DOMINGO 17 DE DICIEMBRE DE 2000
Terrorismo y Estado policial, enemigos del diálogo
Los vascos en la encrucijada
El País Vasco vive un conflicto histórico que tiene un largo camino de violencia e incomprensión. En este año han muerto 22 personas en atentados de ETA, después de que ésta rompió la tregua que mantuvo durante 15 meses. Actualmente hay más de 600 vascos presos acusados de pertenecer a la organización armada, y más de 2 mil viven en el exilio. También, más de 700 jóvenes nacionalistas están bajo proceso por su participación en la lucha callejera. En 40 años de existencia, ETA ha asesinado a más de 800 personas, la mayoría bajo la dictadura franquista. Este reportaje, realizado en septiembre pasado, se propone acercar a los lectores a la compleja realidad de esta región. La violencia armada de ETA no tiene sentido en la Europa actual, nos dice el escritor español Manuel Vázquez Montalbán. Sin embargo, el conflicto vasco tiene raíces históricas y una base social. A pesar de que cada día parece más lejana, la salida política se impone como la única posible. Masiosare visitó Euskadi y entrevistó a diversos protagonistas de este proceso
Jesús RAMIREZ CUEVAS
El País Vasco, presentado como el gran problema de España, ha vivido desgarrado durante décadas por la confrontación histórica de dos fuerzas, el nacionalismo español y el nacionalismo vasco, cuyas posturas extremas parecen irreconciliables. Es un conflicto que ha dividido a la sociedad vasca y ha dejado un saldo de muerte.
La polarización política entre los nacionalistas vascos y los defensores de la unidad española se agudizó con la firma del "pacto contra el terrorismo" del 6 de diciembre pasado, entre el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que el presidente José María Aznar signó en calidad de testigo.
De un lado, el Estado español, representado por el presidente Aznar -respaldado por el PP y el PSOE- defiende el estado de derecho, la unidad nacional y la Constitución española. Por el otro, los sectores nacionalistas vascos moderados (que condenan la violencia) y de izquierda -en cuyo extremo está la organización armada ETA (Euskadi Ta Askatasuna, País Vasco Libertad)- cuestionan el Estatuto de Autonomía actual y coinciden en promover la constitución de un nuevo país europeo, Euskal Herria.
España ha vivido 22 años de democracia tras la muerte del dictador Francisco Franco. Sin embargo, el conflicto vasco y la violencia de ETA permanecen. El gobierno actual ha apostado a la vía policiaca y a la represión para acabar con el asunto. Los españoles consideran hoy el terrorismo y el tema vasco como el principal problema de su país. La mayoría de la población condena la violencia de ETA, pero buena parte de ella aboga por un diálogo político para encontrar una solución al conflicto.
Xabier Arzalluz, presidente del PNV, ha señalado que "ETA no es el problema vasco, ETA es el último caso de expresión violenta dentro de un problema político".
Después de 15 meses de tregua, ETA anunció hace un año su regreso a la violencia. Esta tregua fue precedida de un acuerdo político entre los partidos nacionalistas vascos moderados y la izquierda nacionalista. El llamado Pacto de Lizarra-Estella, formalizado en septiembre de 1998, afirma que el problema vasco tiene una naturaleza política y que la solución debe ser política. Los nacionalistas buscan que se reconozca la autodeterminación del pueblo vasco y que sean los vascos quienes decidan en un referéndum la independencia o no de España.
Durante este tiempo el nacionalismo vivió un ascenso social y político sin precedentes.
*Un año de violencia y de movilización social por la paz
Desde el 21 de enero de este año, fecha en que fue asesinado un militar en Madrid, 22 personas han muerto a manos de ETA, en más de 40 atentados ejecutados por la organización desde que rompió la tregua. El último crimen ocurrió apenas el 14 de diciembre en Barcelona, donde fue ultimado Francisco Cano, concejal del PP en Viladecavalls. Antes, en esa ciudad, ETA había asesinado el 21 de noviembre a Ernest Lluch, ex ministro socialista que abogaba por el diálogo entre el gobierno y la organización armada. La última acción de ETA fue una respuesta al acuerdo PP-PSOE para profundizar la crisis política y minar los puentes por la paz.
