Lunes en la Ciencia, 4 de diciembre del 2000
Vulnerabilidad física ante las sustancias nocivas
Mujeres y adicciones
Carlos A. Hernández Avila
A pesar de que estudios epidemiológicos iniciales mostraron una prevalencia mayor en el uso de sustancia adictivas entre los hombres, encuestas epidemiológicas recientes reflejan un aumento en el uso de estas sustancia entre las mujeres, particularmente entre las adolescentes y las adultas jóvenes.
Este incremento se debe en gran medida a que durante las últimas dos décadas a habido una mayor aceptabilidad social hacia el consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias adictivas por parte de las mujeres. La industria alcoholera, tabacalera y los medios de comunicación masiva han tenido una responsabilidad mayor en este problema al promover sistemáticamente, con un aire de glamour, el uso de sustancias adictivas entre las mujeres.
Pero, Ƒpor qué debemos preocuparnos? Estudios diversos han mostrado que las mujeres son especialmente susceptibles a los efectos del alcohol, la nicotina y otras sustancias de abuso.
Al beber alcohol, las mujeres generalmente se intoxican más que los hombres. Esto se debe a que al tener una proporción menor de agua corporal, donde el alcohol pueda distribuirse, las mujeres alcanzan concentraciones sanguíneas de alcohol más elevadas.
Otro factor que contribuye a este fenómeno es que las mujeres poseen una concentración menor en sus estómagos de una enzima llamada deshidrogenasa del alcohol. Esta enzima es responsable de metabolizar inicialmente el alcohol, por lo que al haber una cantidad menor de ésta en el estomago, más alcohol se absorbe del tubo digestivo al torrente sanguíneo y de ahí al resto del organismo.
Al igual que el alcohol, se ha observado que al administrarse dosis equivalentes de nicotina, las mujeres alcanzan concentraciones sanguíneas de esta sustancia más elevadas. Además, las fumadoras eliminan la nicotina más lentamente, por lo que experimentan sus efectos más intensamente y por más tiempo.
En cuanto a sustancias como la cocaína, las mujeres que la usan intranasalmente alcanzan concentraciones sanguíneas menores del alcaloide. Lo anterior se debe a que los estrógenos disminuyen la absorción de la cocaína en la mucosa nasal. Así, para que las mujeres puedan alcanzar concentraciones sanguíneas efectivas de cocaína y puedan experimentar sus efectos, tienen que usar dosis intranasales mayores que las que utilizan los hombres o tienen que administrársela a través de rutas más adictivas y peligrosas como es el inyectarla intravenosamente o el fumarla en su forma cristalizada conocida como "crack".
Se ha observado también que el curso de los trastornos adictivos entre las mujeres es más rápido o acelerado. Se ha descrito que para desarrollar adicción, las mujeres requieren de beber, fumar o de utilizar drogas ilegales por menos tiempo y en menor cantidad. Más aun, cuando las personas que sufren de dependencia al alcohol o a las drogas recurren a ayuda profesional o de alcohólicos anónimos, la severidad de la adicción, así como la cantidad y la gravedad de las complicaciones médicas y psicosociales es generalmente mayor entre las mujeres.
Un ejemplo de este fenómeno es el caso del alcoholismo y de los problemas del hígado que lo complican. A pesar de que a lo largo de la vida, las mujeres alcohólicas beben menos y por menos tiempo, la probabilidad de que ellas desarrollen y mueran por hepatitis y/o cirrosis alcohólica es mucho mayor. La mortalidad entre las mujeres alcohólicas a los cinco años que se les ha diagnosticado cirrosis es casi el doble de la mortalidad encontrada entre los hombres que padecen el mismo problema y las mujeres que sufren de cirrosis alcohólica mueren casi una década antes que su contraparte masculina.
Se ha descrito también una mayor susceptibilidad de las mujeres a los efectos tóxicos del alcohol y de otras substancias adictivas en el cerebro. Estudios de imágenes cerebrales han mostrado que las mujeres alcohólicas pierden una cantidad mayor de tejido cerebral que los hombres alcohólicos. En consecuencia, las mujeres alcohólicas experimentan un deterioro intelectual mayor y un riesgo mayor de complicaciones neuropsiquiátricas.
