JUEVES 7 DE DICIEMBRE DE 2000

 


Ť Orlando Delgado Ť

Discurso y realidades

Tras una larga espera, finalmente el día llegó: el primero de diciembre Vicente Fox asumió la titularidad del Poder Ejecutivo. Lo hizo con un mensaje que constituye una pieza oratoria excepcional, que buscó incorporar los temas centrales que demandarán la atención de la Presidencia y que estableció definiciones políticas congruentes con un gobierno surgido de la voluntad de los electores y no, como en los tiempos del PRI, de la decisión autocrática del gobernante en turno.

Sin embargo, el discurso revela las grandes contradicciones que se enfrentarán en el curso de un gobierno que se propone, al mismo tiempo, avanzar en la reducción de la pobreza y garantizar el crecimiento con estabilidad.

Conciliar los planteos de "la justicia social es parte de una economía eficiente, no su adversaria", "el voto por la democracia es inseparable del voto por la equidad social", "la economía debe recuperar la dimensión moral y humanista para darle sentido y rumbo", "no todo puede ser resuelto por el Estado ni todo puede ser solucionado por el mercado", con enfáticas definiciones ortodoxas: "el programa económico de mi gobierno contempla un compromiso auténtico con la estabilidad y el crecimiento. Con las variables macroeconómicas no vamos a jugar. Vamos a actuar con plena disciplina", "no queremos victorias pírricas en el combate a la pobreza", "mantendremos la estabilidad macroeconómica porque representa ese orden, sin el cual lo ganado se pierde. Pero trabajaremos para convertirla en beneficios tangibles y concretos, en los bolsillos de cada mexicana y cada mexicano", no solamente será difícil sino contradictorio.

El compromiso fundamental es con la estabilidad y luego con el crecimiento; a su vez, el crecimiento permitirá atacar la pobreza y fomentar la equidad. El orden de estos factores es, precisamente, el de una lógica económica que privilegia los equilibrios macroeconómicos, frente a los requerimientos sociales urgentes; es la lógica económica que ha prevalecido en nuestro país desde hace 18 años y que ha provocado que la desigualdad se expanda, de modo que hoy, hoy, hoy, existen 70 millones de pobres, de los cuales 40 millones se encuentran en condiciones de pobreza extrema. El equipo económico foxista reconoce el problema advirtiendo que "México ya no quiere ni puede sobrevivir entre islas de riqueza y prosperidad, rodeadas por mares de riqueza", pero con las variables macro "no va a jugar", por ello, los llamados equilibrios fundamentales serán prioritarios.

En consecuencia, continuar con la reducción de la inflación, hasta alcanzar los niveles de 2-3 por ciento anual, como nuestros socios comerciales, normará el diseño entero de política económica: el resultado en finanzas públicas, la evolución del tipo de cambio, del déficit en la cuenta corriente, el ritmo de crecimiento de la economía; normará, en consecuencia, la lucha contra la pobreza y "la elevación gradual, pero sostenida, del nivel de vida de los trabajadores". Por ello, veremos que, como en los tiempos anteriores al primero de diciembre, la meta de inflación para el año próximo será el muro de contención del incremento salarial; otra vez se nos dirá que, como lo hizo el Presidente, "requerimos aumentar la productividad, crear la riqueza y distribuirla al mismo tiempo".

Así las cosas, necesariamente habrá momentos decisivos en los que haya que definir el destino de un gasto público que tiene severas limitaciones, las que sólo podrán ser relajadas con una reforma fiscal que verdaderamente "transforme la recaudación en motor del desarrollo"; sin embargo, se seguirá pensando que incrementos salariales superiores a la meta inflacionaria son perniciosos, mientras que incrementos sucesivos y desproporcionados de las tasas de interés son inocuos, lo mismo que los aumentos en los rendimientos otorgados por la Bolsa de Valores. Frente a una eventual reducción de los precios del crudo, el gobierno reducirá inmediatamente el gasto, buscando mantener un déficit en las finanzas públicas compatible con la inflación propuesta, señalando que el aumento de precios provoca mayor desigualdad, pero olvidando que la reducción de la inflación no mejora la equidad.

Es claro que, entonces, para Vicente Fox primero estará la disciplina macroeconómica; por fortuna, hay quien sostiene en los hechos una propuesta diferente: "para el bien de todos, primero los pobres".