EUROPA-ESTADOS UNIDOS: DIFERENCIAS CRECIENTES
La reunión cumbre de Niza de la Unión Europea
ocupó los medios de información sobre todo por la enorme
manifestación internacional obrera que marcó su primer día
y, después, por los enfrentamientos con los llamados globalifóbicos,
o sea con quienes proponen aplicar impuestos --como la tasa Tobin-- al
capital especulativo o luchan por una alternativa al neoliberalismo. Pero,
aunque menos espectacular, el forcejeo que se produjo en las mesas de negociación
y la línea que está emergiendo de la reunión tienen
grandes implicaciones. La reorganización de las instituciones europeas
y el requilibrio de las relaciones de fuerzas políticas entre los
principales países, así como las políticas social,
militar y de rearme adoptadas, tendrán un fuerte impacto en la disputa
por la hegemonía entre Estados Unidos y Europa.
Una resolución especialmente importante afecta
a los sociedades anónimas europeas, que ya no podrán seguir
jugando con las diferencias salariales y de condiciones de trabajo entre
los diferentes países, pues los trabajadores tendrán iguales
condiciones y derechos en cualquiera de las sedes nacionales de dichas
sociedades. Fue igualmente aprobada la agenda social, con su estrategia
contra la desocupación, la exclusión y toda forma de discriminación,
lo cual se reflejará en los costos de los productos del viejo continente,
pues éste, por razones históricas y dada la fuerza de su
movimiento sindical, no puede tratar a la mano de obra del mismo modo que
en Estados Unidos. Además, los Quince reiteraron su apego a la aplicación
del Protocolo de Kyoto sobre la reducción de las emanaciones de
gases nocivos para el ambiente hasta el 2002, manteniendo así su
presión sobre Estados Unidos. Este país desde la Cumbre de
Río se niega a firmar cualquier compromiso al respecto e insiste,
por el contrario, en comprar a países menos desarrollados su cuota
de contaminación para poder seguir con su despilfarro de energía
fósil tan dañino para el ambiente a escala mundial.
Por otra parte, como desde hace tres años disminuye
la desocupación en Europa y el crecimiento medio de la economía
es de 3.5 por ciento anual, no sólo aumenta la competitividad frente
a Estados Unidos sino que también los Quince pueden encarar más
tranquilos la absorción de los países de Europa oriental
y la ampliación de la Unión Europea hacia el este, que Washington
ambiciona hegemonizar. Al respecto, en Niza se expresó el deseo
de que en el 2004 voten en las elecciones para el Parlamento Europeo los
ciudadanos de los nuevos países que se incorporen a la unión.
La Cumbre de los Quince resolvió además
analizar todos los vacunos de más de 30 meses y extender ese control
"anti vaca loca" a todos los animales que entran en el circuito alimentario,
así como crear una autoridad alimentaria dentro de dos años.
Sin embargo, no todo son rosas: los puntos en conflicto
siguen siendo principalmente el equilibrio del poder en las instituciones
de la Unión Europea y la cuestión de la defensa, que Francia
exige esté separada del mando de la Organización del Tratado
del Atlántico Norte, porque en la guerra contra Yugoslavia Estados
Unidos ni siquiera consultó a sus aliados sobre la selección
de los objetivos ni les informó sobre los resultados de los ataques
aéreos.
Sobre el primer punto, aunque podría mantenerse
la representación paritaria francoalemana (que Shroeder quiere modificar
a favor de su país), los países chicos insisten en asegurarse
una mayoría de bloqueo de decisiones que hoy poseen "los grandes".
Sobre el segundo, es evidente que si Europa tuviese una industria de armamentos
y un ejército no dependientes de Estados Unidos podría "dar
músculos" a su predominio comercial y, por consiguiente, la lucha
por la hegemonía económica mundial entraría en una
fase diferente. |