Rodolfo Lacy
Socio director de Especialistas Ambientales, sa de cv
El control de las emisiones vehiculares y su verificación periódica es, sin duda, el único mecanismo posible para mejorar la calidad del aire en el corto plazo. Mientras la estructura vial y de transporte colectivo en la Ciudad de México son cada día más deficientes y caóticos, el avance de la tecnología automotriz y de combustibles en la última década ha permitido que la contaminación se reduzca, disminuyendo así los riesgos de un colapso en la salud de los habitantes del valle de México.
Aquí, los autos seguirán siendo la principal fuente de contaminación atmosférica. De acuerdo con los últimos datos de la Comisión Ambiental Metropolitana, en la capital circulan alrededor de 3 millones 200 mil vehículos cuyas emisiones representan el 75 por ciento del total de contaminantes emitidos a la atmósfera, pues queman diariamente más de 20 millones de litros de gasolina. La edad promedio de uso del automóvil en la ciudad es superior a nueve años, lo que provoca que más del 40 por ciento de los vehículos aún operen con motores de carburador ųtecnológicamente atrasados y altamente contaminantesų que requieren de afinaciones cada seis meses. Por ese motivo, los autos se verifican dos veces por año con procedimientos dinámicos estrictos, obligación que ninguna otra ciudad del mundo tiene.
El actual programa de verificación vehicular es el resultado de un esfuerzo técnico y administrativo de los sectores gubernamental y privado automotriz que inició el Departamento del Distrito Federal hace 25 años. Al mes de septiembre del 2000, operaban 161 verificentros, 84 en el estado de México y 77 en el Distrito Federal.
El programa inició como obligatorio en 1988, después de doce años de evolución continua, donde cada año se hacían modificaciones al marco regulatorio y se solicitaban inversiones nuevas. Los verificentros son actualmente empresas autosostenibles que brindan un servicio bajo una imagen y procedimientos únicos y propios. Su operación es auditable pues incluye sistemas redundantes de seguridad y aseguramiento de calidad en el servicio. Poseen vigilancia en video, conteo electrónico de entrada, salida y tiempo de espera y permanencia vehicular, registro electrónico de todos los pagos, pruebas y operaciones realizadas, así como certificaciones ISO-9002 basadas en un conjunto de procedimientos decantados por la práctica y experiencia adquiridas.
Por su parte, el gobierno ha desarrollado y fortalecido su propia capacidad de gestión y administración del programa haciendo frente a los objetivos de reducción de contaminantes de origen vehicular. Posee sistemas computarizados de administración del programa, con software propio, papelería de seguridad (con engomados holográficos) y programas de inspección y auditoría externa. Así, el programa funciona con una red de instituciones, prestadores de servicio y proveedores que le permite hacer frente a cerca de seis millones de verificaciones anuales.
Sin embargo, la verificación vehicular obligatoria tiene implícita una resistencia por parte de los propietarios de vehículos que se sienten agredidos por el gobierno con trámites y pagos cuyos objetivos no logran entender plenamente. La regulación y vigilancia de los vehículos automotores es la experiencia más difícil en la gestión de la calidad del aire en la ciudad. El automóvil particular tiene una sobrevaloración social y un uso intensivo que limitan la posibilidad de tener un aire limpio en el mediano plazo.
Las deficiencias e ineficiencias regulatorias, administrativas y de control del Programa de Verificación Vehicular son aprovechadas por los particulares, transportistas, flotilleros de empresas y mecánicos para evitar la verificación o medrar con ella. En otras palabras, tratan de pasar la verificación sin afinar o reparar los vehículos como es debido. Si no lo logran, buscan a un intermediario, preverificador o mecánico automotriz que les consiga la calcomanía mediante actos de corrupción e, inclusive, adquiriendo engomados robados.
Para ilustrar lo anterior, se pueden poner como ejemplo crítico a los taxistas, quizás el sector más corrompido y tolerado dentro del sistema. Los taxistas llegan al extremo de rentar motores completos para pasar la prueba de gases y muchos de ellos han obtenido engomados robados. Según datos del gobierno del Distrito Federal, existen 90 mil 400 taxis registrados, de los cuales sólo el 17 por ciento (15 mil 084) realizó legalmente su verificación el primer semestre del año 2000. No obstante, todos los taxistas lucen sus engomados.
