LA ECONOMIA MUNDIAL, ENTRE BUSH Y KONDRATIEV
El
economista ruso V. Kondratiev, primer dirigente de la Comisión para
el Plan de la entonces recién nacida Unión Soviética
de los años 1920, fue el padre de la teoría de los ciclos
económicos largos, con un ascenso, un sucesivo estancamiento y una
declinación, que se superponían, según él,
y constituían el marco, más o menos veintenal, de los ciclos
coyunturales mucho más cortos. El Banco Mundial parece ahora basarse
en Kondratiev, al prever que la economía mundial estaría
por entrar en un ciclo de auge económico, después de más
de 20 años de vacas flacas y de sucesivas crisis coyunturales, imprevistas
e incontroladas, que fueron seguidas por brevísimos periodos de
recuperación.
Sin embargo, esa perspectiva parece aún lejana,
a juzgar por el comportamiento de la economía estadunidense, que
ha tenido en el último trimestre un crecimiento inferior al demográfico
junto con un aumento, aunque leve, de la inflación y de la desocupación,
y a juzgar también por la reducción de las ganancias de las
grandes empresas (lo cual provoca cierres y despidos en el caso de las
automotrices y la caída de las cotizaciones bursátiles en
el de los gigantes de la cibernética). Los analistas de la empresa
Salomon, Smith y Barney sostienen empero, a este respecto, que no hay motivo
de preocupación porque la economía de Estados Unidos entrará
en una "pausa" y no en un enfriamiento, ni mucho menos en una recesión.
Pero su definición tampoco es muy alentadora para países
como el nuestro, altamente dependientes del avance constante y de la buena
salud de la economía estadunidense.
En efecto, en nuestra economía podría repercutir
fuertemente la desaceleración o el estancamiento económico
del país que compra el 87 por ciento de nuestras exportaciones,
a pesar mismo de la actual disminución del precio del petróleo
(que, dicho sea de paso, no alcanza a estimular el consumo en Estados Unidos
pero en cambio daña a México). Además, contrariamente
a las róseas perspectivas que nos brinda el Banco Mundial, importantes
analistas internacionales de los países industrializados prevén
el peligro de una nueva crisis de los países llamados "emergentes",
entre los cuales nos contamos. Sobre todo, porque las grandes empresas
transnacionales, para mantener en el actual y altísimo nivel su
tasa de ganancia, están cerrando sucursales en esos países
en los que la mano de obra, efectivamente, tiene muy bajos salarios, pero
precisamente por eso no existe un gran mercado interno consumidor.
Sería, por consiguiente, oportuno no apostar todo
a las exportaciones a un solo mercado. Sobre todo porque éste se
caracteriza por el gran endeudamiento de los hogares y de las empresas
y por la fiebre bursátil especulativa, todo lo cual podría
chocar con la pérdida de seguridad y la inquietud resultantes de
la victoria pírrica obtenida por George Bush hijo, con sólo
un voto de diferencia en la Suprema Corte y menos de 600 en Florida, y
con la mitad del electorado que se abstuvo y la otra mitad dividida en
partes iguales y sin posibilidad de mediación, a pesar de la coincidencia
programática entre los candidatos.
Si ante la crisis política y los despidos en la
gran industria, los estadunidenses dejasen de gastar y de especular como
antes y pensasen en pagar sus deudas con sus propios ingresos, las expectativas
del Banco Mundial podrían, por lo menos, postergarse. Es obvio que
el reforzamiento del mercado interno y de la producción rural y
la búsqueda de nuevos mercados podría "blindar" mucho más
nuestra economía que las mal llamadas ayudas bajo la forma de deudas
que algún día habrá que pagar con creces.
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