JUEVES 21 DE DICIEMBRE DE 2000
Octavio Rodríguez Araujo
Cambios, esperanzas e incertidumbres
Cuenta Manuel Vázquez Montalbán que el subcomandante Marcos le dijo "que cualquier cosa que implicara el cambio era esperanzadora y que una victoria del PRI significaría la insistencia en la parálisis" (La Jornada, 16 de diciembre de 2000). Estoy de acuerdo, razón por la cual recibí tantas críticas cuando me pronuncié públicamente por el voto útil con el objeto de sacar a ese partido de Los Pinos. Pero respecto del voto útil, conviene recordarlo, hubo dos principales posiciones: una que apoyaba a Vicente Fox como la mejor alternativa al PRI y su candidato, y otra, en la que me inscribí, que llamó a votar contra dicho partido y por Fox por ser éste el candidato con mayores probabilidades de ganar, no por afinidades ideológicas.
El cambio ciertamente es siempre esperanzador, mientras que más de lo mismo no es estimulante para quienes desean algún tipo de progreso. Hay un nuevo régimen político por construirse, aunque todavía no sabemos con relativa precisión cuál sería. Hay nuevas formas de ejercicio del poder, sobre todo en sus aspectos políticos, como las primeras medidas en relación con Chiapas y el EZLN o respecto de los presos políticos, incluso militares, que esperamos pongan en libertad al general Francisco Gallardo. A diferencia de gobiernos anteriores, ante el primer peligro natural después del primero de diciembre, se han dado reacciones rápidas, preventivas y eficaces.
Hay cambios, sí, pero también hay continuismo. Y entre los cambios, así como en el continuismo, no hay motivo, en todos los casos, para nuevas esperanzas. El continuismo se expresa con toda claridad en la política económica y fiscal. Y sobre el petróleo y la electricidad, aunque ya se aseguró que no serán privatizados, hay dudas justificadas respecto del papel que pueda jugar la iniciativa privada nacional y extranjera en estas industrias estratégicas. Algo similar podría decirse de la educación superior, del presupuesto y del papel de las universidades públicas y de la orientación gubernamental hacia el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la cultura. Otros cambios tampoco motivan esperanzas, como es el caso de la cuestionable ostentación religiosa del Presidente y de no pocos de sus colaboradores inmediatos y del más alto nivel. Estos cambios han dado fuerza a las expresiones más conservadoras (y hasta reaccionarias) de la Iglesia católica, tanto religiosas como seculares, que siempre han participado en política pero que ahora se mueven con mayor confianza e influencia directa en posiciones de poder donde la ideología cuenta mucho por el riesgo de que se convierta en un nuevo "pensamiento único" poco respetuoso de la pluralidad y la disidencia. En la Secretaría del Trabajo, para poner el ejemplo más evidente, ya hay algunos indicios.
Entre cenizas volcánicas y ventarrones extraños a esta época del año, soplan también vientos de cambio positivo que no pueden soslayarse pese a que son moderados: la lucha contra la corrupción y la impunidad; el respeto, al menos declarativo, a los partidos políticos y su vida interna, y, desde luego, una transición política que podría ser democrática, aunque todavía no se percibe con claridad su destino.
Cualquier cosa que implique el cambio es esperanzadora, pero no puede pasarse por alto que las esperanzas también pueden frustrarse y transformarse en oposición si el nuevo gobierno no cumple con las expectativas de la población. Y en México, más que en países desarrollados, éstas son muchas, profundas y difíciles de satisfacer, entre otras razones porque los recursos son escasos y por varias décadas mal administrados. Las expectativas más sentidas, a mi entender, son: trabajo y mejores salarios; justicia en todos los órdenes; un verdadero estado de derecho sin discriminaciones por raza, cultura o clase social; soluciones reales a la inseguridad en ciudades y carreteras; educación, salud y alimentación, y, por supuesto, un marco de libertades para todos y no sólo para quienes gozan de privilegios económicos y/o políticos. Sobre estos temas seguiremos observando las acciones de gobierno y las reacciones de la sociedad, pero será hasta el año próximo, pues me tomo unas pequeñas vacaciones.