MARTES 26 DE DICIEMBRE DE 2000

Luis Hernandez Navarro

Guía para sobrevivir al sexenio

Esta pequeña guía es para usted. Sí, para usted, político desconcertado y hasta hace poco tiempo orgullosamente priísta. También para usted, partidario del voto útil que inexplicablemente quedó fuera del presupuesto. Igualmente es para usted, triunfador en el juego de serpientes y escaleras sexenales que desconoce los nuevos modos de los triunfadores. Consta de ocho recomendaciones clave que le garantizan el éxito, o, de perdida, conservar el pescuezo.

1) El 2 de julio no fue un mero cambio de gobierno. Ni siquiera se trató de una transición. Fue algo mucho más profundo, trascendente y elevado. Se trató de una verdadera revolución espiritual. Así es que, si usted quiere ser tan sólo un buen funcionario público, no tendrá posibilidades de triunfo. Bienaventurados los creyentes de esta nueva cruzada de la fe porque de ellos será el reino del erario público. El futuro pertenece a quien se comprometa en cuerpo y alma en esta empresa.

2) El objetivo de esta revolución espiritual es ser feliz. No hay lugar en las filas de las nuevas elites para consumidores públicos de Prozac. Los jefes no pueden andar "neuras" porque deben ser felices. La felicidad proviene de servir al prójimo que es, en última instancia, la forma de servir a Dios, y quien asiste al Señor no puede ser desdichado.

3) Olvídese de los viejos tratados de ciencia política. Al menos que piense regresar a la universidad a dar clases, deshágase de ellos. Véndalos en alguna librería de viejo o utilícelos como combustible para la hoguera, en la mejor tradición de Pepe Carvalho. Adquiera un buen manual de mercadotecnia y administración de empresas y memorice los términos clave. Ellos serán su password al círculo selecto de los elegidos. Olvídese de conceptos como justicia social, redistribución o planificación. Hable usted de calidad total, administración por objetivos, eficiencia y productividad. Aunque los verdaderos dueños del futuro controlan ya el mercado accionario de la administración pública, algún porvenir queda aún para los licenciados en Administración de Empresas.

4) Descubra el valor de la religión. Con una clase política caduca, envenenada de corrupción, pareciera no haber mejor receta que la de presentarse públicamente como un buen creyente. Mostrarse como un hombre temeroso de las sanciones divinas es, a falta de contrapesos cívicos reales, un magnífico remedio para inspirar confianza en los ciudadanos. Ostente el crucifijo y la Guadalupana. Prodigue bendiciones en sus discursos.

5) Sin embargo, no es suficiente profesar cualquier religión. Ni siquiera es bastante ser simple y llanamente, católico. Hay demasiados de ellos y muchos de ellos son sospechosos. Lo adecuado es acercarse a una prelatura especial o a una orden selecta como los Legionarios de Cristo o el Opus Dei. Lo mejor es, con la discreción que amerita el caso, ingresar en sus filas. El ascenso en las filas del gobierno federal pasa por los caminos de la fe.

6) La política de hoy se hace con encuestas y con medios. Gobernar es comunicar. Los sondeos de opinión indican qué se debe comunicar y qué no hay que decir. No importa la metodología con que se realicen los estudios. No es relevante si sus resultados son o no fidedignos. Ya lo serán. Quien tenga la fuerza para hacer valer sus conclusiones como las verdaderas ganará el mercado. La opinión pública hoy se construye con ideas impuestas con base en encuestas. Todo medio informativo que quiera ser serio debe realizarlas y difundirlas. Todo político que quiera tener éxito debe contratarlas y elaborar su estrategia desde sus conclusiones. Es la hora del rating.

7) En el corazón de la nueva política se encuentran las oficinas de comunicación social y de construcción de imagen. Como los artistas, los políticos se crean y forjan en los medios, sobre todo en los electrónicos. Los baños de pueblo son actuales: marcan la diferencia entre pasado y presente. Son fundamentales para diferenciarse de los antiguos funcionarios escondidos en sus oficinas. Sin embargo, la plaza pública es sólo el escenario para transmitir el mensaje; las multitudes son parte de la tramoya. No se trata, tan sólo, de que los ciudadanos hayan sido sustituidos por los clientes y los consumidores, sino, también por los televidentes y los radioescuchas. Todo político nacional de éxito debe escoger: con Gutiérrez Vivó o con Ferriz de Con, con López Dóriga o con Alatorre.

8) Pronto llegará la hora de los nuevos Espinosa Villarreal. Ante una economía mundial con un futuro incierto, el incumplimiento de las promesas de campaña será inevitable. ƑQué mejor recurso para apaciguar la voluntad de cambio de la plebe que enfrentar a algunos viejos gladiadores priístas a los leones de la lucha contra la corrupción? Así es que, si usted puede acomodarse hoy, hágalo. Más vale una mala chamba que un buen pleito con la Contraloría. Las fotos entrando a Almoloya no son la mejor vía para alcanzar sus quince minutos de celebridad.