SABADO 16 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť Amplio reconocimiento al nuevo mandatario mexicano en Washington
Se prevé compleja para Fox la relación con EU
Ť Pese a la actitud favorable, habrá un gobierno dividido que dificultará cualquier negociación
Jim Cason y David Brooks, corresponsales /I, Washington, DC, 15 de diciembre Ť Desde Washington, el nuevo gobierno de Vicente Fox Quesada es ovacionado por toda la clase política estadunidense. Pero a pesar de esa extraordinaria expresión de bienvenida y de la voluntad para trabajar conjuntamente para mejorar la relación bilateral, esta coyuntura, que parecería la mejor en mucho tiempo para los políticos en el Distrito Federal y Washington, también podría ser la peor de cualquier expectativa para lograr cambios significativos.
Los políticos estadunidenses elogian al nuevo presidente de México Vicente Fox, a quien califican de "visionario", hablan con admiración -de político a político- de su discurso "franco", subrayan sus raíces en el sector privado y lo caracterizan de líder "moderno" por no compartir la histórica sospecha mexicana en torno a Estados Unidos.
"Si hubiera podido, hubiera votado por él", comentó el senador republicano Phil Gramm, frecuente crítico de México y presidente de la Comisión Bancaria del Senado. De hecho, la Presidencia de Fox ha generado optimismo entre la cúpula política estadunidense, tanto entre los anteriores "enemigos" de México como entre sus promotores, y expresiones de voluntad de trabajar con "el nuevo México" que Fox representa.
Pero algunos de estos políticos también pronostican un periodo de estancamiento político en Estados Unidos durante por lo menos los próximos dos años, debido a un gobierno completamente dividido: un Senado partido exactamente en la mitad entre demócratas y republicanos, una mínima ventaja republicana en la Cámara de Representantes, y un presidente que no disfrutará de ser el resultado de un "mandato popular" claro, y cuyo triunfo permanecerá en duda por mucho tiempo.
Así, para el nuevo gobierno mexicano de Fox, la coyuntura no podría ser peor, o mejor, para promover algo novedoso en la relación bilateral.
Varios políticos de aquí gustan de presumir que "conocen" a Fox: ex funcionarios y políticos que aún tienen influencia pero dedicados ahora al cabildeo desde el sector privado (y que desean ganar contratos para representar al nuevo gobierno en Washington), como políticos en puestos de elección popular, entre éstos el presidente electo George W. Bush. Y la lista sigue creciendo: el ex líder del Senado y ex candidato presidencial Bob Dole, el ex embajador en México James Jones (quien dice ser asesor "informal" de Fox), Henry Kissinger, entre otros. Además, decenas de legisladores dicen que han conversado personalmente (o que les gustaría hacerlo) con el nuevo Presidente.
"Ahora todos aman a Fox... Hay cierta ironía: todos los que antes amaban al PRI, y en particular a Salinas de Gortari, ahora elogian a Fox", comenta un ex asesor del Senado dedicado al negocio del cabildeo. "El Washington oficial lo ha abrazado, pero quieren que siga el negocio como siempre (en la relación bilateral)... No entienden bien el cambio en México".
Para el primer subsecretario asistente de Estado para el hemisferio occidental, Lino Gutiérrez, quien dice que se ha entrevistado con Fox en varias ocasiones, "México tradicionalmente ha sido tajante en que no debería haber ninguna intervención extranjera" en sus asuntos internos. Pero Fox tiene una experiencia internacional amplia, y por lo tanto "tiene una forma más moderna de abordar esto".
"Fox es un visionario", afirma el representante republicano Jim Kolbe a CQ Weekly. "Dice cosas que jamás escucharía uno de un político, y menos de un político mexicano". "El sale del sector empresarial, con una perspectiva diferente" que sus antecesores, comentó. Kolbe sólo es uno de una larga lista de senadores y representantes federales que alaban al Presidente del "nuevo México".
Un asesor de un influyente senador republicano y experto en América Latina comentó a La Jornada, después de regresar de la toma de posesión del mandatario mexicano, que espera "un reconocimiento de que Fox es un nuevo tipo de presidente, y que tiene todas las razones para cumplir con crear un nuevo tipo de gobierno". Para este asesor es alentador que al mismo tiempo que se elevan las expectativas, Fox también hable con "un candor y pragmatismo refrescante".
"Todos, aun gente que no necesariamente se preocupa por lo que ocurre en México, están hablando de esto", dijo a La Jornada un sorprendido asesor de un senador demócrata. Esta fuente indicó que aun en medio de la controvertida elección estadunidense, que fue durante cinco semanas el centro de atención del circuito político aquí, los legisladores están comenzando a considerar las implicaciones que tiene el gobierno de Fox para la política exterior de Estados Unidos.
Pero esta misma fuente, con amplia experiencia en las relaciones bilaterales, advirtió que esta gran ovación para Fox en Washington podría no traducirse en acción. El Congreso estadunidense estará tan dividido el próximo año que será muy difícil promover nuevas iniciativas para mejorar la relación bilateral. Esta evaluación también fue compartida por varios asesores legislativos republicanos.
Varios funcionarios estadunidenses consultados también cuestionaron qué tan bien podrá el gobierno de Fox abordar la relación con Estados Unidos. "Por un lado, la gente argumenta que este no sólo es un tipo que trabajó para la Coca Cola, es un tipo que puede trabajar con una amplia gama de personas y partidos. Parece haber introducido perspectivas muy diversas a su gobierno", comentó un funcionario. "Pero otros aquí se preguntan, Ƒserá un gobierno que podrá mantenerse unido?"
Para otro alto funcionario del gobierno de Bill Clinton, involucrado en asuntos bilaterales durante la mayor parte de los últimos ocho años, en la percepción de las autoridades estadunidenses el cambio en México implica trabajar con un socio diferente.
"La conveniencia de tratar con una máxima autoridad, que podía cumplir con acuerdos concertados, una vez que éstos fuesen aceptados, era lo que existía. Ahora es tratar con un México más complejo, un México que puede decirle a Estados Unidos -como siempre lo ha hecho- que no se puede llegar a acuerdos sin entender que también existe ahora un Congreso, y un Poder Judicial más independiente, que existen varios poderes e intereses legítimos que tienen que influir en la toma de decisiones. Eso llevará a una relación más compleja", indicó esta fuente.
"Ahora se trata de dos países en donde los acuerdos serán complicados por sus dinámicas internas; ambos enfrentan lo mismo en ese sentido", concluyó.