SABADO 16 DE DICIEMBRE DE 2000

 

Ť Gabriela Rodríguez Ť

Pobreza y guadalupanismo

Ocho y medio millones de mexicanos y mexicanas llegaron a visitar a su madre espiritual, la Virgen del Tepeyac, en un acto que expresa contundentemente cuán necesario sigue siendo el fervor y la indulgencia de los santos, sobre todo entre los sectores más excluidos.

Tal como analiza Lafaye (Quetzalcóatl y Guadalupe, FCE, 1977), movimientos contradictorios rodean la figura de la Virgen de Guadalupe. Aspirar a la dignificación de los indios y criollos frente a la Corona española fue un motivo para crear una imagen mítica propia, y al mismo tiempo un medio para tomar la sustancia espiritual de España y hacer, a su pesar, una nación independiente. Mimetismo frente a las creencias españolas y embrión de una contracultura que desarrollara una conciencia nacional mexicana, resulta en esa imagen emblemática, fusión sincrética de Tonantzin, reinterpretada como virgen europea, pero pintada en el ayatl de un indio.

Pero 469 años después de las apariciones de la Virgen de Guadalupe exige resignificaciones históricas y cobran nuevos sentidos vinculados a las realidades actuales. Este ritual masivo bien puede ser el reclamo a la diosa/madre por una vida digna y la reafirmación de una espiritualidad regional frente a un mundo cada vez más globalizado; ahí está el contingente del EZLN levantando su estandarte en la plaza de la Basílica, y recordándonos que la nación no es independiente de las políticas neoliberales mundiales, que no le han hecho justicia a muchos, particularmente a los indios. 80 millones de pobres es el saldo de los programas gubernamentales del siglo XX, el logro de consistentes políticas nacionales e internacionales de empobrecimiento que se ha venido agudizando en las últimas dos décadas (de 28 a 40 por ciento) y que llegan a alcanzar a un 68 por ciento en extrema pobreza en los estados del Pacífico Sur.

Creo que de alguna manera, esa violenta realidad también se expresa en la peregrinación anual que esta vez superó las expectativas de todos. El drama personal cotidiano de la precariedad, los sufrimientos y privaciones de quienes viven en la carestía, llega a puntos de tensión insoportable y obligan a creer en un milagro, única tabla de salvación ante un medio cada vez más hostil y deshumanizado. El despliegue masivo ha sido también promovido con eficacia por los líderes de la nueva evangelización de América, herencia directa de las grandes cruzadas y de la conquista, la tercera cruzada ha logrado incrustar empresarios y políticos de militancia católica probada en las más altas posiciones gubernamentales, quienes ven en los ritos religiosos una mediación para las reivindicaciones laborales. Como afirmara Abascal, "al ser bendecidos por la patrona de todos los trabajadores mexicanos", y para mantener tranquila "a la retaguardia", como afirmara Fox al comparar a los oaxaqueños con los regios, primer presidente orgullosamente nacido en el estado más católico del país (96.07 por ciento de católicos en Guanajuato/ INEGI, Censo 2000).

Como decía John Lennon: Dios es un concepto para medir nuestro dolor, y si las cosas siguen así, es posible que hasta 11.80 por ciento de no católicos (INEGI, ibidem) vayamos pronto a necesitar los favores de la Virgen de Guadalupe.