VIERNES 8 DE DICIEMBRE DE 2000

Ť Fuentes decantó su decálogo para jóvenes escritores en El Colegio Nacional


El progreso científico no garantiza la ausencia de la barbarie moral y política

Ť El narrador mantiene vivas en la escritura la imaginación y el lenguaje, aseveró

Ť ''No se dejen seducir por el éxito inmediato ni por la ilusión de la inmortalidad''

fuentes-gitler-conf Arturo Jiménez Ť Ya no hay vanguardias ni dogmas, ''ni para la tradición ni para la renovación", dijo el escritor Carlos Fuentes en una conferencia en la que, como un maestro generoso, decantó para los jóvenes escritores lo que llamó un decálogo de recomendaciones.

''Y no hay vanguardias -continuó- porque el arte concebido como compañero de la novedad ha dejado de ser novedoso, porque la novedad era, a su vez, compañera del progreso y el progreso ha dejado de progresar". El siglo XX, dijo, legó una modernidad vulnerada. ''Hoy sabemos que el adelanto científico y técnico no asegura la ausencia de la barbarie moral y política".

Y completó: ''La respuesta artística a la crisis política o economicista de la modernidad ha sido la libertad de estilos practicamente ilimitada que permite al autor, y que libera de la triple tiranía: vanguardista, progresista, consumista". Pero Fuentes anotó una condición: ''Que la libertad no olvide nunca lo que le debe a la tradición y lo que la tradición le debe a la creación".

El autor de Aura remataba así el octavo punto de su decálogo, entraba al noveno y regresaba de ese modo a los primeros puntos de su conferencia Literatura: creación y tradición. Esta fue parte del módulo Proceso creativo que ayer se desarrolló en El Colegio Nacional, con las participaciones de Vicente Rojo, Mario Lavista, Alejandro Rossi y Samuel Gitler.

Fue una conferencia en la que también hizo una referencia al actual secretario de Educación Pública, tras hablar de la carestía de los libros y de que ello no es pretexto para no leer. ''Que haya librerías públicas abiertas a todos, que los jóvenes sepan que si no hay dinero para comprar libros, hay bibliotecas públicas donde leer libros. ƑMe escucha usted, señor secretario Reyes Tamez?".

Fuentes habló de la posición social del escritor, ''situado entre el pasado y el futuro, en un presente que le impide sustraerse a la situación política", y aclaró:

''Esto no lo digo a la manera del obligado compromiso sartreano, sino a partir del libre compromiso ciudadano: el escritor cumple con su función social manteniendo vivas en la escritura la imaginación y el lenguaje. Aunque no tenga opiniones políticas, el escritor, le plazca o no, contribuye a la vida de la ciudad, la polis, con el vuelo de la imaginación y la raíz del lenguaje.

''No hay sociedades libres sin ellas y no es fortuito que los regímenes totalitarios traten de silenciar primero a los escritores". Con su actividad, concluía, da ''vida, circunstancia, carne, voz" a las eternas preguntas de hombres y mujeres en su breve tránsito por la tierra. Y preguntó: ''ƑCuál es la relación entre libertad y fatalidad?, Ƒen qué medida podemos novelar nuestro propio destino?, Ƒqué parte de nuestras vidas se adapta al cambio y qué parte a la permanencia?

Disciplina y mucha, mucha lectura

El punto uno del decálogo de Fuentes para los jóvenes escritores fue la recomendación de ''la disciplina", en el que evocó a su maestro Alfonso Reyes escribiendo ya a las 5 de la mañana, en Cuernavaca, mientras el futuro autor de La región más transparente llegaba quizá de alguna parranda.

Y mencionó otra parte de la creación literaria, no lógica y sí misteriosa: el sueño.

La segunda recomendación fue ''leer mucho, vorazmente y pronto". Y de ahí surgieron diversas reflexiones sobre el estado actual de la lectura y nombres fundamentales como Salgari, Dumas, Verne, Stevenson, Dickens, Twain. ''ƑLos leen los niños de hoy, o pasan todo su tiempo en el Nintendo?", lanzó. O como Paz, Rulfo, Neruda, García Lorca, Cortázar, García Márquez.

En el punto tres habló de la tradición y la creación. ''Creo profundamente que no hay nueva creación literaria que no se sostenga sobre la tradición literaria. De la misma manera que no hay tradición que perviva sin la savia de la creación". No hay Lezama sin Góngora, y a la inversa, dijo.

Y así, en la cuarta recomendación reflexionó sobre la imaginación (un ''puente fuerte" entre la tradición y la creación). ''Imaginar es trascender o, por lo menos, darle sentido a la experiencia. Es convertir la experiencia en destino y salvar al destino, con suerte, de la fatalidad". La idea es, a partir de la imaginación y de la realidad, una ''realidad literaria"

En el quinto punto reflexionó acerca de la literatura y el tiempo. ''La literatura transforma la historia, los hechos. Lo que sucede en el campo de batalla militar de Waterloo lo transforma en poesía, en ficción". En el sexto bordó sobre lenguaje y literatura, la cual ''restaura la comunidad perdida".

En el séptimo apuntó: ''Recomiendo al joven escritor no ocuparse ni preocuparse demasiado por la reseña periodística. Pero no seamos hipócritas: agradecemos las reseñas positivas, deploramos las negativas y admiramos a Susan Sontag porque no lee ni las unas ni las otras".

En el octavo pidió: ''No se dejen seducir ni por el éxito inmediato ni por la ilusión de la inmortalidad". La mayoría de los best-sellers de una temporada, dijo, se pierden pronto en el olvido y el back-seller de hoy puede ser el long-seller de mañana. ''La lección: sean ustedes fieles a sí mismos, escuchen la voz profunda de su vocación, asuman el riesgo tanto de lo clásico como de lo experimental".

''El décimo mandamiento lo dejo en manos de todos, de su imaginación, de su palabra y de su libertad".