JUEVES 14 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť Acepta Gore "la finalidad del resultado", pero en desacuerdo con la Corte
George W. Bush ganó la batalla electoral; llama a la unidad
Ť El republicano llega al poder pese a haber ganado el voto de menos de la cuarta parte del electorado
Ť Habló con el texano y lo felicitó por convertirse en el presidente número 43, anunció el demócrata
Ť El próximo mandatario afirmó que no fue electo para servir a un partido, sino toda a una nación
Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 13 de diciembre Ť El republicano George W. Bush es desde hoy presidente electo de Estados Unidos, pero asumirá el poder tras haber ganado sólo el voto de menos de una cuarta parte del electorado y después de un proceso controvertido que muchos consideran que hubiera perdido si hubiera procedido el recuento pleno de los votos en Florida.
El triunfo del gobernador texano esta noche fue confirmado con la concesión de la elección de su contrincante demócrata Al Gore. "Hace sólo un momento hablé con George W. Bush y lo felicité por convertirse en el presidente número 43 de Estados Unidos", declaró Gore en un discurso trasmitido en vivo desde esta capital por los principales medios electrónicos.
"Que no quede duda, aunque estoy en firme desacuerdo con la decisión de la (Suprema) Corte, acepto la finalidad del resultado", dijo el demócrata.
Así, Gore exhortó a los estadunidenses a unirse al próximo presidente en nombre del bien común del país y el patriotismo, y terminó su intervención con "Dios bendiga a Estados Unidos y al liderazgo (de Bush)".
Poco después Bush ocupó las frecuencias nacionales desde la capital de Texas, Austin, para aceptar su triunfo y pedir a los estadunidenses unidad nacional.
"No fui electo para servir a un partido, sino para servir a una nación", declaró, y subrayó que "necesitamos alzarnos por encima de una casa dividida" y promover la cooperación y el consenso en Washington.
Reiteró sus propuestas para educación, seguro social y fortalecer las fuerzas armadas, entre otros puntos, y señaló que la piedra angular de su gobierno será el "conservadurismo con compasión".
Después de elogiar a su contrincante demócrata, concluyó pidiendo a los estadunidenses "rezar por este país... por mí... y por el vicepresidente Gore", y agregó que "con la ayuda de Dios avanzaremos".
Su discurso fue pronunciado ante la Cámara legislativa estatal de Texas, controlada por los demócratas, y fue presentado por un legislador demócrata como parte de la coreografía para proyectar al país una imagen bipartidista.
Tanto Bush como Gore hablaron de la necesidad de "curar la herida" de este prolongado proceso electoral.
El presidente electo indicó que viajará a esta capital federal a principios de la próxima semana para reunirse con Gore y otros líderes de la cúpula política, como parte de su esfuerzo para proyectar la imagen de "unidad" ante el país.
Al mismo tiempo, el equipo de transición de Bush se instalará por fin en las oficinas designadas para el presidente electo cerca de la Casa Blanca, con el objetivo de proceder con el cambio de poder.
El equipo del republicano solamente cuenta con poco más de un mes, que finaliza el 20 de enero, cuando asumirá formalmente el poder como el presidente número 43 de Estados Unidos.
Pero sus dificultades apenas empiezan. Aunque Bush se convertirá en el primer presidente republicano en 50 años que estará en funciones al mismo tiempo que su partido goza del control de las dos cámaras del Congreso, también será instalado sin un mandato popular y con un serio cuestionamiento sobre la legitimidad del proceso electoral que lo llevó a la Casa Blanca.
Como gustan recordar sus críticos y opositores, Bush no ganó el voto popular nacional. De hecho, el ganador de ese voto popular es el derrotado Gore, debido al método del sufragio presidencial contado por estado en este país.
Esta es la primera vez desde que Estados Unidos extendió el sufragio efectivo a las mujeres y a los negros que un candidato que ganó la mayoría del voto popular perdió la elección presidencial (la última ocasión fue en 1888).
Con los 25 sufragios electorales obtenidos en Florida, Bush goza ahora de una mínima mayoría en el Colegio Electoral de 271 votos; se necesitan 270 para ganar.
No sólo no ganó Bush el voto popular, sino que asumirá la presidencia con el sufragio de menos de la cuarta parte de los ciudadanos con derecho al voto (la tasa de participación electoral fue de sólo 50 por ciento, y Bush ganó menos de la mitad de éstos).
Como resultado, el presidente electo se mudará a la Casa Blanca sin gozar de un mandato popular que podría ayudarle a promover iniciativas claves o propuestas en el Congreso y el resto del gobierno.
Esa percepción de su debilidad política permitirá que sus opositores, y hasta algunos de sus aliados, se atrevan a desafiarlo cuando les convenga.
Además, hay poderosos sectores políticos en este país, entre ellos la comunidad negra organizada y el movimiento sindical, que están convencidos de que Bush ganó sólo al evitar un recuento de miles de votos en Florida.
El diario Miami Herald ya había declarado que un conteo pleno de todos los votos, incluyendo las boletas disputadas, hubiera resultado en un triunfo del demócrata Al Gore. Y ahora, si dentro de unos meses, periodistas o académicos interesados llegaran a realizar un recuento del voto en Florida utilizando una norma universal, y descubren que Gore ganó la presidencia, pesarán más dudas sobre la legitimidad de Bush.
Pero nadie espera que Bush abandone la presidencia si eso llegara a suceder. De hecho, la familia Bush compite ahora con la de los Kennedy como una de las dinastías políticas de este país. Un Bush ha ocupado un puesto electoral en este país sin interrupción durante los últimos 48 años. Ahora, George W. Bush se convierte en el segundo hijo de un mandatario estadunidense en la historia en ocupar la ex oficina del padre.
Para que Bush supere las dudas de su legitimidad y encabece un gobierno efectivo, tendrá que convertir en hechos sus palabras de que es "unificador". Sus estrategas, que comenzarán a mudarse desde Austin a Washington, ya están dando los primeros pasos para ampliar el apoyo público del presidente electo e intentar formar alianzas con sectores moderados del Partido Demócrata y con "independientes".
De cierta manera, Bush está considerando emplear el modelo del nuevo gobierno de Vicente Fox para establecer un gobierno integrado por más que sólo "los íntimos" del presidente electo.
Por lo tanto, se especula que Bush considerará nombrar por lo menos uno o mas miembros del otro partido y/o figuras consideradas independientes a su gabinete.