John Ashcroft, próximo procurador estadunidense
Ultraconservador puro
Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Nueva York, 26 de diciembre Ť No bebe, no fuma y no baila, pero es promotor de la libertad de tener armas, de la ejecución oficial por parte del Estado y del "derecho" a la vida de los aún no nacidos. El recién designado procurador general del gobierno entrante de George W. Bush representa un triunfo del ala derecha del Partido Republicano, en Estados Unidos.
Cuando Bush nombró al senador saliente John Ashcroft como su candidato a máximo fiscal del país, el ala derecha republicana se declaró plenamente satisfecha después de expresar públicamente su desencanto con las primeras designaciones en el gabinete del próximo gobierno.
Señalando que figuras como Condoleezza Rice (designada directora del Consejo de Seguridad Nacional) y Colin Powell (próximo secretario de Estado), entre otros, representaban sólo al ala moderada del partido, líderes conservadores advirtieron que si no se seleccionaba a más representantes de sus filas, el próximo presidente podría enfrentar una división, y hasta ruptura, de algunas de las bases que ayudaron a obtener su triunfo.
Como respuesta, Bush anunció la selección de Ashcroft, quien goza de una calificación perfecta de la Coalición Cristiana, la National Rifle Association (organización poderosa de defensa del "derecho" de los ciudadanos de ser dueños de armas) y otras organizaciones conservadoras, y quien como senador y antes gobernador de Missouri encabezó muchas iniciativas conservadoras.
Ashcroft es hijo y nieto de ministros religiosos protestantes ultraconservadores y mantiene vínculos estrechos con la Coalición Cristiana.
Consciente de la controversia que despertaría por las posiciones conservadoras de su selección, Bush subrayó que Ashcroft "desempeñará sus tareas guiado por principios, no por la política".
Gran promotor de la pena de muerte, feroz activista contra el derecho al aborto, Ashcroft es ampliamente cuestionado por defensores de derechos civiles. Señalan que él fue clave en detener el intento de nombrar como juez federal al primer magistrado negro de la Suprema Corte de Missouri, Ronnie White, y aceptó un diploma honorario de la Universidad Bob Jones, institución de la derecha cristiana que hasta hace poco prohibía el matrimonio entre diferentes razas y cuyos oficiales han denunciado a la Iglesia católica.
Organizaciones de mujeres, de defensa de los derechos civiles de minorías, de diversas causas liberales, entre otras, se preparan para una campaña intensa contra la aprobación del nombramiento de Ashcroft como procurador general (lo cual es lo mismo que ser secretario del Departamento de Justicia).
Ralph Neas, presidente de la organización liberal People for the American Way, comentó al New York Times su repudio a Ashcroft: "Con la posible excepción de Jesse Helms, no creo que nadie en Estados Unidos tenga un récord más abismal sobre derechos y libertades civiles".
Ashcroft, como todos los nombramientos en el gabinete de Bush, tiene que ser aprobado por el Senado, pero son muy escasos los casos rechazados. A pesar de la campaña que se realizará contra su aprobación, es poco probable que este político no llegue a su puesto. Por ser senador, se espera que sus colegas en ese exclusivo club no rechacen a uno de los suyos, sin importar las dudas y preocupaciones de muchos de ellos.
Pero este nombramiento también revela la intensa pugna entre las corrientes del Partido Republicano y la delicada tarea del presidente electo, Bush, de establecer no sólo un gobierno que represente a diversas bases de su partido, sino hacerlo de una manera en que no resulte en un gabinete empantanado por diferencias de sus integrantes.
Esto es aún más complicado en un Ejecutivo ya debilitado por las consecuencias del proceso electoral y que deberá proceder sin gozar de un mandato popular claro, y hasta con una legitimidad ya de por sí cuestionada aun antes de estrenarse en el poder.
Por lo tanto, Bush nombró a la gobernadora de Nueva Jersey, Christine Whitman, considerada figura clave del ala moderada republicana, al puesto de administradora de la Agencia de Protección Ambiental, pero al mismo tiempo designó al conservador Mitchell Daniels, alto ejecutivo de la empresa farmacéutica Eli Lilly & Co y ex funcionario de la Casa Blanca de Ronald Reagan, director de la Oficina de Programación y Presupuesto.
No se sabe si los ciudadanos de Missouri intentaron enviar un mensaje al resto del país sobre Ashcroft. Lo cierto es que éste es uno de los pocos candidatos en la historia que podrían presumir de que perdieron una elección frente a un difunto.
El ahora procurador designado perdió su relección al Senado en los comicios del 7 de noviembre ante Mel Carnahan, gobernador de Missouri y candidato demócrata al Senado, quien murió en un avionazo pocas semanas antes de la elección (la viuda ocupará el escaño en su lugar).