MIERCOLES 6 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť Carlos Montemayor Ť
El diálogo, otra vez
Al parecer, sorprendió a muchos la disposición del EZLN a negociar con el gobierno de Vicente Fox. En realidad, han olvidado que el EZLN estuvo siempre dispuesto al diálogo y que el único que se resistió a la negociación política durante los últimos seis años fue el gobierno mexicano. La administración de Ernesto Zedillo comenzó a dialogar como una medida dilatoria, porque aplicó desde marzo de 1995, sin que en ese momento fuera visible para nosotros, una estrategia de guerra que agravó el conflicto en Chiapas. Muchos pensamos que el gobierno mexicano negociaba la paz, no que administraba la guerra. Desde marzo de 1995, el gobierno de Ernesto Zedillo impulsó la formación de grupos paramilitares.
El EZLN se retiró de las negociaciones el 2 de septiembre de 1996, después de que el informe presidencial minimizó y dio la espalda a la negociación misma. Así lo explicó el EZLN:
"Después de los primeros acuerdos de San Andrés, en el tema de Derechos y Cultura Indígenas, el gobierno desplegó su estrategia de alargar el cumplimiento de estos acuerdos y dificultar hasta el absurdo cualquier medida que apuntara a su concreción... El gobierno aparenta que tiene disposición para hacerlo, pero de ninguna manera está dispuesto a modificar radicalmente la relación entre la nación y los indígenas mexicanos. Siete meses después, el llamado tema I de San Andrés está en cero, como si nada se hubiera dialogado, como si no se hubiera negociado nada, como si nada se hubiera acordado. Los acuerdos en Derechos y Cultura Indígenas no se han cumplido. Son sólo papel muerto".
El EZLN sigue dispuesto a reanudar el diálogo. No ha variado su disposición en los últimos seis años. Porque el EZLN nació, primordialmente, para dialogar. Ahora el nuevo gobierno de la República puede tomar el camino de la negociación o continuar con el agravamiento de la guerra. Las condiciones señaladas por el subcomandante Marcos para reanudar el diálogo son precisas. A tal precisión debe responderse con hechos, no con discursos donde la palabra "hechos" se repita al infinito. La desaparición de retenes y la concentración de patrullas militares en cuarteles es un cambio de rutina en el Ejército asentado en Chiapas, no un retiro de tropas, como los medios informativos y los comunicados oficiales quieren hacer creer.
Por otro lado, la desmilitarización no puede desligarse del otro proceso indispensable, el de la desparamilitarización. El Ejército debe asegurarse del desmantelamiento de los grupos paramilitares antes de retirarse de Chiapas. Cuando los agentes de la Procuraduría General de la República (PGR) fueron emboscados por los paramilitares de Miguel Utrilla, los soldados acuartelados a 200 metros de distancia no hicieron el menor intento por impedir el ataque ni para apoyar a las fuerzas federales. Ahora, con un militar a la cabeza de la PGR, difícilmente seguirán vivas las acciones penales iniciadas contra paramilitares en esa institución.
Las declaraciones del subcomandante Marcos no son aún la señal para echar las campanas a vuelo. Es necesario esperar la decisión del gobierno de la República. En las manos del gobierno de México vuelve a estar la decisión de la paz o de la guerra. Ernesto Zedillo prefirió la guerra y no la ganó, sino la agravó.
Vicente Fox tiene ahora la posibilidad de optar por la paz y el diálogo. La decisión debe tomarla ahora el nuevo gobierno mexicano. El reloj está corriendo hoy en el escritorio de Vicente Fox.