los objetivos es lograr la reparación y compensación de las víctimas y sus descendientes.

La lucha contra el racismo es hoy, desde Chile hasta Alaska, la principal acción para que "el potencial americano se transforme en un movimiento activo contra la discriminación racial", según las palabras de Laurie Wiesberg, delegada de enlace de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.