Militares, policías, políticos, empresarios, periodistas, incluso nacionalistas vascos moderados... casi nadie se libra de la actual ofensiva terrorista. Los sectores no nacionalistas se sienten amenazados y acosados por los comandos terroristas y los simpatizantes de ETA.
Surgida en 1958, ETA es una organización que ha utilizado el terrorismo para reclamar la independencia. La violencia ha marcado la vida de cientos de familias, las que han sido víctimas del terrorismo y las que tienen presos, exiliados, detenidos y perseguidos por la causa nacionalista. No hay pueblo vasco que no tenga presos, exiliados o muertos.
Condenada por la mayoría de la población española, ETA cuenta con arraigo en un sector de la sociedad vasca que se siente agraviado históricamente en su cultura e identidad nacional y que apoya la autodeterminación de Euskadi.
En los últimos meses, la crisis política en Euskadi y en el resto de España se ha visto agravada por la ola de atentados terroristas de ETA y el endurecimiento del gobierno español, que ha extendido su presión política a los nacionalistas democristianos del PNV (que desde hace 25 años encabeza el gobierno autónomo) y a los nacionalistas socialdemócratas de EA (que cogobiernan en Euskadi). Las acciones policiacas antiterroristas han incluido mayores penas judiciales a quienes muestren su simpatía por ETA y la detención de dirigentes y concejales de la izquierda abertzale (nacionalista) de Euskal Herritarok (frente electoral heredero de Herri Batasuna). También han sido encarcelados cientos de jóvenes nacionalistas que han participado en la lucha callejera (kale borroka).
En todo este tiempo, se han producido manifestaciones masivas para condenar la violencia de ETA. Sin embargo, también se han producido muestras de apoyo social en favor de las demandas del grupo armado. Fue significativa la marcha de casi un millón de personas en Barcelona el 22 de noviembre pasado bajo la consigna de "Diálogo ya".
*El polémico acuerdo PP-PSOE
El PP y el PSOE suscribieron el 6 de diciembre el Acuerdo por las libertades y contra el terrorismo, en cuya introducción ambos partidos destacan como "requisito imprescindible" para alcanzar "cualquier pacto político o institucional" con el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y con Euskal Alkartasuna (EA) que rompan de manera "formal" con el Pacto de Estella (con la izquierda vasca acusada de ser el brazo político de ETA). El PP y el PSOE aseguran en el documento que "el terrorismo es un problema de Estado", por lo que al gobierno de España corresponde dirigir la lucha antiterrorista, aunque precisan que combatir el terrorismo "es una tarea que corresponde a todos los partidos".
Este pacto antiterrorista ha desatado una polémica en España. El presidente vasco Juan José Ibarretxe condenó el acuerdo, por considerar que no era contra ETA sino contra el nacionalismo vasco. Javier Arenas, secretario general del PP, aclaró que el acuerdo defiende la Constitución y "no es contra los nacionalistas sino contra los nacionalistas que matan". A pesar de ello, el PNV lo consideró "excluyente, insuficiente, contradictorio, antidemocrático, electoralista, engañoso e inmovilista".
Por su parte, Izquierda Unida y los nacionalistas catalanes de Convergencia i Unió rechazaron el acuerdo porque excluye a los nacionalistas democráticos. Ambos partidos solicitaron se retire el preámbulo en el que se exige al PNV que abandone el Pacto de Lizarra.
Por su parte, el alcalde de San Sebastián, el socialista Odón Elorza, consideró que el pacto antiterrorista ha servido para que "se generen más polémicas, más confrontación e incluso se vuelva a las dinámicas frentistas". "Nada peor para Euskadi que intentar dividir las fuerzas políticas de nuevo en dos sectores, los nacionalistas vascos y los constitucionalistas", señaló en una entrevista.
El PNV condenó el acuerdo PP-PSOE: "El Pacto de Lizarra no es un acuerdo que pueda romperse formalmente", pues se trató de un convenio suscrito por partidos políticos, sindicatos y organizaciones sociales, "cuyos postulados básicos coincidían en gran medida con el reconocimiento del carácter político del conflicto vasco, diálogo multipartidario sin exclusiones y respeto a la voluntad libremente expresada por la ciudadanía".
