Lunes en la Ciencia, 4 de diciembre del 2000
PARA LEER
La basura que comemos
Rius (Eduardo del Río)
Grijalbo
Aunque su oficio es hacer reir, Rius lamenta no ofrecer un libro de humor sino un libro para ponernos de "mal humor", que busca hacernos conscientes de que gran parte de lo que comemos es, literalmente, basura. Con este calificativo, Rius se refiere particularmente a los alimentos "chatarra" y a los transgénicos, pero el propio monero aclara que se refiere más a los primeros que a los segundos, porque los alimentos "chatarra" son más dañinos, debido a que casi todo el mundo los consume, mientras que los alimentos transgénicos son, en su opinión, casi desconocidos.
Así, desde las primeras páginas Rius advierte que nos entrega un libro "de denuncia enfilado contra los mercachifles de la industria alimenticia", porque cada día que pasa nos envenenan más; por ello, el famoso caricaturista se propone alertar sobre lo peligroso que se ha vuelto comer: "no sólo es un peligro comer en la calle. También no sólo está resultando peligroso hacerlo en los malos restaurantes -y en los buenos también-, sino que, en el colmo de las desgracias, hasta comer en casa es ya un peligro".
Con información proporcionada por Greenpeace, tomada de revistas como la Guía del Consumidor y Natura o de enciclopedias como la Columbia de Nutrición, consultada en libros como Comer puede ser peligroso, de Erwin Moller o de plano bajada de la Santa Madre Internet, Rius recurre a su característica mezcla de viñetas, dibujos y collages, para ofrecer datos de gran utilidad.
"Cuando se inventó la comida enlatada todo empezó a echarse a perder, dicho sea con perdón de la lógica", sostiene Rius. Con el avance tecnológico del "enlatado" se dio pie a la industrialización de los alimentos, pero se presentó un nuevo problema a resolver: qué añadirle a la lata para que no se echara a perder el contenidos y esos "añadidos" son justamente los llamados "aditivos".
A partir de esta introducción, el caricaturista desglosa los disintos tipos de aditivos -antioxidantes, emulsificantes, estabiilzantes, colorantes, espesadores, blanqueadores, edulcorantes, maduradores, separadores, humectantes, gelificantes, conservadores, texturizadores, clarificantes, acidulantes--, especifica su función y enlista los alimentos en los que estas sustancias están presentes. Nos aclara que 90 por ciento de los aditivos son "seguros", pero que 10 por ciento son peligrosos porque provocan alergias, algunos son cancerígenos, agravan a los asmáticos, provocan úlceras y hemorragias en el sistema digestivo y causan a los infantes hiperactividad. A medida que se avanza en la lectura, Rius va soltando consejos prácticos como el siguiente: "nunca compre latas golpeadas: con los golpes, sueltan el plomo que es peligrosísimo para la salud", cita datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) e informaciones como el hecho de que se calcula que "un niño gringo, al cumplir 12 años de edad, ya se ha tragado más de 2 kilos de inocentes colorantes".
Más que llevarnos a perder el apetito, esta lectura podría llevarnos a cambiar nuestros hábitos alimenticios, pero si después de leerlo usted decide seguir igual, pues como concluye el caricaturista, "que con su pan se lo coman" (Patricia Vega)