JUEVES 21 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť El GDF y Conaculta auspiciaron tres ciclos con los máximos exponentes
La segunda mitad del 2000, buena para el jazz mexicano
Después de medio año, la gris apariencia del jazz mexicano parecía inalterable. Pero, casi todos lo sabemos, las apariencias engañan.
El 18 de mayo de este 2000 La Jornada daba cuenta de nuestra realidad sincopada: el jazz y los jazzistas se negaban a desaparecer, se mantenían fuertes y en algunos casos hasta propositivos; no importaba que el movimiento se diera en el sótano del subterráneo, que las fuentes de trabajo se "limitarán" a los reducidos foros de algunos bares; el jazz en México existía y ya no gracias a las instancias gubernamentales, sino a pesar de ellas.
Poco después las cosas cambiaban como por arte de magia. Los conciertos en teatros y museos del DF empezaron a multiplicarse, destacando los ciclos Jazz Martes (teatro Benito Juárez), La Nueva Cosa (Museo de la Ciudad de México) y Riesgo de Caminar en Riesgo (Ex Teresa Arte Actual y Café Jazzorca). Los dos primeros auspiciados por el Instituto de Cultura de la Ciudad de México y el tercero por Conaculta.
De Jazz Martes a Riesgo de caminar en riesgo
Jazz Martes, bajo la coordinación artística de Roberto Aymes, se llevó a cabo del 25 de julio al 28 de noviembre, en una serie de conciertos semanales donde destacó la maestría de grandes veteranos como el saxofonista Rodolfo Popo Sánchez, el guitarrista Cristóbal López, el contrabajista Roberto Aymes, los bateristas, los pianistas Eugenio Toussaint, Alejandro Corona, Heberto Castillo, Osmany Paredes, Francisco Téllez y Juan José Calatayud y la presencia de la nueva generación con grupos como Cráneo de Jade, Obsidiana y el Trío de Omar Arán.
No obstante, estos martes de jazz desataron cierta controversia entre la comunidad jazzística. Primero, por el subtítulo que le endilgaron de Estrellas del Jazz Mexicano, ya que ahí estuvo gente como Osmany Paredes y Ricardo Benítez (cubanos), Cesar Olguín (argentino) y Roger Cudney (estadounidense), pero sobre todo por dejar fuera de programa a gente tan importante para el jazz mexicano como Verónica Ituarte, Iraida Noriega, Banda Elástica, Eduardo Piastro, Tritonía, Línea Tres, Jazz Quintet y Héctor Infanzón, que automáticamente, según criterio de los organizadores, quedaban al margen del adjetivo "Estrellas".
No obstante, todos estos segregados del "estrellato jazzista" fueron incluidos en el ciclo La Nueva Cosa, en donde, además del gremio jazzístico, tuvieron cabida importantes exponentes de la música contemporánea, tales como Eblem Macari, Paleta Souza, Julio Revueltas, Lidia Tamayo y Jaramar. La Nueva Cosa se llevó a efecto todos los jueves, del 24 de agosto al 7 de diciembre, y cerró la temporada con un concierto de Cráneo de Jade, el único grupo que participó en los dos macrociclos del año; cuestión bastante entendible dado el virtuosismo técnico y la desbordante imaginación de este trío.
Riesgo de Caminar en Riesgo fue todo un agasaje de música contemporánea, de improvisación libre, de free jazz. En sólo ocho días, del 2 al 9 de septiembre, se dieron cita el dueto alemán Statements, el baterista argentino Hernán Hetch y los mexicanos Germán Bringas, Marcos Miranda, Carlos Bonequi, Francisco Bringas, Walter Schmidt, Salvador Cruz, Mario de Vega, Carlos Castillo, Roberto Aymes, Raúl Aranda, Alejandro Sánchez, Miguel Rodríguez además de los grupos Volátil, Galaxia, Víscera, Cabezas de Cera y, para variar, Cráneo de Jade. Todos ellos rompían y reagrupaban esfuerzos, formaban diferentes combos entre sí, llegando a conformar grandes momentos de creatividad espontánea que quedaron registrados en una serie de grabaciones que serán editadas en CD el próximo año.
Homenaje a Duke ellington
Debemos mencionar también la serie de conciertos de jazz que se insertó en el Festival Tlalpan 2000, donde sobresalió un excelente homenaje a Duke Ellington a cargo del Cuarteto de Roberto Aymes; y el ciclo Mujeres en el Jazz, realizado en el Centro Nacional de las Artes, y donde aparecieron, entre otras, las grandes voces de Paty Carrión y Yekina Pavón. Tuvimos además el tradicional Festival de Jazz de la Escuela Superior de Música, donde maestros y alumnos de la Licenciatura en Jazz dieron amplias muestras de técnicas y sensibilidad. En suma, la segunda mitad de 2000 se vio inundada de jazz nacional por todas partes.
Lamentamos solamente, y tenemos que apuntarlo, la ausencia de gente tan talentosa como Ana Ruiz; Tritonía, Astillero, Hilario y Micky, Emiliano Marentes, Irving Flores, Víctor Patrón, Montaje y varios etcéteras más, a quiénes esperamos ver en escena en 2001, pues al parecer esto va a continuar con la ratificación de Alejandro Aura por un nuevo período al frente del Instituto de Cultura de la Ciudad de México. Ojalá que Sari Bermúdez también se ponga las pilas y Conaculta lleve esta música a todos los estados de la república.
Así de interesante está el jazz local al final del milenio. (Antonio Malacara)