"Quienes no fueron capaces de romper con el pasado franquista, quienes hoy tampoco denuncian el levantamiento fascista del 36 ni quieren recordar a las víctimas de 40 años de dictadura, quienes tienen todavía las manos manchadas por utilizar métodos antidemocráticos para luchar contra el terrorismo, Ƒcómo pueden exigirnos la ruptura de una declaración estrictamente democrática como es la de Lizarra-Garazi?", cuestionó el PNV.
Según el PNV, el Pacto de Lizarra no habla de imponer la independencia con métodos violentos. La dirección del PNV recordó que el derecho de autodeterminación del pueblo vasco se aprobó por mayoría absoluta en el Parlamento vasco el 15 de febrero de 1990, gobernando en coalición PNV y PSOE.
El portavoz de Euskal Herritarrok (frente electoral de Herri Batasuna), Arnaldo Otegi, dijo que el acuerdo es "un pacto a la defensiva que intenta recrear una especie de vertebración de España inexistente". A su juicio, el Estado español "está jugando a Constitución, Estatuto y antisoberanismo", mientras la izquierda abertzale apuesta por "estrategia nacional, soberanía vasca y Euskal Herria".
*El terrorismo distorsiona la causa
Cada semana, bombazos, disparos, nuevas víctimas de actos terroristas, operativos policiacos, detenciones, persecuciones, manifestaciones masivas (unas en contra de la violencia de ETA y en defensa de la Constitución; otras, en favor del nacionalismo de izquierda y del discurso de ETA). El gobierno español aprobó medidas penales contra menores de edad, y amplió el delito de "apología del terrorismo", en un intento por acabar con el apoyo social a ETA y para detener la kale borroka (la lucha callejera) de los jóvenes de la izquierda abertzale, que ha recrudecido la llamada "violencia de baja intensidad".
La sociedad vasca se encuentra atrapada en un círculo vicioso, una espiral de violencia: a las detenciones masivas y a los operativos policiacos ETA responde con nuevos asesinatos y más atentados. Y así sucesivamente.
Mikel Urkiola, portavoz de Gesto por la Paz, la organización pacifista vasca más antigua, señaló que en la actualidad "cualquier pequeña manifestación en contra de ese dogmatismo y de ese pensamiento único de los simpatizantes de ETA se convierte en heroicidad". Hay miedo, dijo, pues "cualquiera que se manifieste en contra de la violencia y no esté dispuesto a someterse a la sutil dictadura de ETA puede ponerse en su mira".
Los nacionalistas vascos, tanto los moderados que condenan a ETA como los radicales, le reprochan al gobierno español su negativa a dialogar y el no aceptar que el conflicto vasco tiene un origen político.
El gobierno de Aznar insiste en satanizar a la izquierda abertzale -que no se deslinda y no condena a ETA- y en presionar al PNV para que apoye al gobierno central y renuncie a negociar con la izquierda (incluida una nueva tregua de ETA), y además, abandone las tesis nacionalistas de fundar un nuevo Estado vasco. Ante la campaña de aislamiento político a que ha sido sometido, el PNV ha señalado que "atacar al nacionalismo democrático y cerrarle espacios legitima el discurso de ETA".
El PP y el PSOE han interpuesto mociones de censura contra el gobierno del PNV para que convoque a nuevas elecciones y sea elegido un lehendakari (presidente vasco) no nacionalista.
Los partidos de oposición al gobierno del presidente José María Aznar afirman que la violencia de ETA le dio al gobernante PP la mayoría absoluta del Parlamento español en los comicios de marzo pasado.
*El diálogo es la única solución
Pocos recuerdan ya de la esperanza que supuso la declaración de tregua por parte de ETA el 16 de septiembre de 1998, cuatro días después de que partidos, sindicatos y organizaciones nacionalistas, más Izquierda Unida, firmaran el Pacto de Lizarra.
