JUEVES 21 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť Recomienda analizar la información recabada
Necesario, mejorar estudios vulcanológicos: especialista
Ť Rechaza que la reciente actividad del Popo sea similar a la de hace 500 años Ť Las erupciones, de baja intensidad, explica
La Jornada de Oriente Ť La erupción que hace exactamente seis años comenzó el Popocatépetl ha cambiado sustancialmente el avance de los estudios sobre vulcanología en México.
"En 1982, cuando ocurrió la tragedia por la explosión del Chichonal, no había ningún experto en volcanes; hoy somos alrededor de diez doctores en la materia, lo que es un avance muy significativo", estima el investigador Claus Siebe, quien sin embargo estima que son necesarios cambios importantes en ese tipo de estudios.
Siebe, académico del Instituto de Geofísica de la UNAM y coautor de los estudios más detallados sobre la historia eruptiva del Popo, no piensa, pese a los logros, que se proceda todavía de la mejor manera en el estudio de esos fenómenos ni que el conocimiento y la evaluación del comportamiento de Don Goyo sean suficientes.
En el centro del país se localiza la mayor cantidad de habitantes, y es justamente la franja geográfica, desde Tepic a Veracruz, donde se encuentra la mayor cantidad de volcanes activos, pero se tiene una carencia de especialistas y de estudios al respecto, advierte el entrevistado.
En el caso del Popocatépetl, explica que en 1993 existía un sismómetro, "cuando comenzamos a detectar su reactivación; hoy podemos decir que, aunque es conveniente mejorar la instrumentación", lo más importante es modificar la forma en que interpretamos la información que se genera de manera más profunda.
Considera que el equipo para seguir la actividad del Popocatépetl es suficiente, y eso ha quedado demostrado en los hechos, pues se puede predecir que algo va a ocurrir, aunque no de forma exacta. Algunos instrumentos adicionales serían de utilidad; sin embargo, se necesita estudiar de mejor manera todos los datos que ya se han obtenido hasta la fecha, es decir, se necesita una mayor labor de reflexión, lo que también lleva tiempo.
Actualmente, continúa, gran parte de la gente que ha estado abocada al monitoreo del Popo pasa la mayor parte de su tiempo recaudando datos y prestando servicio de mantenimiento a la red que ya existe, lo cual es muy loable, es una labor absolutamente necesaria; sin embargo, queda poco tiempo para la reflexión sobre el significado de los datos que se han obtenido.
En las semanas posteriores al inicio de la erupción se formó el que luego se denominaría comité científico asesor para el volcán Popocatépetl, con la finalidad de hacer un cuerpo colegiado que determinara las condiciones de la evolución eruptiva y las recomendaciones a las autoridades de Protección Civil. Según el investigador, con estudios de posgrado en la Universidad de Arizona, este es un instrumento fundamental de toma de decisiones, pero debe reformarse.
Para empezar, explica Siebe, el comité no existe en el papel, no tiene estatutos, requiere que haya normatividad para que, primero, se establezca quién debe pertenecer a él y cuáles son sus responsabilidades. Además, necesita mejorar el proceso de toma de acuerdos. Es importante llegar a un consenso siempre, pero debe haber un proceso bien establecido para ello. Además, se requiere de un programa de investigación sobre cuáles son las cosas que aún no sabemos sobre el volcán pero que necesitamos saber. Para todo eso se requiere una política de formación y capacitación de personal, agrega.
Una erupción de poca monta
Claus Siebe, con Michael Abrams -investigador del Jet Propulsion Laboratory (centro estadunidense ligado a la NASA- y José Luis Macías -también de la UNAM-, ha hecho cerca de 500 levantamientos geológicos para determinar la historia eruptiva del Popocatépetl. Habla con toda seguridad de que lo visto hasta la fecha es una erupción de baja intensidad.
"Hablando en números, existe algo que en la jerga de los vulcanólogos se llama volcanic explosive index. En esos términos, cuando ha repuntado la actividad, ha alcanzado entre 2 y 2.5; nosotros estimamos que las grandes erupciones que ha tenido en la antigüedad han llegado a 6 o 7", describe el geofísico.
Estas erupciones fueron de las llamadas de tipo pliniano (por la erupción del Vesubio en el 79, descrita por Plinio El Joven), que producen una gran columna eruptiva que llega hasta la estratosfera, "y calculamos que han ocurrido en los últimos 22, 23 mil años, al menos unas siete u ocho de estas erupciones, esto, basado en los depósitos que hemos encontrado alrededor del volcán y que hemos podido fechar por el método del radiocarbono 14''.
Siebe describe que depósitos de algunas de estas erupciones se pueden encontrar inclusive en el centro de la ciudad de México, con espesores de entre 5 y 165 centímetros.
También se hallan depósitos de estas erupciones plinianas en muchas partes del valle de Puebla. Estas erupciones ocurren en lapsos geológicamente muy cortos, pero para nosotros los humanos muy largos, como entre mil y 3 mil años, y la última fue hace unos mil 100 años.
Los estudios de Siebe y sus compañeros permiten establecer que el Popocatépetl se comporta con una especie de vulcanismo bimodal, porque sólo hace dos tipos de erupciones: las plinianas y las de intensidad similar a la que hoy vemos, cuya característica es que prácticamente no dejan rastro geológico y únicamente hay reportes de relatos de testigos presenciales, todos ellos muy imprecisos y fragmentarios. Por ello, decir que las explosiones de esta semana tienen como antecedente la erupción de hace 500 años es un atrevimiento, según se desprende de las consideraciones del geocientífico.