Ť ''Babalú Aye es muy bueno con sus hijos, pero castiga los olvidos y las ofensas''
Cuba se ofrenda ante San Lázaro, el santo de los jodidos
Ernesto Márquez, especial para La Jornada, La Habana 19 de diciembre Ť Desde tiempos de la Colonia, tal como sucede el 12 con la Lupita-Tonantzin en México, muchos cubanos acuden entre el 16 y 17 de diciembre al Santuario de El Rincón para pedirle o pagarle algún favor a San Lázaro, el santo de más arraigo en la fe de este pueblo.
Ubicado a 15 kilómetros de La Habana, el templo de El Rincón es visitado por penitentes que llegan de rodillas, a rastras o descalzos para cumplir promesas o agradecer favores pedidos.
Gente que viene desde muy lejos cargando lozas o cruces pesadas; semidesnudos o vestidos con rústicas ropas de yute para demostrar su devoción, minusválidos en sillas de ruedas o en muletas; parturientas o recien casados que ofrecen al viejo Lázaro su criatura para que se la cuide. Y todo esto se entiende ya que San Lázaro es el santo de los jodidos, de los desamparados, de los tullidos y leprosos...
Los dos santos
Sin embargo en el santuario del Rincón hay dos
San Lázaros. Algo que se ha convertido para la iglesia católica
cubana en un reto pastoral porque siendo dos imágenes a las que
se adoran, el San Lázaro Obispo y Martir elegantemente ataviado
y coronado y el San Lázaro-Babalú ?desarrapado, lleno de
llagas, apoyado en dos muletas y con un perro acompañándole?
uno tiene que saber cual es cual.
La explicación nos la da el presbítero Ramón Suárez Policari, rector del Santuario Nacional que acoge a los dos santos: "El primer San Lázaro, según las sagradas escrituras es Lázaro de Betania, hombre de vida ejemplar, amigo de Jesucristo y hermano de Marta y María, a quien Jesus resucitó mediante la célebre sentencia 'Lázaro, ¡levántate y anda!'. Mientras que al segundo se le relaciona con aquella parábola narrada por Jesucristo en el Evangelio: '...Había también un pobre llamado Lázaro que estaba lleno de llagas y se sentaba en el suelo a la puerta del rico (...) y sólo los perros se acercaban a lamerle las llagas. Un día el pobre murió y los ángeles lo llevaron a sentarse a comer al lado de Abraham..."
Y es precisamente con éste último con el que se sincretiza Babalú Aye, quien según los pattakis o narraciones yorubas padeció suerte igual. Resulta que Babalú era un joven muy bello y mujeriego, dado al desmadre y la parranda, que no provocaba respeto alguno, siendo abandonado por lo mismo por la bella Ochún, que era su mujer. Un día Orula ?el dueño del ifé?, le advirtió: "Hoy dominate y no andes de cabrón", pero Babalú no le hizo caso y esa noche se acostó con la más sabrosa de la aldea, amaneciendo con el cuerpo madreadísimo y lleno de llagas purulentas. La gente huía de él tan sólo al verlo. Olvidado y padeciendo grandes dolores Babalú murió. Entonces Ochún, apenada por su suerte y en recuerdo del gran amor que le tuvo, intervino para que Orula con su gran poder le devolviera la vida. Babalú regresó muy caritativo y misericordioso ayudando a los jodidos pues bien sabía lo que es andar con dolencias.
Según la Regla de Ocha o santería, Babalú Ayé es orisha mayor y santo muy venerado. Deidad de la viruela, la lepra, las enfermedades venéreas y, en general, de las afecciones de la piel. En este culto se le conoce como "Señor de las epidemias" y afirman que es muy bueno con sus hijos pero muy celoso con su cuidado, facilmente inclinado a castigar los olvidos y las ofensas.
"Estos conceptos nada cristianos se han mezclado sin embargo con las formas populares de la fe católica", menciona el presbítero Suárez Policari. "Este ajiaco ?señala? se ve también expresado en las promesas y ofrendas que se le brindan"
''Yo te debo y yo te cumplo''
Ciertamente, en los rincones de la iglesia se acumulan todo tipo de ofrendas, destacándose las velas y los puros a medio fumar, ofrendas para el viejo bondadoso quien además gusta que le dejen buen ron y buenas viandas.
Desde el atrio de la iglesia se ve a una joven mujer que se arrastra por el piso, tirada de espaldas. La procede una anciana que jala una cajita llena de dinero, y un viejo que con unas ramas barre el piso por donde pasará la penitente.
Cubierta de sudor y tierra se detiene. "Sigue mamita, que ya vas a llegar; ya te falta poco", le grita la gente que le hace valla. Exhausta, la mujer canta: "Ay, San Lázaro bendito, mi viejito Babalú Ayé, yo te debo y yo te cumplo". Y sigue arrastrándose, escaleras arriba, los codos y la espalda cubiertas de raspones. A su paso, los fieles van arrojando monedas y billetes en la cajita
Es un poco triste ver a esta joven y bella mulata rodar por la tierra, chupar de un grueso puro, para agradecerle al santo que su niña Lizeth, de cuatro años, no se ha enfermado de nada de gravedad en ningún momento.
"Hay fanatismo", admite el sacerdote. "Pero tambien hay un clamor".
''Libertad, libertad...''
?¿Y qué pide la gente?
?Salud... Cosas de las muchas que faltan en esta sociedad que, por contraste, por carencias extremas, se ha convertido en consumista.
?¿Y que más?
?Libertad.
El sacerdote cuenta que una noche, en visperas de la fiesta religiosa y cuando más gente había se levantó sobre la masa un rumor que nunca llegó a ser grito: "Libertad, libertad..."
Un mayor de la Policia Nacional destacado en El Rincón para vigilar la fiesta religiosa, recomienda no creer esos rumores. "Todo se hace con el fin de desacreditar a la revolución. Los que vienen aquí a armar esos alborotos son agitadores profesionales que nada tienen que ver con la fe", señala.
Desde el púlpito de la iglesia de El Rincón, el sacerdote Ramón Suárez Policari pide a Dios, por su conducto, para que alivie las penas "de los que sufren y van a seguir sufriendo un tiempo más. Por los que se sienten acosados; por los que están presos dentro y fuera de las prisiones (porque hay muchas formas de estar preso), por la paz en los países que no la han logrado, por que los cubanos puedan colmar sus muchas necesidades...
También ora "por los que nos hacen daño, porque sólo injusticias les es dado hacer"; por los muchos cubanos que viven lejos, los que se fueron hace mucho, y los que se han tenido que ir hace poco, "porque puedan volver pronto".