Jon Idígoras, dirigente histórico de Herri Batasuna, afirma que "Lizarra era un proyecto democrático donde se establecían unas coordenadas para crear las condiciones necesarias para la desaparición de cualquier tipo de violencia. Queremos que el gobierno entienda que ya han pasado 40 años de intentar acabar con el problema vasco mediante la tortura, la represión, la cárcel y la acción policial y que ha sido imposible".
Durante la tregua el nacionalismo vasco avanzó más de lo que había hecho en décadas, formando una mayoría política en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) -con 41 diputados de 75 que componen el Parlamento vasco- y logrando una fuerza importante en Navarra y significativa en la zona vasca francesa. El PNV apostó a prolongar la tregua de ETA y hacer avanzar una vía democrática hacia la autodeterminación. Pero las estrategias de ETA y del gobierno de Aznar destruyeron sus planes.
La izquierda nacionalista, sin condenar la violencia de ETA, se aisló del resto de fuerzas políticas, arrastrando al PNV, que ha buscado una negociación sin exclusiones para encontrar una solución al conflicto.
Euskal Herritarrok decidió abandonar el Parlamento vasco y las instituciones nacionales para promover una estrategia nacional (en la parte vasca española y francesa) a través de la Udalbiltza (asamblea de los municipios), que agrupa a más de 2 mil alcaldes y consejales la CAV, Navarra e Iparralde (Francia). Una apuesta a construir de facto Euskal Herria mediante la fundación de instituciones paralelas a las actuales.
Con ruptura de la tregua, la sociedad vasca pasó, en pocos meses, de la confianza casi sin límite a la decepción más absoluta. Una buena parte de los vascos piensa que ETA ya perdió el rumbo, que sus atentados no tienen sentido. También creen que el PP aprovechó la tregua sin cumplir sus compromisos y que el PNV perdió liderazgo con el fracaso de Lizarra. EH está estigmatizada porque se considera que está subordinada a la estrategia de ETA. En Euskadi hay una crisis política abierta y el diálogo entre los actores permanece cerrado.
Begoña Errasti, diputada de EA (partido que cogobierna con el PNV) sostiene que "la sociedad exige que ETA tiene que parar y dejar de matar porque no sirve para la causa vasca. ETA le viene bien al gobierno para evadir el tema principal que es la autodeterminación".
El vocero del sindicato nacionalista ELA, el más grande de Euskadi, Germán Kortabarria, ve así la situación: "La discusión sobre la autodeterminación del pueblo vasco está distorsionada por la violencia de ETA. Al asociarse el nacionalismo con el terrorismo se deja de lado el fondo político de la autodeterminación del pueblo vasco y queda sólo el tema de los crímenes y la lucha antiterrorista. En lugar de buscar medidas políticas, el gobierno criminaliza el nacionalismo y busca apoyo a su política anunciando nuevos operativos contra la izquierda nacionalista legal, y mayores penas contra los jóvenes que participan en la lucha callejera. Ello ahonda las divisiones y la confrontación social".
Rosa Díez, eurodiputada de PSE-PSOE, replica el argumento: "Hoy hay más riesgo que nunca de enfrentamiento social porque no hay liderazgo político claro. El gobierno vasco no toma la iniciativa contra el terrorismo. El gobierno español está criminalizando actos criminales, no ideas nacionalistas. En la cárcel no hay nadie por sus ideas, sino por cometer crímenes".
Es una carrera que parece no terminar nunca.
El mismo ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, reconoce que "a pesar de los esfuerzos de la Guardia Civil, ETA tiene capacidad para regenerarse". Más aún cuando las nuevas generaciones se incorporan a sus filas.
Hay un sector amplio indignado que clama contra el terrorismo y se ha lanzado a la calle para defender "el derecho a la vida, la Constitución y el Estatuto". Entre las cabezas visibles está el filósofo Fernando Savater, quien es apoyado por destacados escritores del mundo. Este movimiento lanzó su "Ya basta" en septiembre y promueve movilizaciones en muchas ciudades de España. Cuenta con el apoyo de otras asociaciones como el Foro de Ermua y Víctimas del Terrorismo, el Foro Salvador y el Movimiento contra la Intolerancia, entre otras.
