JUEVES 21 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť Los deudos solicitaron permiso al Ejército para llevar a cabo las exequias
"Murió de tristeza" en las faldas del volcán
Ť Habitantes de poblaciones aledañas al Popo abandonan los albergues para retornar a sus casas
Ť En Xalitzintla la gente se queja de que es insuficiente la entrega de forraje para los animales
Enrique Méndez, enviado, y La Jornada de Oriente, San Nicolás de los Ranchos, Pue., 20 de diciembre Ť La noche en que el Popocatépetl hizo explosión, don Rafael Zahuantitla salió huyendo de su pueblo a buscar refugio en un albergue de Cholula. Esta mañana se sintió mal, se lo llevaron a un hospital y ahí murió mientras era atendido por los médicos.
A las dos de la tarde sus familiares y un centenar de vecinos -que previo permiso de una hora llegaron hasta acá- le rezaron un rosario y durante las exequias en las faldas del volcán un amigo suyo, ya entrado en tragos, hiló una frase: "se murió de pura tristeza".
Eso dijo él. Al final nadie supo bien a bien de qué murió. A tres reporteros distintos les ofrecieron una causa también diferente: que falleció de una trombosis, que padecía cirrosis hepática y la última versión fue que estaba diabético.
Durante toda la noche en esta zona cercana al cráter cayó ceniza; el suelo, las plantas, la iglesia donde el párroco le dio una bendición rápida al ataúd antes de que una carroza de la funeraria Hidalgo lo trasladara al panteón local seguida de una procesión, están cubiertos de ese polvo gris.
Lo curioso del asunto es que en la guerra que las televisoras han trasladado hasta estas montañas, la del Ajusco se llevó "la exclusiva" del sepelio, porque los de la competencia estaban instalados más arriba, en Santiago Xalitzintla -el último punto al que se permite transitar en el camino hacia Paso de Cortés-, comiendo sopa de pasta y echando taco en torno a un anafre avivado con carbón.
Poco después de las tres de la tarde, el funeral concluyó y amigos y familiares de Zahuantitla debieron regresar al albergue del centro escolar Miguel Alemán, a seguir esperando que Don Goyo de una buena vez haga erupción o se aplaque para poder retornar a sus casas.
De ilegales en su propia tierra
En la madrugada, los pueblos que hay entre Nealtican y San Mateo Ozolco se ven llenos de luz, pero están vacíos. A la una de la mañana, los choferes de los autobuses asignados a San Pedro Yancuitlalpan reciben la orden de irse a otro lado a dormir, pero no pueden porque el frío es intenso y se meten entre el campo por rastrojo para encender fogatas.
En la placita, un capitán, dos cabos y varios soldados juegan rayuela con un grupo de pobladores. El oficial del Ejército recomienda no ir más allá de Xalitzintla o de Ozolco.
Las calles están desiertas, pero en algunas propiedades duerme aún un centenar de personas. Lo mismo pasa en Ozolco, en Xalitzintla, en San Nicolás de los Ranchos. Muchos se quedaron, escondiéndose del Ejército, y por la mañana se les ve tan tranquilos, como si no pasara nada.
A esas horas de la madrugada, desde el camino a Ozolco -que fue pavimentado sólo hasta que ocurrió el terremoto del 15 de junio de 1999, cuando casi todas las casas se derrumbaron y porque el entonces presidente de México no tenía otra forma de llegar más que por tierra para visitar el pueblo- se aprecia la actividad del volcán.
Además de la fumarola, de vez en vez hay escurrimientos y expulsión de material incandescente. Por la mañana sólo se ve un penacho de vapor de agua.
Por eso, en grupos, habitantes de las comunidades se han animado a regresar. Con el pretexto de venir a darle de comer a sus animales, muchos obtuvieron permisos de abandonar los albergues de Cholula, que son extendidos sólo por una hora, y encontraron el modo de sacar sus cobijas y ropa para que nadie se diera cuenta de que, en realidad, huían.
Otros campesinos y sus familias de plano se salieron de los albergues sin permiso, especialmente los que fueron habilitados en escuelas. En Puebla capital la vigilancia es más estricta y los militares no han permitido que nadie salga del recinto ferial.
El servicio de transporte público de la Ruta 1 reinició hoy operaciones y durante todo el día hizo viajes de Cholula hasta Ozolco. En el retén militar instalado a la entrada de San Buenaventura Nealtican, un grupo de tres viejos, tres mujeres y un hombre joven fue obligado a descender de una combi de alquiler porque no portaba el famoso permiso, un simple recorte de papel blanco con un sello y una firma ilegible.
Todo fuera como eso. Nada más se terciaron los atados de ropa y cobijas, rodearon el monte y reaparecieron kilómetros adelante en la carretera a Xalitzintla, pidiendo un aventón.
Dicen que van a cuidar a sus animales, a bañarse -una mujer dice que va a reunirse con su marido, que por la mañana se adelantó a alimentar a los caballos-, que al rato se regresan a Cholula, pero los envoltorios los desmienten.
Como pueden se acomodan en otra combi de los reporteros de La Jornada. Entre los bultos aparece una niña. Beatriz se llama y su mamá es la que va en busca del marido. Minutos después la camioneta fue inspeccionada por otros militares, que no hicieron mayores preguntas. "ƑLes están dando un aventón? Ah, bueno".
Una de las mujeres se burla de la situación: "nos venimos dentro de las yerbas como migrantes, y en nuestra propia tierra". Todos se quejan de que en los albergues no hay agua, comida y atención suficiente. Por eso están regresando y comentan que muchos están esperando el sábado como día para intentar un retorno masivo, si es que el volcán no ha hecho erupción.
