Lunes en la Ciencia, 4 de diciembre del 2000
Ciencia y tecnología, relegadas en las presentaciones del nuevo gabinete
La gran omisión del nuevo gobierno
Luis Benítez Bribiesca
En las tres sesiones de presentación de los integrantes del nuevo gabinete presidencial se incurrió en una lamentable omisión: no se consideró a la institución responsable de la ciencia y la tecnología como parte fundamental de ese equipo de trabajo. Sorprende que ni en las políticas esbozadas por el presidente ni en los mensajes de los altos funcionarios se le atribuyera algún papel a la ciencia y la tecnología, para el tan cacareado desarrollo moderno del país.
El anhelo de construir un país moderno y pujante en el próximo siglo, que sea capaz de competir con las grandes potencias, no puede materializarse sin incluir a la ciencia como promotora ineludible del progreso. El desarrollo científico y tecnológico ha desempeñado un papel central en la consolidación de las grandes economías durante el siglo XX y se prevé que en el próximo, su papel será aún más decisivo. El mundo se dividirá entre las naciones con gran poderío científico-tecnológico y aquellas sometidas por su atraso, a producir materia prima y a consumir las sobras tecnológicas de las primeras. Es por ello que en todos los países económicamente poderosos se pone especial cuidado en elaborar programas y en destinar recursos sustanciales para el desarrollo científico y tecnológico. El mejor ejemplo es el de EU, que sistemáticamente actualiza esos programas y los nutre con presupuestos multimillonarios, además de promover la participación de la iniciativa privada. Los países de la Comunidad Europea, Japón y Canadá son también ejemplos de cómo la inversión en ciencia ha consolidado sus poderosas economías. Pero en países que hace 25 años se consideraban científicamente atrasados como China, España y Singapur, sus políticas visionarias incluyeron a la ciencia como uno de sus polos de desarrollo y consiguieron un despegue espectacular. Sus ahora pujantes economías y su promisorio futuro inmediato no pueden divorciarse de su empeño por fomentar el desarrollo científico-tecnológico. Más cerca de nosotros, en Latinoamérica, dos países llevan la delantera con políticas precisas y altos presupuestos para el desarrollo científico: Brasil y Chile quienes destinan ya 1 por ciento y 0.6 por ciento de su PIB, respectivamente, con resultados ya muy evidentes. En nuestro país sólo se destina 0.34 por ciento del PIB para el mismo propósito. Se puede afirmar que en la actualidad no hay rama del saber y quehacer humano que no esté, aunque sea marginalmente, vinculada a la ciencia y a la técnica. Por ello resulta extraño y lamentable que en las políticas del nuevo gobierno no figure como una prioridad el desarrollo científico y tecnológico. Los integrantes del gabinete económico, si realmente pretenden transformar el sistema actual basado en la explotación de materia prima, en agricultura de temporal y en maquiladoras, en un sistema moderno y competitivo, deberían destinar presupuestos adecuados y crecientes para el desarrollo científico. Por ejemplo, los responsables del área energética deberían desarrollar programas para la investigación de nuevas fuentes de energía, como la solar o la eólica para las que nuestro país cuenta con condiciones naturales propicias. En el campo de la agricultura, ganadería y pesca, la investigación biotecnológica y genético-molecular, tan empleada ya en los países del primer mundo, podría tener un gran papel para mejorar nuestra tan estropeada situación agropecuaria. Para enfrentar el deterioro ambiental y de nuestros ecosistemas, la investigación científica es una necesidad insoslayable. No se diga en el vasto campo de la salud, donde la investigación biomédica abre cotidianamente derroteros antes insospechados, como por ejemplo la producción de nuevas vacunas contra enfermedades como paludismo, sida o tuberculosis y quizás contra algunas formas del cáncer.
La investigación científica es además un puntal indispensable para la educación superior. Las universidades, para cumplir cabalmente con su misión, deben apoyarse en un trípode formado por enseñanza, investigación (generación de conocimiento) y en la difusión de la cultura. Buen número de nuestras universidades claudican precisamente del lado de la investigación científica, por lo que no contribuyen a la generación de nuevo conocimiento Pero la ciencia también desempeña un papel cada vez más importante en la educación media, como lo han demostrado en los países más desarrollados, pues permite fomentar el pensamiento racional y la demostración experimental. Debe entenderse que la inversión en este campo es altamente redituable a largo plazo y que no pueden esperarse resultados tangibles en el corto.
En las tres magnas ceremonias del gabinete se presentaron a los secretarios, cordinadores, comisionados y hasta a los responsables de áreas tan irrelevantes para el desarrollo nacional como el secretario del presidente, el asesor legal y el encargado de la imagen, pero ni una palabra se mencionó de un asesor científico de la presidencia, ni menos de un plan de desarrollo científico y tecnológico. Independientemente de que en los últimos días se hubiese nombrado al director del Conacyt, tal parece que al nuevo gobierno no le interesa incorporar a la ciencia y la tecnología para el desarrollo de una economía y un país verdaderamente moderno. ƑOlvido o ignorancia?
El autor es miembro de la Unidad de Investigaciones Oncológicas del Instituto Mexicano del Seguro Social y editor-jefe de las revistas Archives of Medical Research y Gaceta Médica de México
Malestar. Esa es la palabra que mejor describe el ánimo existente entre la comunidad científica mexicana ante la tardía designación del titular del Consejo Nacional para la Ciencia y la Tecnología (Conacyt). Independientemente de que la designación ocurriera en los últimos días y de que el retraso pudiese haber obedecido a pugnas al interior por dicha cartera, la tardanza ha sido interpretada como una señal de menosprecio del gobierno foxista a la actividad científica. En este mismo orden de ideas, resulta preocupante que en las "Bases para el programa 2001-2006 del Sector Educativo", una sola vez se alude a la ciencia y la tecnología, hecho que puede leerse como una falta de vinculación entre campos que, por su naturaleza, deberían marchar de la mano.