DOMINGO 17 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť Los habitantes se resisten a dejar sus hogares
En Buenavista soslayan el peligro de una posible erupción
Ť En las comunidades aledañas al Popo la actividad es normal
Ť Del volcán salió la voz de Dios, dijo una arquitecta del lugar
Roberto Garduño, enviado, Paso de Cortés, Pue., 16 de diciembre Ť El cráter del Popocatépetl se observa a 5 kilómetros del paraje Buenavista, donde un centenar de personas viven sin, aparentemente, haber asumido el riesgo por una probable erupción. Hasta ayer nadie les había notificado que deben abandonar el bosque por decisión gubernamental, pero a ellos no les preocupa que el coloso despierte: "šNo pasa nada! Antier, del volcán, salió la voz de Dios...".
Buenavista, una zona residencial metida en una cañada de Paso de Cortés, es el claro ejemplo de las omisiones del Plan Operativo Popocatépetl destinado a salvaguardar la vida de los moradores en las faldas del coloso. El camino entre Xalitzintla y el paraje está semiderruido, no existen señalamientos que indiquen una vía de evacuación, y una vez que entró en operación la tercera fase de la alerta amarilla los retenes montados por la 25 Zona Militar se encuentran desocupados.
A la abundancia de declaraciones oficiales sobre los operativos de desalojo, que aseguran haber retirado a 15 mil personas alrededor del volcán, se suma la terquedad de los moradores para refugiarse en los albergues en Cholula, Atlixco e Izúcar de Matamoros. Ayer, en la ciudad de las iglesias (Cholula) apenas se encontraban resguardados 630 niños, mujeres y hombres. La realidad en esta parte del eje volcánico es distinta a la que repiten constantemente los funcionarios encargados de Protección Civil.
El difícil periplo hacia la montaña
Del lado poblano, por la franja entre Huejotzingo y Atlixco, donde las carreteras no representan problemas para la movilización de los cuerpos de seguridad -coordinados por el área de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación-, se observan camiones de pasajeros contratados para sacar a los habitantes de las faldas del Popo; jeeps, vehículos blindados, autotransporte de personal del Ejército Mexicano y ambulancias. Todo listo para un desalojo inmediato, que ya se ordenó, pero no se ha cumplido en su totalidad.
Contrario a lo esperado, subiendo a la montaña, los visitantes encuentran que en las comunidades aledañas al volcán la actividad de pueblos, colonias y ranchos no ha variado, pues sus moradores ni sudan ni se acongojan por lo que sucede.
En San Nicolás de los Ranchos el tianguis semanal convocó, como siempre, a cientos de campesinos; en San Mateo Ozolco, que hace tres años quedó semidestruido por un terremoto, sus moradores se niegan a salir.
Y es que Ozolco, al igual que Xalitzintla, se ubica en la ruta, según los geólogos y científicos, del probable paso de un torrente de lava o lodo proveniente del Popo. Ese terreno asemeja una hondonada que tiene la forma de un plato, donde los materiales expulsados por la montaña se asentarían.
En la noche del viernes pasado las autoridades locales y federales dieron la orden de retirar a los tres mil habitantes de Ozolco, pero sólo aceptaron salir de sus casas 134 personas. El resto permaneció en el lugar, a pesar de que por la noche en el cono del coloso se observaba una capa roja de material incandescente, y de que se sintieron infinidad de microsismos.
"No hay nada que hacer, la gente no quiere salirse, y por duro que se ponga esto no quieren abandonar sus pocas pertenencias", aduce a forma de queja Juan Francisco Proal, funcionario de la Secretaría de Gobierno del estado de Puebla.
Pero la explicación de aquella terquedad la tiene la señora Pascuala Hernández, una mujer de 52 años, que aparenta 70: "No hace nada el volcán, y además Ƒadónde nos vamos a ir? šYo no puedo salir de aquí!".
Su compañera Sofía Palermo le habla en náhuatl, y explica después en castilla que en Ozolco "no pasa nada, y si todos nos vamos a morir, pu's nos morimos. Y hasta les llega a los de Puebla y ahí también todos se mueren, porque don Goyo bota la lumbre rete bien alto".
A Ozolco las autoridades de Protección Civil enviaron 30 camiones para sacar a tres mil personas. Desde el jueves se formó una larga fila con los vehículos, y ahora los choferes de éstos ya se quejan: "No nos dieron de cenar, ni de desayunar, ni hay cobijas. Vinimos gratis. Nos dijeron que vendríamos sólo 30 minutos a cargar el pasaje, pero esta pinche gente india no se quiere ir", reclama Humberto Cardón Morales, nativo de Huejotzingo.
