DOMINGO 17 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť Angeles González Gamio Ť
No quiero fruta, ni quiero plata...
"š...yo lo que quiero es romper la piñata!", reza la pegajosa tonadilla que acompaña el festivo ritual, parte esencial de las posadas que se celebran en estas fechas. Estas hermosas tradiciones, al igual que la colocación de nacimientos, tiene añeja historia, que a continuación recordaremos con el apoyo del arquitecto Jorge Jesús Carrillo, experto en estos temas. Las posadas surgieron como resultado de la autorización que en 1587 consiguió fray Diego de Soria, mediante una bula del Papa, para que el pueblo participara de manera pública en la preparación de la Navidad. En un principio eran simplemente novenarios de misas, después se prolongó a la oración de la tarde y finalmente en el siglo XVII se establecieron las procesiones, a las que se les fueron agregando elementos como las figuras de María y José, las velas y los cánticos y en algún momento se añadió la festiva piñata, dando lugar a lo que ahora llamamos posadas.
Es momento para recordar que según la tradición la piñata es de origen chino, de donde fue llevada a Italia, por Marco Polo. De allí pasó a España para llegar a México, en donde tuvo tan amplia aceptación, que prácticamente es el único país en donde continúa viva. Constituye una magnífica muestra de la creatividad popular. Admira ver la diversidad de formas que adopta; con su corazón de barro, se cubre con tiritas de papel de china, de multitud de colores, graciosamente rizadas, se convierten en estrellas, frutos, flores, animales y ahora muy modernizadas, adoptan las formas de personajes de moda entre los infantes. Otra bellísima tradición es el Nacimiento. Fue San Francisco de Asís, en los inicios del siglo XIII, el que tuvo la feliz ocurrencia de representar en vivo el nacimiento del Niño Dios, en el pequeño pueblo de Greccio, en Italia. Poco después se representó con figuras de madera vestidas con tela; eran famosas las de Nápoles y Génova. La hermosa costumbre pasó a España y luego a México, en donde de inmediato fue acogida. Las monjas fueron de las primeras en colocar nacimientos y a algunas, como las del convento de la Encarnación, les gustó tanto la idea que los tenían todo el año en sus celdas, convirtiéndose en un motivo de competencia para ver quién tenía el más hermoso. Para lograrlo cada una sacaba sus mejores talentos y empeños para cubrir a las figuras con las ropas más finas y elaborar complicadas decoraciones. Las iglesias montaban sus nacimientos desde la Navidad hasta la fiesta de Reyes, costumbre copiada en todas las casas, que según el presupuesto se instalaba con sencillas figuritas de barro o finísimas de madera, cerámica o cera, lujosamente ataviadas, en complicadas representaciones, con infinidad de personajes. La marquesa Calderón de la Barca, que en el siglo XIX escribió unas cartas memorables de su estancia en México, como esposa del primer embajador español, describe así un nacimiento mexicano "...En unas tarimas alrededor del aposento, cubiertas de henos, se habían dispuesto figuras de cera formando escenas que representan, generalmente, pasajes de diversas partes del Nuevo Testamento, aun cuando algunas veces empiezan con Adán y Eva en el paraíso. Allí estaban la anunciación, la visitación de María e Isabel, los Reyes Magos, los pastores y la huida a Egipto. Se observaban árboles verdes y de los que dan fruta, unos surtidores arrojando hilos de plata, rebaños de ovejas y una cunita para que en ella descanse el Niño Jesús".
Maravillosamente todas estas tradiciones continúan vivas, al igual que las pastorelas que cada día se celebran más, en muchos sitios, acompañadas de tamales y atole y... hablando de manjares navideños, hay que acudir al café de doña Antonia, ubicado ni más ni menos que en las accesorias de šel Colegio de las Vizcaínas!; ese soberbio edificio que continúa funcionado como escuela, por el empeño de los vascos que sostienen el sueño de sus ancestros, que lo fundaron en el siglo XVIII y con inteligencia le construyeron para rentar, accesorios de "taza y plato", con el fin de que allí vivieran y trabajaran pequeños comerciantes y artesanos.
En una de ellas, tres adorables hermanas: Marisa, María Audelia y María del Carmen, que traen a la mente la imagen de las "Tres Gracias", ofrecen sabrosas viandas de temporada, que también se pueden encargar para la casa: bacalao, desde luego, a la Vizcaína, romeritos con tortitas de camarón y deliciosos buñuelos, todo preparado con las recetas de la madre, doña Antonia, quien ahora prestó su hermoso nacimiento para el disfrute de los comensales. El teléfono y fax es 5700 8043.
Correo electrónico: [email protected]