Ecológica, 4 de diciembre del 2000   

Los retos del agua en el Distrito Federal

Fernando Menéndez Garza

Director General de Eco.fin Consultores

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El territorio del Distrito Federal se divide en zona urbana -42 por ciento- y suelo de conservación -58 por ciento-. Esta última zona, que incluye básicamente las montañas que rodean la ciudad, se integra así: 44 por ciento de bosques, 38 por ciento de áreas agropecuarias y pastizales y un 13 por ciento que se encuentra ocupado por una progresiva urbanización que, en las últimas décadas, ha avanzado sin freno alguno. Es en este suelo de conservación donde se efectúa la mayor parte de la recarga de los acuíferos que abastecen el 60 por ciento del consumo de agua de la Ciudad de México. El 40 restante proviene de las cuencas de los ríos Lerma y Cutzamala.

El Distrito Federal y la zona conurbada del estado de México se alimentan de las mismas fuentes. Los 18 millones de habitantes de la zona metropolitana del valle de México actualmente reciben 65 metros cúbicos por segundo de agua. De ellos, 43.4 metros cúbicos provienen de sus aguas subterráneas, 14.5 del Cutzamala, 5.9 del Lerma y 1.2 de aprovechamientos superficiales. El déficit acumulado en el DF alcanza tres metros cúbicos por segundo, mientras que el déficit en el estado de México ya llegó a los 10 metros cúbicos por segundo.

En la medida en que crece la población asentada en el altiplano y se agota la capacidad de las fuentes regionales de agua es previsible que se generen importantes conflictos sociales y políticos. En ese caso, el Distrito Federal puede llevar la peor parte.

Aunque el Distrito Federal necesita más agua, es probable que en el futuro reciba menos de sus fuentes externas. La ya histórica resistencia social de los habitantes del Temascaltepec a que se les expropie su agua para el consumo del valle de México (recientemente se les sumaron agricultores de los estados de Guerrero y Michoacán, que también se verían afectados) hace poco probable que los cuatro metros cúbicos por segundo esperados de esa fuente lleguen a obtenerse. También se puede prever que el abastecimiento que se recibe del Lerma se reoriente para satisfacer el crecimiento urbano del valle de Toluca y que los volúmenes que ahora se reciben del Cutzamala progresivamente se vayan dirigiendo a atender el acelerado crecimiento de la población (tres por ciento anual) que se asienta en la zona del estado de México conurbada con el Distrito Federal. Después de todo, los habitantes de la vecina entidad podrán argumentar que es agua que proviene de cuencas localizadas allí.

ƑQué sucede con las fuentes propias del Distrito Federal? Hoy en día se estima que su suelo de conservación recibe un volumen de lluvia equivalente al 70 por ciento de su consumo. Sin embargo, de este total un 1.4 por ciento se aprovecha capturado en manantiales, 19.2 por ciento se queda en los primeros metros de suelo donde atiende las necesidades de los ecosistemas, mientras apenas el 12.5 por ciento del agua que llueve dentro del suelo de conservación se infiltra naturalmente para recargar el acuífero. Otro 60 por ciento se evapotranspira y/o se evapora.

En este último rubro es donde la existencia de un bosque sólido dentro de un ecosistema sano puede retener mayores niveles de humedad en el suelo que incrementen la percolación de agua hacia el acuífero. Finalmente se estima que más del seis por ciento de la lluvia recibida escurre por las cañadas y es captada por el drenaje urbano, que la lleva al drenaje profundo y es desalojada fuera del valle de México en calidad de aguas negras. Aunque seis por ciento pareciera poco, son 107 millones de metros cúbicos al año. Un volumen equivalente al consumo de 1.6 millones de habitantes (a 180 litros diarios por persona) que debiera captarse y aprovecharse.

Para lograrlo es necesario conservar los ecosistemas naturales y crear la infraestructura hidráulica necesaria para aumentar la captura de agua de lluvia dentro del suelo de conservación. Estos volúmenes adicionales permitirían apoyar la sustentabilidad de sus ecosistemas, incrementar el abasto a la población y recargar artificialmente los acuíferos. Para ello se requiere que los campesinos dueños del suelo de conservación reciban una compensación económica por mantener las condiciones naturales de los ecosistemas y permitir la construcción de infraestructura hidráulica de captación.

No podemos olvidar que el suelo de conservación tiene dueños y que éstos requieren derivar de él un sustento decoroso. Hoy, ellos no reciben compensación alguna por el agua que sus bosques capturan para beneficio de los habitantes urbanos. Así, no es de extrañarse que progresivamente vayan talando los bosques para venderlos como madera, para luego utilizar la tierra en actividades agrícolas, y después de que la tierra se erosiona, la zona sea vendida para que sobre ella se instalen viviendas que van disminuyendo la capacidad de recarga. Tenemos que pagarles a los campesinos por "sembrar" el agua que la ciudad "cosecha".

