DOMINGO 10 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť Crisis en el gobierno y en la coalición oficial
De la Rúa cumple hoy un año en el poder; decepción de adeptos
Ť Los cambios aún no han llegado y continúa la política de Menem
Ť Tampoco se ha cumplido la promesa de castigar a los corruptos
Stella Calloni, corresponsal, Buenos Aires, 9 de diciembre Ť Hace sólo un año, miles de enfervorizados argentinos festejaban el arribo al gobierno de la coalición integrada por la socialdemócrata Unión Cívica Radical y el centroizquierdista Frente País Solidario (Frepaso), pero en sólo 12 meses el agua que pasó debajo del puente lo desbordó todo.
El día de su primer aniversario el gobierno espera protestas sociales, un nuevo debate del presupuesto y más presiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) para endurecer su política económica neoliberal.
Mientras tanto, se acentúan las divisiones internas, y en materia de política exterior, el Mercado Común del Sur (Mercosur) le asestó un golpe a la mandíbula a Argentina con el acuerdo de libre comercio de Chile con Estados Unidos.
El opositor Partido Justicialista lo ha dejado sin salidas en el caso de los presos del asalto al cuartel de La Tablada, en huelga de hambre desde hace más de tres meses y ante cuyo drama el gobierno no se atreve a tomar la única solución posible.
Para los analistas, la continuación del modelo de "neoliberalismo brutal" --que impuso el ex presidente Carlos Menem en los 10 años de su gobierno-- por parte del presidente Fernando de la Rúa, ha roto todas las esperanzas de quienes votaron por un cambio en octubre de 1999.
Y es que la unión de partidos llamada Alianza heredó un campo minado en el que quedaban por aplicar las medidas más impopulares que desataron verdaderas rebeliones sociales en el país.
El gobierno festeja --si es que puede hacerlo-- su primer año después de la mayor huelga general de los últimos años, y tras haber aprobado un intempestivo aumento en las tarifas del transporte que motivó que dirigentes de organismos de defensa del consumidor reunieran en horas más de 100 mil firmas en contra, para que más tarde un juez considerara ilegal la medida.
Presionado por el FMI, el gobierno debió imponer su presupuesto para el año 2001, que fue rechazado, debatido y modificado en el Senado. El presupuesto aún debe ser aprobado por los diputados, mientras que el gobierno recalca la necesidad de que el documento sea aceptado por el FMI para garantizar un rescate.
Al tiempo que continúan protestas por rebajas de salarios anticonstitucionales dispuestas a través de una reforma laboral aprobada en abril pasado, también sigue en entredicho el escándalo que estalló al surgir acusaciones de que desde algún lugar del Ejecutivo se pagó a senadores opositores para dar el sí a dicha ley.
El escándalo terminó en octubre pasado como nadie lo esperaba, con la renuncia del entonces vicepresidente y líder de Frepaso, Carlos Chacho Alvarez, el principal crítico del escándalo.
Esta dimisión arrastró al empresario Fernando de Santibáñez, amigo del presidente y colocado en la Secretaría de Inteligencia del Estado, quien fue acusado por aliancistas de espiar y perseguir al Frepaso y al propio Alvarez por encargo de personajes de establishment estadunidense que que- rían alejar a la izquierda de la Alianza del gobierno argentino, así fuera la moderada izquierda de Frepaso.
La difícil y endeble unidad
Hoy, la coalición de partidos oficiales pende de un hilo pues los frepasistas votan contra los proyectos gubernamentales pues consideran que sólo así están "cumpliendo con el programa de la Alianza, que fue olvidado desde el poder".
El gobierno de De la Rúa tampoco cumplió su promesa de ser implacable con los corruptos del gobierno anterior: todos esperaban castigo para los que se llevaron sumas millonarias producto de la venta de las empresas estatales, pese a lo cual existe un escandaloso déficit heredado de casi 11 mil millones de dólares, que es una de las mayores trabas para el gobierno.
La mayoría de los analistas estiman que "no ha existido una decisión política profunda de cambio". La propia debilidad del gobierno hace posible hoy que el ex presidente Carlos Menem se haya dado el lujo de decir en entrevista televisiva que él dejó una economía funcionando "en las mejores condiciones de la historia", con 36 mil millones de dólares de reserva en el Banco Central y 20 mil millones de dólares en el sector privado de las jubilaciones.
Afirmó que "esta herencia en lugar de caer en hijos prodigiosos capaces, cayó en manos de hijos pródigos. Esto de echarle la culpa a la herencia recibida es un argumento a partir de la falta de conducción, de la falta de capacidad."
Menem atribuyó esta situación al "conventillo" que son las luchas internas de la Alianza y a su falta de liderazgo político, y sólo espera que gane la presidencia estadunidense su amigo republicano George W. Bush para lanzar a fondo su campaña para volver a la presidencia en el año 2003.
Dado que nadie ignoraba que la deuda social dejada por el menemismo era brutal, desde un principio muchos analistas advirtieron a De la Rúa que si él no cumplía con la promesa de darle urgente atención, la rebeldía popular, ya desatada durante el anterior gobierno no podría contenerse, y además le alertaron sobre la importancia de guardar tacto político hacia quienes le habían permitido el triunfo.
"La sociedad espera un cambio de rumbo desde hace meses, pero lo que vimos fue que todo se mantenía en los términos del gobierno saliente. Se necesitaba privilegiar la redistribución equitativa del ingreso, la aplicación de políticas tributarias que graven las rentas, y no el trabajo o el consumo, la protección y expansión del mercado interno, el aliento a la producción industrial y agropecuaria y el fomento de un crédito no usuario. Restituir a la política y al estado un protagonismo activo", señalaron los socialistas, quienes advirtieron que "no se puede avalar una política continuista en lo económico y lo social" y que los sucesivos ajustes conducen a mayor recesión y desempleo, mayor exclusión y mayor transferencia de riqueza aún más agresiva".
Los socialistas y varios militantes del Frepaso recuerdan que después del 10 de diciembre de 1999 "hubo una serie de pronunciamientos políticos del gobierno no consultados con los partidos de la Alianza", y algunos de ellos estaban vinculados con la política exterior, como el voto contra levantar el embargo a Cuba emitido en Ginebra. Todos esperaban una política exterior diferenciada del servil sometimiento menemista a Washington.
El veto argentino contra Cuba no fue solamente un acto de alineamiento con el Departamento de Estado estadunidense, sino que que marcó definiciones que no podían aceptar los partidos de izquierda de la Alianza, pues no se cumplía la promesa electoral del bloque, en cuanto a priorizar los vínculos con Brasil y otros países vecinos, con los componentes del Mercosur.
Hubo muchas acciones oficiales inconsultas con la Alianza en pleno, lo que finalmente provocó el distanciamiento de esos partidos políticos y la crisis partidaria que hoy se vive en el gobierno.