SABADO 23 DE DICIEMBRE DE 2000

Posadas: convivir y conbeber

Josefina Quintero M. Ť El andar de penurias que recorrieron San José y la Virgen María en busca de albergue, en nada se parece al de los peregrinos del 2000, del barrio del Niño Jesús, en la delegación Coyoacán.

Karina y Gerardo, dos adolescentes vestidos como peregrinos, cargan las imágenes de José y María, mientras una fila de niños y adultos sigue la luz de una vela dentro de un farolito de colores que, de acuerdo con las Escrituras, es el símbolo del nacimiento de Cristo.

Empieza la letanía y con ella recorren todo el barrio. Mientras caminan por las calles, los vecinos salen de sus casas para seguir la procesión; en su mayoría son niños en busca de dulces y fruta, que saben tendrán al final del rezo.

En la tercera morada, término del recorrido, la casa de Delfino Ledezma está preparada con piñatas, ponche con piquete para todos los gustos: ron, tequila, mezcal, coñac y jerez.

Pero, para calmar a los pequeños, primero hay que romper las piñatas. Sale el pokemon de moda, una mascota regordeta que esconde en la panza naranjas, jícamas, cacahuates, cañas de azúcar y dulces. Después de más de media hora, por la paliza recibida, la cabeza del animal se desprende del mecate, y por la desesperación de los pequeños inicia el jaloneo.

Sabrina, una niña de siete años, se lanza para alcanzar al animal de cartón, y tras ella corren sus hermanos, Juan, de 8 años, y Armando, de 6. "šLo tengo, es mío... Armando, ayúdame, que me lo quitan! šHáganse a un lado, ya lo ganamos nosotros!", dicen los niños. Pero, para que sea equitativo, Delfino interviene rompiendo la piñata y la fruta se esparce por todo el patio y así alcanzan todos.

Para los adultos está la tradicional estrella hecha de barro, con sus picos de cartón, pero en menos de 15 minutos se quebró, la fruta rodó y pocos fueron los que se lanzaron al piso para llenar sus bolsas, porque los invitados prefirieron calmar el frío con el ponche y su piquete para aguantar una noche larga.

Sin embargo, Ana Luisa García explica que la posada del 24 es la mejor: "esa es la grande y chupamos hasta que el cuerpo aguante, nos organizamos entre todos para ver qué nos toca, entre varios ponen el vino, otros las piñatas, pero la cena es en la casa de cada quien, ya después todos convivimos y conbebemos".