Después, en ruta a Xalitzintla, el camino conduce a San Nicolás de los Ranchos, donde la actividad de sus moradores es más que febril, es día de plaza y misa. No se inmutan porque el volcán continúe arrojando una fumarola constante de vapor de agua y de ceniza.
Y más arriba, en Xalitzintla, la comunidad de más riesgo, el operativo de Protección Civil tampoco da resultado. Ahí cuatro mil personas tendrán que salir, pero como sucedió en Ozolco solamente aceptaron la recomendación gubernamental 200 mujeres, niños y hombres. El resto continúa sin preocuparse, puesto que lo que ha causado alarma en la capital del país para ellos es normal.
Siguiendo la ruta hacia Paso de Cortés la contradicción entre lo que dicen las autoridades y la realidad se acentúa. Los parajes boscosos son cortados por una brecha en lamentables condiciones, pese a que es el último vínculo de comunicación con la población más cercana al cráter del Popo, sólo a 5 kilómetros: Las Villas Buenavista.
Antes de llegar se debe atravesar un sinnúmero de pequeñas hondonadas que cortan el camino, evadir rocas y troncos que impiden por momentos el paso de los pocos vehículos que transitan rumbo a Xalitzintla.
En la línea que separa al Popocatépetl del Iztaccíhuatl, enclavados en una cañada, en un terreno de 950 hectáreas se encuentran edificados 200 chalets. El espectáculo es poco creíble. Son casas estilo rústico que en su interior guardan los sistemas de calefacción más avanzados que existen en el país a través de la energía solar. Aquello es lo más alejado de la pobreza real que circunda la zona, y también es un moderno monumento al aislamiento.
Es un crimen que alarmen así: el padre Jerónimo
Heladio Jiménez, un modesto vigilante oriundo de Xalitzintla, abre el paso hacia las villas, se sorprende y pregunta: "Ƒqué hacen aquí?, si no pasa nada".
Se le pregunta si han recibido noticias sobre el inmediato desalojo de la zona y responde: "No, aquí nadie viene. Y nadie ha dicho nada".
Lo que sí reconoce es que los 700 pesos que le pagan a la semana no le alcanzan porque tiene que caminar 12 kilómetros diarios para subir de su pueblo hasta Buenavista. Y lo mismo sucede con sus siete compañeros encargados de resguardar el paraje.
Y arriba, en lo más alto de Paso de Cortés, el padre Jerónimo tiene su ermita. Pasa el mayor tiempo del año en esa casa y, conocedor de la actividad de don Goyo, asegura con sapiencia: "El volcán no va a hacer nada. Toda la noche he oído ruido y he visto la fumarola y no pasa nada".
-Pero ya hay una orden de evacuación.
-šAhhhhhhhhh! Eso es un crimen y no es justo que le hagan esto a esa gente, porque estamos viviendo aquí desde hace 20 años y no pasa nada.
-Pero hay un riesgo.
-No ha pasado nada ni pasará. Dios nos libre de los futuriples, qué sería de ti si no te hubieras casado. Es ridiculísimo pasar por encima de la realidad.
La arquitecta Ana Isabel Becerra, que acompaña al padre Jerónimo, se hace eco de esas afirmaciones y recuerda que el jueves pasado "del volcán salió la voz de Dios".
Esa mujer conocedora de Buenavista y de su alrededor reclama al gobierno "por no preocuparse por los asentamientos de gente humilde que está en las cañadas, el gobierno no ha hecho nada, y si hay algún responsable en caso de una erupción él lo será".
De regreso a Xalitzintla, del cono del volcán sale una leve fumarola; aparece el retén instalado por el séptimo batallón de la 25 Zona Militar del Ejército Mexicano, donde no hay nadie por la mañana; después llegaron efectivos de ese cuerpo; uno de ellos preguntó: Ƒencontraron gente allá adentro? La respuesta fue: sí.
"ƑEn Buenavista? Es que la gente de aquí es muy necia, imagínese, los pobladores campesinos son ignorantes y no se salen por nada, ahora aquellos que tienen sus casotas en el bosque pues tampoco lo hacen... Pero que sea bajo su propio riesgo", dijo el militar.
Por el Valle de Puebla, en Cholula se acondicionaron tres albergues: el del Recinto Ferial estaba vacío; en el Centro Escolar Morelos, las aulas se acondicionaron como dormitorios, pero sin camastro, a suelo pelón y con escasas cobijas; según las cifras oficiales ahí estaban 638 personas de San Nicolás de los Ranchos, pero tras el último conteo apenas se pudieron registrar 286; y en el Cecyt local había 60 albergados.
Por fortuna el coloso ayer estuvo en calma.