El Distrito Federal recibe 35.5 metros cúbicos por segundo de agua. De los ocho millones 800 mil habitantes que tiene, más de un millón de personas la recibe por tandeo pese a contar con redes de distribución. Otros 190 mil habitantes que se asientan en áreas irregulares reciben 10 millones de litros en forma gratuita a través de camiones-cisterna. No obstante, se estima que ya se ha acumulado un déficit de tres metros cúbicos por segundo que tiene que ser atendido.

Dentro del Distrito Federal, debe estudiarse la posibilidad de atender la demanda de agua de la zona oriente de la ciudad canalizando por el Acuaférico un volumen importante de agua de lluvia que se podría captar en el suelo de conservación. Así se aprovecharía una cuantiosa inversión que ahora casi no se utiliza (el túnel se diseñó para transportar 19 mil litros por segundo y actualmente lleva alrededor de 400) y que básicamente sólo requiere de su revestimiento final.

Es necesario crear conciencia de que el abasto de agua para la zona metropolitana del valle de México está llegando rápidamente a su límite, por lo que tendremos que ampliar el bienestar social y el crecimiento económico con los mismos volúmenes de dotación actuales. Pero la política de uso del agua vigente es a todas luces insostenible. Es absurdo extraer el agua de 300 metros de profundidad sobreexplotando el acuífero o traerla de 127 kilómetros de distancia y bombearla a mil metros de altura, para usarla una sola vez y desalojarla fuera de nuestra cuenca. Si el volumen que ahora inyectamos a la red fuera utilizado dos veces, no tendríamos que sobreexplotar el acuífero del valle de México, la ciudad no se hundiría, las redes que distribuyen el agua tampoco se quebrarían, ni se agrietaría el subsuelo -lo que está facilitando la penetración de aguas residuales que contaminan los acuíferos.

Es necesario establecer una red de monitoreo que detecte la descarga de aguas contaminadas por encima de los parámetros permisibles para evitar que se dificulte y encarezca su tratamiento y reaprovechamiento. Hoy operan 17 plantas de tratamiento de aguas residuales en el Distrito Federal, pero éstas sólo limpian el 18 por ciento del total disponible. De este total, sólo 500 litros por segundo se destinan a proyectos de recarga del acuífero, cuando se estima que la sobreexplotación es más de 10 mil litros por segundo. Por otro lado, todavía tenemos un gran potencial para promover la sustitución de agua potable por residual tratada en múltiples industrias, servicios, agricultura, actividades recreativas y ambientales.

La principal barrera que limita el reciclaje de agua residual es económica. Este problema se puede resolver través de un manejo de precios. El costo de captar agua residual debe ser comparativamente tan bajo en relación al del agua potable que permita amortizar la inversión necesaria para su tratamiento y aun hacer económicamente atractivo su uso en sustitución del agua potable. Este esquema impulsaría al sector privado a invertir en la construcción de plantas de tratamiento y en la utilización de aguas residuales. Hoy ya existen tecnologías económicamente atractivas para tratar casi cualquier volumen de agua residual para su reúso.

Hacia el interior del sistema de distribución, también hay que acelerar los programas. La Comisión de Aguas del Distrito Federal ha informado que sólo se cobra el 53 por ciento del agua inyectada a la red de distribución. Otro 32 se pierde en fugas y estima que un 15 por ciento adicional la está consumiendo quien no la paga. Por ello hay que terminar la instalación del sistema de medición del abasto y mejorar los sistemas de cobro de consumos.

La Dirección General de Construcción y Operación Hidráulica del Gobierno del Distrito Federal ha reportado que anualmente se detectan alrededor de 30 mil fugas. Se estima que se pierden 12 mil litros de agua por segundo. Es viable recuperar hasta seis mil litros. Un programa intensivo de reparación de fugas costaría, a largo plazo, menos de la mitad de la inversión que se requiere para traer el agua desde el Temascaltepec. Para lograrlo, hay que ir sustituyendo los 12 mil kilómetros de red por tubería más flexible de polietileno y detener la sobreexplotación de los acuíferos para evitar los asentamientos diferenciales del suelo.

Protegiendo a la población de más bajos ingresos y menor consumo, también es necesario reducir los subsidios al consumo. Ahora se subsidian dos terceras partes del costo de dotar el agua. El padrón de contribuyentes asciende a un millón 700 mil tomas de las cuales el 64 por ciento paga en promedio sólo un peso con 20 centavos diariamente. En el Distrito Federal existen al menos 300 pozos particulares que están en manos de industriales, que carecen de un control estricto en su explotación y cuyo caudal rebasa el millón de metros cúbicos.

Los industriales pagan sólo 20 centavos por metro cúbico a la Comisión Nacional del Agua. En comparación, el agua en bloque le cuesta al Gobierno del Distrito Federal, en promedio, 3.60 pesos el metro cúbico (y más de 5.50 pesos si se le agregan los costos de administración y distribución).

En resumen: es necesario aprender a ahorrar agua porque, si a futuro hay que traerla del Temascaltepec, se tendrían que invertir casi 5 mil millones de pesos y el metro cúbico en bloque costaría más de 10 pesos.

Antes de que sea demasiado tarde es necesario actuar simultáneamente en todos estos frentes para darle sustentabilidad al abasto de agua.


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