Víctor Aierdi, vocero de Elkarri -un movimiento social nacionalista con 3 mil socios y que agrupa más de 100 organizaciones locales que promueven la paz y el diálogo-, explica que "el proceso de paz está en una grave crisis marcada por el choque de ofensivas: la violencia de ETA y el inmovilismo del gobierno español".
Elkarri antepone la defensa de los derechos humanos a los objetivos políticos. "La violencia no sirve para solucionar nada -advierte Aierdi-. La mayoría de la población está atrapada por el choque y por la ofensiva mediática e ideológica que identifica al nacionalismo como parte del problema y no como una solución. Si alguien cree a estas alturas que va a poder vencer a un Estado europeo por la vía armada está completamente fuera de la realidad. Por eso nosotros planteamos luchar sin violencia".
Según el vocero de Elkarri, "estamos en una situación que las fuerzas están tensando para llegar a la conclusión de que sólo el diálogo puede solucionar el problema. Hay una guerra de baja intensidad, única en Europa. En un momento en que se van solucionando los conflictos nacionalistas en toda Europa".
En las manifestaciones por el último crimen de ETA, todas las fuerzas políticas y sociales vascas, con excepción de EH, condenaron el terrorismo. "Basta ya. ETA no", fue el lema de las movilizaciones del 23 de noviembre. En San Sebastián fue leído un manifiesto donde se proclama que "la Euskadi plural, mestiza, la de los ciudadanos, está en pie y está dispuesta a ejercer hasta el final su derecho a la ciudadanía y a luchar por todo aquello que hace posible la existencia de una sociedad democrática". El documento condena a "los apologistas del terror, los que auspician y amparan las acciones de ETA, sientan el desprecio y la repugnancia que en la mayoría de la sociedad vasca causan sus viles conductas".
El mismo día en Barcelona, ante casi un millón de personas, Gemma Nierga, la hija de Ernest Lluch, un político catalán e intelectual antifranquista asesinado por ETA, leyó un manifiesto de condena por el crimen: "Los terroristas quieren imponer el miedo, el desconcierto y la irracionalidad. Pero no lo conseguirán porque nosotros tenemos la fuerza de la razón... Hoy convertimos la consternación en fuerza cívica y moral y decimos basta a ETA". Gemma Nierga, también periodista, terminó la lectura con unas palabras que sorprendieron al presidente Aznar: "Estoy convencida de que Ernest, hasta con la persona que lo mató, habría intentado dialogar; ustedes que pueden, dialoguen, por favor..."
UNA NACION ANTIGUA
"Nacimos extranjeros en nuestra propia tierra,/ crecimos con una lengua sin verbos./ Ya es hora de que busquemos al País Vasco aquí mismo o más allá/, a ver si lo despertamos porque parece que duerme bajo el puente". (Poeta Joseba Sarrionandia, Proyecto de País. Sarrionandia, integrante del grupo literario de Bernardo Atxaga, estuvo preso cinco años por pertenecer a ETA pero en 1985 se fugó de la cárcel de Martutene dentro de unos bafles después de un concierto. Desde entonces escribe y publica en la clandestinidad)
Euskal Herria abarca tres regiones que componen la CAV (Vizcaya, Guipúzcoa y Alava), donde habitan más de 2 millones de personas (el 5.4% de los españoles); Navarra, donde habitan más de 500 mil personas, y tres áreas de Francia conocidas como Iparralde (con cerca de 300 mil vascos).
La cultura vasca es ancestral y ha mantenido vivas sus tradiciones culturales y su identidad histórica. La lengua vasca, el euskera, es posiblemente la más antigua del continente europeo.
El nacionalismo vasco es una realidad social. Un sector amplio de la sociedad apoya la soberanía y la separación de España, pero condena la violencia de ETA (con excepción de la izquierda abertzale). Otro sector tan amplio o más, se siente español y está a favor de mantener el Estatuto de Autonomía dentro de España.
Aquí se vive un conflicto histórico de origen político en el que se ven implicados el Estado español y el Estado francés; ninguno ha hecho una propuesta política de solución para modificar las reglas del juego. Ambos se coordinan para hacer más eficaz la lucha antiterrorista.
