VIERNES 15 DE DICIEMBRE DE 2000

 


Ť Marcos Roitman Rosenmann Ť

Democracia y restauración monárquica en España (1975-2000)

La muerte biológica del dictador Francisco Franco el 20 de noviembre de 1975 en España no significó un vacío de poder. La restauración monárquica se hizo realidad el mismo día de la muerte del dictador. El príncipe Juan Carlos de Borbón, futuro rey de España, había sido investido como sucesor de Alfonso XIII por las Cortes de la dictadura en 1969. Ese año jura fidelidad a las leyes del movimiento nacional y a Franco.

Francisco Franco y el régimen nacional-católico-falangista imponen una restauración monárquica donde el heredero legítimo, por línea paterna, el hijo de Alfonso XIII y padre de Juan Carlos de Borbón, el conde de Barcelona es desposeído de su derecho a la corona. Las discrepancias entre Franco y el conde de Barcelona llevan a éste a fijar su domicilio en Portugal con el beneplácito de la dictadura de Salazar.

Sin embargo, en momentos de euforia política, como fue el vivido tras la muerte biológica del dictador, se abrió la puerta a una amnesia histórica y se buscó cubrir los déficit de legitimidad democrática que poseía el elegido como futuro rey de España adscribiéndole señas democráticas inexistentes en su comportamiento como príncipe heredero.

Las acciones políticas destinadas a maquillar la cara y dejar libre de toda complicidad a la casa real de las atrocidades cometidas por la dictadura franquista se mostraban prioritarias. Más aún si consideramos que en septiembre de 1975, y con el dictador agonizando, se firma la sentencia de muerte de cinco jóvenes antifranquistas, fusilados ese mismo mes.

Muerto el dictador y coronado rey Juan Carlos I, se fuerza la renuncia del conde de Barcelona a disputar el trono para evitar así posibles enfrentamientos. Hecha pública la renuncia, Juan Carlos I, en su condición de rey, poseedor del título nobiliario de conde de Barcelona, cede sus derechos al padre y permite que éste siga manteniendo su nomenclatura.

La transición en España fue corta, no hubo vacío de poder. La monarquía borbónica fue impuesta como condición para restablecer el juego político y la acción de los partidos. El proyecto republicano se esfumaba, como también la posibilidad de una ruptura democrática. Se impuso la reforma y con ello triunfaba la célebre frase del dictador Francisco Franco: "Todo está atado y bien atado".

Los principales dirigentes de la transición sellaron un pacto donde la institución monárquica y la figura del rey Juan Carlos I no fuese cuestionada. Quienes defendieron un proyecto republicano, criticando la restauración borbónica como continuismo franquista y patrocinando la ruptura democrática, abandonaron la propuesta y asumieron el ritual cortesano realista. Se impuso la reforma política.

Si la transición en España tiene una fecha emblemática, ésta es el 6 de diciembre de 1978, año de promulgación de la actual Constitución. Sin embargo, hay consenso en señalar que el periodo de transición cubre toda una etapa que va desde la muerte biológica del dictador, noviembre de 1975, hasta el triunfo electoral del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), en octubre de 1982. En este periodo suceden la coronación del rey, el nombramiento de Adolfo Suárez, en sustitución de Arias Navarro en 1976, la celebración de elecciones constituyentes en 1977, los pactos de La Moncloa, en 1977, la legalización del PCE en 1977, el triunfo de Adolfo Suárez en 1978, su dimisión en febrero de 1981, el alzamiento militar del 23 de febrero de 1981, el ingreso de España en la OTAN, 1981, y el triunfo electoral del PSOE, en octubre de 1982.

ƑPor qué hacer este recuento? En primer lugar, es necesario recalcar cómo las luchas políticas en el proceso de transición no cuestionaron los orígenes espúreos de la sucesión monárquica, cuyos fundamentos de legitimidad provenían del régimen franquista. Hubo un acuerdo implícito en dotar de legitimidad a la casa real y el monarca. Es más, se legalizaron partidos políticos republicanos, con la condición de jurar fidelidad y lealtad a la corona, tal y como lo establece la Constitución. Se podría ser republicano en un orden monárquico.

La monarquía se va imponiendo y queda como una institución cuyo peso político se verá acrecentado tras el intento golpista del 23 de febrero de 1981. El asalto y secuestro de los parlamentarios reunidos en sesión plenaria durante el proceso de embestidura de Calvo Sotelo como sucesor de Adolfo Suárez, por el teniente-coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero, fue el punto de inflexión que fortaleció la figura del rey Juan Carlos I ante la sociedad española.

La idea de un posible proceso de involución política voló sobre muchas cabezas durante el tiempo que duró el secuestro de los parlamentarios ocurrido a las 18 horas y 23 minutos del 23 de febrero. Sin embargo, muchas horas debieron pasar hasta que el rey asumiera una posición clara. Si como capitán general de las fuerzas armadas Juan Carlos I debió abortar de inmediato el alzamiento anticonstitucional, no fue sino hasta la madrugada del día 24 de febrero, donde en discurso televisado expresa a la ciudadanía su decisión de abortar la intentona golpista, ordenando la detención de los conspiradores. A partir de ese momento, la figura de Juan Carlos I se asocia a las luchas por la democracia.

El grado de legitimidad de la corona ha sido complementado con el establecimiento de una sociedad cortesana donde la crítica y disconformidad con la forma y el fondo del advenimiento de la monarquía se entiende como un llamado a la desestabilización y el caos. Así, en todas las esferas del poder y de la sociedad civil, la crítica republicana es vista por la sociedad cortesana como un llamado poco a la subversión y el caos. Pero va más allá. Cualquier tipo de crítica cultural o social a los miembros de la casa real implica la exclusión a participar de la sociedad cortesana. Joaquín Sabina será eliminado de la lista de invitados a las celebraciones reales tras escribir una letra musical donde parodia a la familia real.

Igualmente se ha construido una imagen donde la figura del rey se ubica por encima de los avatares políticos de contingencia. Rey de todos los españoles. Sin embargo, Juan Carlos I, rompiendo esta imagen, participará del referéndum convocado para decidir la pertenencia de España en la OTAN en 1986. Vestido con las galas y el traje de capitán-general de las fuerzas armadas se presentó en la mesa de votación a primera hora. Su imagen introduciendo el voto en la urna se emitió durante todo el día de votación. ƑCabe dudar el sentido de su voto?

Quisiera, por último, llamar la atención a una circunstancia actual que evidencia el sentido del proyecto de restauración monárquica en España. La detención por genocidio, terrorismo y torturas del dictador chileno Augusto Pinochet en Londres puso en evidencia que: no existen razones de Estado ni menos aún de legitimidad política que ampare actos criminales. Todos los ciudadanos están sometidos a la acción penal de la justicia. Sin embargo, en España, su Constitución política garantiza y otorga impunidad al rey eximiéndolo de responsabilidades penales. ƑReformará España su Constitución a fin de someter al monarca a la acción de la justicia internacional en caso de actos delictivos de lesa humanidad adecuando su legislación al Tratado de Roma?

Quizás haya sido esta circunstancia lo que llevó a la corona a guardar silencio frente a la acción de su gobierno cuando éste promovió la libertad del dictador, a pesar de que sus crímenes sean actos que avergüenzan a toda la humanidad. Avalemos, pues, la petición del presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, quien solicitó "jocosamente" que Juan Carlos I sea restaurado como monarca en América Latina para garantizar la democracia. (šSin comentarios!)