Se ha detectado que la verificación vehicular en el Distrito Federal ha disminuido y la del estado de México ha aumentado. En 1997 se verificaron 2 millones 123 mil 545 vehículos en el Distrito Federal. Para el primer semestre del 2000, esta cifra bajó a un millón 407 mil 252, o sea 34 por ciento menos, que implica que más de 700 mil propietarios de vehículos decidieron no verificar o verificar en el estado de México, ya sea por comodidad o porque es más fácil obtener la calcomanía en los verificentros mexiquenses.
Otro problema importante del programa son los vehículos a diesel. Muchos de ellos, sin que se conozca su número exacto, tienen placas federales y evitan la verificación, obteniendo engomados de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, cuyos centros de análisis no están homologados a los de la Zona Metropolitana y poseen serias deficiencias operativas y tecnológicas. Desde el inicio del programa, los propietarios de vehículos a diesel se mostraron resistentes a la verificación vehicular. Las emisiones de humo negro visible son causa de protestas ciudadanas y de molestia para los automovilistas que realizan su verificación con puntualidad y correctamente.
No obstante la evolución positiva que ha tenido el programa desde 1988, éste todavía enfrenta problemas de diversa índole. Entre las principales debilidades del programa figuran:
Administración y operación desigual entre el Distrito Federal, el estado de México y la Secretaría de Comunicaciones y Transporte
* Los verificentros del DF están mejor equipados y operan mejor que los del estado de México, en especial si se comparan con los de los municipios mexiquenses no metropolitanos.
* Los verificentros del estado de México están vinculados física y empresarialmente a talleres mecánicos; la corrupción es mayor y evidente.
* No existen verificentros autorizados por la sct.
* No hay una adecuada coordinación entre las autoridades ambientales y las policías viales y de caminos.
* Ya no existe un programa de comunicación social en TV y radio que motive e informe a los automovilistas sobre el cumplimiento de la verificación vehicular.
* Se ha creado una red de talleres de preverificación cuyos servicios no están regulados y se vinculan con actos de corrupción.
* Los cambios de administración dentro del gobierno, con o sin cambios de partido político, han motivado la salida de funcionarios capacitados, presentándose discontinuidad y relajamiento en las formas de operación y control.
* Escasa o nula vigilancia en la vialidad.
* No hay operativos eficaces de detención y sanción a vehículos que no posean una calcomanía vigente de verificación vehicular. Ante la ausencia de un control estricto en la vialidad, muchos automovilistas ya no realizan el trámite
* Los vehículos a diesel con placa federal son los principales emisores de humo negro visible. Sin embargo, la sct no realiza operativos permanentes de detención y sanción.
* Robo de papelería oficial (certificados y engomados). En lo que va del año 2000 se han registrado 29 robos de calcomanías, que suman 14 mil 48 engomados.
Hacia el futuro
El Programa de Verificación Vehicular requiere de varias medidas para mejorar su eficiencia en la reducción de contaminantes emitidos al aire. Mientras el sector transporte sea la principal fuente de emisión, la verificación de gases contaminantes de escape será la columna vertebral del control para tan importante fuente de emisión. El programa no sólo induce el mantenimiento mecánico de los vehículos automotores: es un mecanismo para la aplicación de incentivos dirigidos a acelerar la renovación de la flota vehicular y el registro de autos en circulación dentro del valle de México.
Para lograr el aumento de la eficiencia de detección y control de vehículos contaminantes, es necesario introducir nuevas tecnologías en los procedimientos de prueba para la detección ųdentro y fuera de los verificentrosų de vehículos que emitan contaminación fuera de norma y/o que sean ostensiblemente contaminantes. Entre éstas, se recomiendan las siguientes cinco acciones tecnológicas:
1. Aplicación del túnel de dilución dentro del procedimiento vigente de prueba (PAS 5024-2540). El objetivo sería aprovechar la infraestructura actual de los verificentros para obtener resultados de los cinco gases en gramos por kilómetro, para así comparar con las emisiones normadas en vehículos nuevos.
