LUNES 4 DE DICIEMBRE DE 2000

TUMBANDO CAÑA

Biografía mínima del son montuno

Ernesto Márquez Ť "El son es lo más sublime para el alma divertir", dice don Ignacio Piñeiro en su más célebre tonada, para luego sentenciar de forma drástica: "se debería de morir quien por bueno no lo estime".

Y es que el son, en su lenguaje sedado, armonioso, dulce, romántico, bravo... es el sol, la bullanguería, el vacilón... -vaya!, el ron sonoro que se bebe por los oídos y se goza con el alma en convergencia.

Pero Ƒqué es el son?, Ƒde dónde viene?

El son, señores, es como el ole que no tiene explicación y su origen es tan incierto que se pierde en la neblina del tiempo.

En principio se dice que proviene de Cuba y que es "de La Loma", de donde son los cantantes. Aunque, claro está hay quien señala que no es así, que este son tuvo otro lugar de origen y que por azares del destino fue a recalar a Cuba en donde se fue transformando en la medida que se relacionaba de manera interactuante con una sociedad fruto del mestizaje más genuino.

Estudiosos del género se han devanado la cabeza tratando de aclarar su origen. Algunos de ellos han apuntado que su génesis se da en República Dominicana -en Santiago de los Caballeros, particularmente-, mientras otros insisten en que sus comienzos se vieron en Colombia, por la región del Quibdó, pero están los que juran y perjuran que su acta de nacimiento se registró en el oriente de Cuba, justamente entre las montañas de Baracoa y Santiago.

Datos proporcionados por el músico y musicólogo Laureano Fuentes Matons acerca de su origen provocó una temprana polémica en Cuba. El estudioso santiaguero aseguraba que el primer son que se escuchó en Santiago de Cuba a principios del siglo XIX fue El son de la Ma Teodora, una acompasada canción presumiblemente dominicana que se refería a una apabullante mulata que tenía loquitos a los hombres de aquella región y que en una de sus cuartetas citaba: ƑDónde está la Ma Teodora?/ Rajando la leña está/ con su palo y su bandola,/ rajando la leña está...

Tal hipótesis fue acallada por el maestro e historiador Alberto Muguercia Muguercia quien adjudicó a la "fabulosa imaginación literaria" de Fuentes Matons tal aseveración. "Teodora Ginés, la Ma Teodora nunca existió. Y el son, como expresión cultural y de identidad social es el más genuino representante de cubanía".

Zanjado el asunto y sin mediar más justificaciones el son se quedó cubano y cubano fue como se conoció en el mundo entero.

De cuna rural

En sus comienzos este son cubano sólo se escuchaba en "tierra adentro", en el monte, por lo que se le llamó "montuno". Y así montuno vivió hasta que a principios del siglo XX comenzó a ser urbano y a difundirse por toda la isla.

En un principio, el son era identificado como "canción bailable", interpretada por un trovador solitario. El primer sonero que se cita es uno de nombre Nené Manfugás, quien procedente de Guantánamo irrumpió en Santiago de Cuba durante los carnavales de 1890 - según nos dice Alberto Muguercia- tocando una guitarrita fabricada con una caja de bacalao, de tabla más fuerte en el brazo, y tres cuerdas de curricán encerado y cantando reginas.

Así era en un principio, pero en la medida de que el son montuno se popularizaba fue requiriendo de mayor instrumentación, de tal forma que al tres se le agregó la guitarra sexta para enriquecer la parte armónica, quedando la sección rítmica constituida por un bongó, maracas, claves, una botija de barro o marímbula que hacían la función de bajo. Instrumentos estos que más adelante fueron sustituidos por el contrabajo, quedando así definida su primera constitución orquestal ya como quinteto o sexteto; cuando al son se le adiciona la trompeta se convierte en septeto.

Con los sextetos y septetos tuvo el son su más adecuado vehículo de expresión. Agrupaciones como el Sexteto Habanero (šorgullo de los soneros!) y el Septeto Nacional lo dieron a conocer al mundo mucho antes que aparecieran en el mercado discográfico Miguel Matamoros y demás corifeos. Es precisamente Ignacio Piñeiro, contrabajista del Nacional quien compone Suavecito, tema que le da ubicuidad sentimental a este son, al decir que es la música "más sublime para el alma divertir". (continuará)

 

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