España está dividido en 17 autonomías, dos de las cuales pertenecen al territorio histórico de Euskadi. Sin embargo, el régimen de autonomía está limitado por la Constitución, que "se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española".
El Estatuto de Autonomía aprobado en 1979 señala en el artículo primero que "El Pueblo Vasco o Euskal-Herria, como expresión de su nacionalidad, y para acceder a su autogobierno, se constituye en Comunidad Autónoma dentro del Estado español bajo la denominación de Euskadi o País Vasco".
En el referéndum de 1979 para aprobar la Constitución y el Estatuto en el País Vasco, 53% votó a favor, con un abstencionismo de más de 41%, lo que indica el nivel del conflicto político. Algo similar ocurrió con el referéndum para que España entrara a la OTAN, donde 830 mil vascos votaron en contra y 430 mil a favor.
El Parlamento vasco tiene 75 escaños (25 representantes por cada territorio de la CAV). Ahí se legisla, se aprueban los presupuestos, se elige al lehendakari (presidente) y se controla la gestión pública. La autoridad vasca ejerce un autogobierno limitado, recauda impuestos y los administra. Las lenguas oficiales son el euskera y el español.
A pesar de los problemas que vive Euskadi, tiene uno de los niveles de ingreso más altos de Europa, con una renta per capita de más de 17 mil dólares.
Sin embargo, la sociedad vasca está dividida. En su seno hay quienes son nacionalistas y quienes no. Para dar una idea aproximada, en las últimas elecciones autonómicas en 1998 en Navarra y la CAV, donde participaron todas las fuerzas políticas, la balanza se inclinó ligeramente hacia el nacionalismo: PNV, EA, EH e IU obtuvieron 756 mil 336 votos (56%); los partidos no nacionalistas, UPN-PP,PSOE, IU de Navarra, UA y CDN lograron 670 mil 726 votos (43%). En el Parlamento vasco la correlación de fuerzas es de 41 diputados nacionalistas frente a 34 parlamentarios no nacionalistas. Los 14 diputados de EH rompieron con el PNV y EA, dejando al actual gobierno en minoría. Actualmente todos los parlamentarios y concejales de EH han abandonado las instituciones para promover la Udalbitzia, la asamblea de ayuntamientos, para fundar una institución nacional paralela.
A nivel sindical ELA es el sindicato más grande de Euskadi y junto con LAB, ambos nacionalistas, tienen el apoyo de la mayoría de los 600 mil trabajadores que hay en Euskadi (56%), frente a Comisiones Obreras o la UGT (35%).
El nacionalismo promueve la autodeterminación del pueblo vasco. Para ello, su principal demanda es la unidad territorial: unir la CAV, Navarra y la parte vasco-francesa en una sola nación.
ARNALDO OTEGI, VOCERO DE EUSKAL HERRITARROK
"Los vascos nos enfrentamos a dos Estados (el español y el francés) que se niegan a respetar la decisión del pueblo vasco". "El conflicto vasco es un problema político que exige una solución política, no medidas represivas"..."Sigue abierta la posibilidad real no sólo de una nueva tregua de ETA, sino para que desaparezca definitivamente la lucha armada"... "Ahora hay una nueva generación dispuesta a empuñar las armas para recuperar la soberanía del país".
"No nos resignamos a vivir en un escenario de violencia. No nos gusta la violencia y queremos que sea desterrada definitivamente".
"Con los militantes de ETA se puede estar o no de acuerdo pero nadie duda en este país que actúan con un impulso político. En ese sentido, los militantes de ETA son patriotas vascos que luchan por la independencia de Euskal Herria. Con ello no justifico en absoluto lo que hagan los militantes de ETA".
"La izquierda abertzale apuesta a una estrategia nacional integrando territorialidad y derecho de autodeterminación". "Estamos convencidos de que existen las energías sociales, sindicales, financieras y culturales suficientes para avanzar en un proceso soberanista"... "La Asamblea de Municipios, Udalbitzia, es la primera institución nacional de los vascos en la época moderna. Es el motor que permite construir un proceso constituyente en el que un parlamento elabore una constitución para Euskal Herria. Queremos que haya un referéndum al final del proceso".