En la desviación a Ozolco, ocho campesinos más piden que los lleven hasta el pueblo. El chofer de una camioneta de redilas se niega, por lo que la combi sube penosamente con 19 personas a bordo.
En la barranca de Huiloac
A la una de la tarde, casi 48 horas después de lo ofrecido por el gobierno del estado, comenzaron a llegar a esta zona los camiones con las pacas de alfalfa y rastrojo que se entregaron a los hombres que se anotaron previamente en una lista, en la que también se levantó un censo de animales.
A cada uno de los que se anotaron le correspondieron dos pacas, una de alfalfa y otra de rastrojo, como ayuda para que alimenten a sus bestias. En la presidencia municipal de Xalitzintla hay reclamos airados entre quienes hacen fila, porque a lo que se ve las pacas no alcanzarán y no tienen todo el día para aguardar a que el torton que está en Ozolco llegue hasta acá y deje más forraje.
Juan Meneses Sandoval afirmó que por la insuficiencia de rastrojo, la gente se ha visto obligada a subir a las comunidades. "Y como no hemos acarreado zacate, tendría que venir toda la familia para que nos ayude. Uno solo no puede", dijo.
-ƑY cómo están en los albergues? ƑLos tratan bien?
-Ai' más o menos. De comer, no muy bien, pues en el desayuno nos dan dos tortillitas, cuando acostumbramos seis o más, aunque sea con sal. Carambas, ni siquiera nos llenamos.
Además, la erupción del lunes y la evacuación de la gente cortó por el medio el trabajo de barbecho para preparar la siembra de maíz, que tendría que iniciar a más tardar en febrero. La mayoría aún no levanta la cosecha de este año y, si las actividades continúan suspendidas, el próximo diciembre no habrá ni para nixtamal.
Desde la plaza de Xalitzintla se aprecia la famosa barranca de Huiloac.
En deshielos anteriores del glaciar -actualmente con una profundidad de entre 40 y 10 metros y una extensión de .453 kilómetros cuadrados- que corona el flanco noreste del volcán, por esa barranca han descendido los lahares (término indonesio que describe una cauda de lodo), que han llegado incluso hasta la comunidad de Atencingo, a unos 20 minutos de Izúcar de Matamoros.
El alud, coinciden expertos del Centro Universitario para la Prevención de Desastres Regionales (Cupreder), perteneciente a la Universidad Autónoma de Puebla, coinciden que el deshielo del glaciar sólo ocurriría si el volcán lanza una "nube ardiente de tamaño considerable".
La formación de hielo, que ha sido medida por Hugo Delgado Granados, del Instituto de Geofísica de la UNAM, en coordinación con un grupo de expertos canadienses, se ha ido reduciendo debido a que diversos factores -como el calor del cráter y la emisión de ceniza- impiden su ingesta (recarga). En 1995 el espesor del glaciar era de 60 metros, y hoy sólo existe la fracción del flanco noreste.
El Cupreder y el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) recientemente sostuvieron una discusión sobre los efectos de un lahar. La oficina, que depende de Gobernación, presentó un estudio -incompleto a juicio de los expertos del Cupreder-, que sencillamente proponía el desalojo y reubicación de las mil 776 casas de Atencingo.
Pero no hay una estimación del volumen de agua que se desprendería ni el alcance del alud, que de producirse se encañonaría precisamente por Huiloac y afectaría también a una parte de la comunidad de Nealtican, donde hoy se instaló el primer retén para asegurarse que sólo suban hombres.
Las mujeres y los niños se quedan ahí, junto a la única gasolinera de la zona que continúa vendiendo combustible, aun cuando el radio de desalojo se extendió hasta Nealtican. Se estima que hoy reabrió sólo el 40 por ciento de ladrilleras y talleres de alfarería -también la única tortillería del rumbo-, porque quienes trabajan ahí son residentes de la sierra veracruzana, "que nunca han visto algo así y se espantan".
"Si no quieren irse, ahí está el Ejército"
A distancia prudente del retén, el policía municipal Floriberto Torres dice que los habitantes de Nealtican sólo están dispuestos a salir cuando vean una erupción mayor. La del lunes no los asustó y las fumarolas no los inquietan.
"Como sea, yo ya tengo mi maleta hecha y mis documentos en un fólder, para agarrar nomás a mi mujer y mis hijos y salirme. Ai' como dice el dicho: 'šSálvese quien pueda!'", exclamó.
El y el señor Marcos Popoca Popoca, quien se agrega a la plática, dicen que no esperan una erupción mayor a la del lunes. Si acaso, refieren, el deshielo del glaciar afectaría a Nealtican porque el alud de lodo, que bajaría por Huiloac, aparecería 20 kilómetros abajo, por el afluente del Rioja, que pasa por en medio de la población.
El policía dijo que si eso llegara a ocurrir, tienen la opción de cruzar un llano y subir a la punta del cerro El Tecajete. "Si viene el lodo, se sube uno allá arriba", agregó.
En estos días, la señora Ana María Analco ha dejado a sus hijos encargados con su amiga Alicia Guerra Coix.
Analco ha ido a San Pedro Yancuitlalpan a tratar de convencer a sus padres, quienes están a cargo de otra de sus hijas, para que también ellos abandonen su casa. Si no, al menos regresará con su pequeña.
Pero las autoridades no serán tan benévolas. En la madrugada, ante la presencia de los reporteros en la plaza de Ozolco, un policía judicial cubierto con pasamontañas y envuelto en varias cobijas, aparece detrás de una patrulla.
El agente confirma que hay incluso familias enteras que se niegan a trasladarse a un albergue.
-ƑY si hay una erupción?
-Hay instrucciones de sacarlos como sea. Y si no quieren, ahí está el Ejército.