Otros problemas de salud que complican el consumo de sustancias adictivas tales como la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana, la hepatitis viral, la osteoporosis, algunas formas de cáncer, etc. también se presentan con mayor frecuencia y severidad, así como con un curso acelerado entre las mujeres afectadas por las adicciones.
El incremento de las adicciones entre las mujeres jóvenes y la evidencia de una mayor vulnerabilidad a estas sustancias, debe alertar a la sociedad y a las autoridades de salud para implementar políticas y programas preventivos más agresivos enfocados a evitar que este problema avance y no esperar, como habitualmente sucede en nuestro país, a que se salga de control, cuando los daños a los individuos y al tejido social sean irreparables.
El autor es profesor de psiquiatría y director médico del Programa de Rehabilitación para Mujeres, del Centro Médico de la Universidad de Connecticut
El contexto mexicano
Entre los aspectos relevantes de los "Lineamientos para el reforzamiento del programa nacional contra las adicciones", emprendido por la Secretaría de Salud y dados a conocer en agosto, se señala que ha disminuido la edad de inicio en el consumo de diferentes sustancias adictivas y que existe una tendencia al incremento de su consumo entre las mujeres adolescentes y jóvenes; que el tabaquismo es la primera causa prevenible de muerte, llegando a afectar a 27 por ciento de la población; y que el patrón de consumo de bebidas alcohólicas entre los varones es beber grandes cantidades.
Durante el Congreso nacional de mujeres y adicciones, una realidad negada, se señaló que en cinco años el consumo de drogas entre las mujeres se incrementó 25 por ciento. Mientras en 1993 había 22 hombres usuarios de enervantes por una mujer, en 1998 la relación aumentó a 15 varones por una mujer.
El coordinador del congreso, Sinto Espresate, entrevistado por nuestra colega Angeles Cruz, señaló que "hasta hace unos años, por cada 10 hombres alcohólicos había de una a dos mujeres y en la actualidad la relación es de 10 hombres por cuatro mujeres". Entre la población adolescente prácticamente no hay diferencias en el consumo entre hombres y mujeres y el especialista destacó "el acceso de las mujeres a las cantinas y la existencia de las barras libres en las discotecas, así como la ausencia de una acción de educación preventiva frente a las consecuencias por el abuso en el consumo de alcohol", entre los aspectos que han influido en el incremento de esta adicción entre las mujeres. (Patricia Vega).
Las consecuencias de fumar
Las mujeres son más vulnerables que los hombres a los problemas respiratorios y a otros efectos perjudiciales del tabaco, según médicos noruegos.
"No sabemos la causa exacta de esto, pero probablemente se debe a que los pulmones de las mujeres son más pequeños", dijo Arnulf Langhammer, del Instituto Nacional de Salud Pública, en Noruega.
"Aunque fumen la misma cantidad, las mujeres están expuestas a mayores concentraciones del gas nocivo", agregó.
Langhammer y sus colegas encontraron en un estudio que los fumadores eran el doble de propensos que los no fumadores a presentar síntomas respiratorios como respiración sibilante, jadeos y tos.
"Existe una fuerte asociación entre fumar tabaco y los síntomas respiratorios. Con el aumento del consumo de cigarrillos, las mujeres tuvieron un riesgo 50 por ciento mayor de sufrir de problemas respiratorios y asma", añadió Laghammer.
En un estudio de más de 65 mil personas publicado en la revista Epidemiology and Community Health, los investigadores encontraron que la frecuencia del asma aumentó de acuerdo con número de cigarrillos que las mujeres fumaron. No se registró ese aumento entre los hombres.
"La alta frecuencia de los síntomas respiratorios y el asma en mujeres, comparado con el de los hombres con la misma exposición al humo o consumo diario de cigarrillo, indica que las mujeres son más susceptibles al tabaco que los hombres" dijeron Langhammer y sus colegas con el estudio (Reuters)