SABADO 16 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť José Cueli Ť
Almeida el diseñador
Luis Almeida, el diseñador gráfico, asume y expone la ambivalencia y la complejidad de esta nueva disciplina en el espléndido libro donde nos muestra su obra, presentado la semana pasada. Contradicción entre forma y contenido que intuyen pautas de ejecución plástica premonitorias del universo de las imágenes que permean el mundo moderno.
En su obra expresa ese talento múltiple e inclasificable, en el que se entrelazan las líneas del pensamiento mexicano actual -la política, la filosofía, el psicoanálisis, las ciencias, las artes, las humanidades, y los medios de comunicación- y expresa en él mismo el conflicto que la realidad circundante manifiesta y se representa en sus carteles.
Me parece que a lo largo de sus 30 años de diseñador, ha tratado de mostrarnos formas de presentación y representación en las que se hacen patentes una perseverancia en la contradicción -bellas formas llamativas en contraposición al contenido- que atraviesan diversos ámbitos psicológico, ético y político, antes de materializarse sobre el papel.
La belleza de los carteles de Luis, habla, nos hablan ellos mismos (él mismo lo dice) de la importancia de saber mirar, de la mirada sobre el mundo en simultaneidad con la mirada sobre sí mismo. La crítica de la razón y el sinsentido de la crítica, la tensión entre consciente e inconsciente, entre vigilia y sueño. Es la mirada de Luis expresada en los carteles, mirada que capta y a su vez asume la contradicción en el propio hombre aunada a las imágenes del mundo circundante y el vínculo entre ambos.
Mirada expresada en imágenes en el papel que no acoge tan sólo formas o perfiles sino volúmenes, masas, grumos de color, de luz y sombra al percibir la violencia de la negatividad y la voluptuosidad del inconsciente, y no se deja moderar ni regir por los cánones del gusto, ni seducir por criterios de razón, promoviendo esa singularidad que lo define, al profundizar el ser de lo real para descubrir allí la contradicción.
Luis Almeida, pionero del diseño gráfico, alumno de Vicente Rojo, aprendió a mirar, ese mirar que profundiza hasta la raíz extrema y constante de la que la escena es mera repetición actualizada. Lo que en realidad muestra, lo que el logo encubre, el inconsciente, la contradicción, la noche.
La obra de Luis muestra la necesidad de un pensamiento que asuma la diferencia, la contradicción, lo apenas develado, la cara oculta, el gesto, la escritura interna, las imágenes atemporales, escapando a la hegemonía, sin pretender anular uno de los extremos discordantes; reflejar al ser más que al ente, incluida su parte oscura, aquella que sólo se devela al ocultarse, aquella que trasciende a la fragmentación del tiempo.