2. Utilización regular de sensores remotos. Las tres campañas de colección de datos con sensores remotos de infrarrojo que se han realizado en la ciudad, permiten suponer que es posible emplear esta tecnología en dos aplicaciones seguras: detección de vehículos altamente contaminantes en la vialidad y detección de vehículos limpios que pueden acceder de una manera rápida a la calcomanía cero y doble cero. Lo primero puede realizarse en la vialidad por parte de las autoridades y lo segundo en verificentros especializados, dado el alto costo del aparato de detección.
3. Introducción del "escaneo" de OBDII en vehículos nuevos. Los vehículos que actualmente pueden acceder a calcomanía doble cero, modelos 1999 y 2000, pueden ser verificados electrónicamente, sin prueba en dinamómetro, vía un escaneo o lectura de códigos electrónicos de falla de los registros de la computadora a bordo.
4. Introducción de pruebas dinámicas con carga para vehículos a diesel. Debe ser más estricta, en especial para el transporte público de pasajeros y los camiones de carga que circulan continuamente dentro del valle de México.
5. Introducción de pruebas de hermeticidad. Utilizando el orificio destinado al tapón del tanque de gasolina, es posible llevar a cabo un procedimiento que pruebe la hermeticidad del sistema de almacenamiento y conducción interna de gasolina, el cual debe evitar emisiones evaporativas de hidrocarburos.
Para alcanzar mejores niveles de eficiencia, el Programa de Verificación Vehicular debe ser adoptado y homologado en sus regulaciones más estrictas por las tres entidades responsables de la flota vehicular en circulación dentro del valle de México: el Distrito Federal, el estado de México y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. De ser posible, estados colindantes con el valle de México (Hidalgo, Puebla y Morelos) deberían de adoptar el mismo sistema.
En el mediano plazo
Por la complejidad que esto implica y por las diferencias económicas que existen entre los propietarios de vehículos en cada estado, las siguientes acciones son las que se consideran de mayor relevancia en el mediano plazo:
Homologación total de los verificentros del DF y el estado de México. Esta acción, declarada en papel, no se ha podido llevar a la práctica por consideraciones unilaterales y concesiones a talleres mecánicos de parte de las autoridades ambientales del gobierno del estado de México. La situación ha traído consigo prácticas indebidas en la verificación, falta de control y actos de corrupción, donde actúan verdaderas mafias de preverificadores y vendedores de calcomanías robadas.
Creación de verificentros de la sct con pruebas dinámicas para vehículos con motores diesel. Algo indispensable para controlar los vehículos ostensiblemente contaminantes que circulan con placas federales y evitan el control de sus emisiones.
Integración de la "revista" (revisión técnica) a los verificentros. Considerando como base la homologación de concesionarios y procedimientos en el DF, estado de México y sct, un paso lógico para evitar que los vehículos utilitarios evadan su responsabilidad, es asociar la revisión técnica de seguridad con la verificación vehicular. Esta acción puede llevarse a cabo mediante licitación pública y bajo un número limitado de autorizaciones a efecto de que la inversión en equipos pueda ser recuperable.
Auditorías independientes, públicas y regulares. El Programa de Verificación Vehicular debe ser auditado regularmente, incluyendo a todas sus partes. Implicaría que la acción gubernamental, la de los verificentros y la de los propietarios de vehículos en la vialidad sea auditada por un organismo independiente, académico, ong o de empresa, que garantice objetividad y pueda emitir recomendaciones independientes de los compromisos o intereses políticos de las autoridades en turno.
Acoplamiento del sistema computarizado de verificación vehicular con los registros de vehículos automotores. Esta acción permitiría ligar la obtención de placas, el pago de tenencia y la verificación vehicular, acrecentando así el nivel de cumplimiento y la seguridad contra robo de vehículos y hologramas.
Centralización abierta de la información del programa de verificación. Los gobiernos del estado de México y del Distrito Federal debieran compartir y fusionar regularmente sus bases de datos sobre la verificación vehicular. En la actualidad no es posible conocer con oportunidad y certeza el número de vehículos verificados en el valle de México, pues las estadísticas se manejan por separado y con criterios de confidencialidad que no favorecen a una administración abierta y eficiente.