MIERCOLES 20 DE DICIEMBRE DE 2000
Cantoral y la pirámide
Arturo García Hernández Ť Tres son los aspectos en que centran sus reclamos los críticos de Roberto Cantoral García: el ''sistema piramidal de distribución" de regalías, el mecanismo de votación en asambleas y el nepotismo. Son -han denunciado- pilares en los que descansa su poder en la SACM.
Según esto, la ''pirámide" enmascara una distribución discrecional y arbitraria de los ingresos que percibe la sociedad por la ejecución pública de la obra de los socios. De este modo mata dos pájaros de una pedrada: los beneficiados con mejores pagos son los socios con más votos en la asamblea, quienes han apoyado a Cantoral durante su gestión.
Basada en la premisa de que justicia es ''dar a cada quien lo que le corresponde", dicho mecanismo surge ''después de un minucioso análisis de los sistemas con que operan las diversas sociedades autorales en el mundo".
En la base de la pirámide están las obras del Dominio público, cuyos autores o sus herederos han perdido -por el tiempo transcurrido- los derechos correspondientes. En el siguiente peldaño se ubica la Eventual, ''obra grabada que aun no estando dentro de la promoción grabada sistemáticamente, es ejecutada algunas veces en los medios de difusión". La categoría inmediata superior es la Promocional, ''la obra grabada, promovida sistemáticamente por los medios de difusión respectivos".
Siguen los Exitos, obras ''con un mínimo de tres meses de permanencia en los primeros lugares de popularidad en los medios de difusión y con una venta no menor de 100 mil copias discográficas". Encima está el Superéxito, que alcanza ''un mínimo de venta de un millón de copias discográficas", además de una permanencia mayor a seis meses en los primeros lugares de popularidad".
''Idea peregrina'': Mario Lavista
En la antesala de la cima está la Clásica, es decir, las obras con ''15 años de permanencia", son ''regrabadas en nuevas versiones" y deben ser ''ampliamente conocidas mediante un consenso popular en todos los medios que confluyan en la música". Y en la cúspide está la Joya, ''las obras que logran una permanencia de más de 15 años, que sean conocidas tanto nacional como internacionalmente, con un mínimo de 10 grabaciones en diferentes países".
De acuerdo con sus impugnadores, el sistema piramidal se implantó ''por ser más económico," ya que resultaba ''oneroso" contar con una mesa de reportes y entonces la clasificación de las obras para distribuir el dinero se efectúa sin contar con información verificable sobre el uso del repertorio por los usuarios.
Esto sucede, reitera Mario Arturo Ramos, porque beneficia a ''un pequeño grupo", mismo que impone las decisiones al interior de la SACM. Para sustentar su inconformidad, la disidencia dio a conocer que hasta octubre de 1990 del catálogo de Roberto Cantoral 8 obras eran ''joyas", dos ''clásicas", 20 ''permanentes", 35 ''superéxitos".
Para Mario Lavista, hoy afiliado a la SGAE, la pirámide es una ''idea peregrina" que permite recibir dinero a autores cuya obra no se ejecuta públicamente, basta con ser parte de la pirámide. Es algo ''antidemocrático, un absurdo". Así, ''un sólo autor puede tener 500, mil, mil 500 votos. Con los votos de diez o 15 de esos socios, Cantoral se puede reelegir contra la voluntad de la mayoría. En otras sociedades no sucede así. Por ejemplo, en la SGAE el máximo de votos no pasa de diez, así se trate de Joaquín Rodrigo. Es sospechoso lo que ocurre en la SACM".