Un intenso intercambio de insultos con sus colaboradores sirve a Gabriel Mendoza Jiménez, titular de la recientemente creada Dirección General de Control Metropolitano --o de "contención ciudadana", como la llamó ayer el secretario de Seguridad Pública, Leonel Godoy-- como ejercicio preparatorio para enfrentar, sin enojarse, cualquier tipo de manifestación e impedir que se bloqueen vialidades.
Desde la administración capitalina pasada, cuando fungió como director general de Participación Ciudadana y Gestión Social, el funcionario creó lo que llama el Instituto Gabriel Mendoza Antiprovocación y que según sus propias palabras funciona de la siguiente manera:
"Todos nos metemos en una camioneta y nos vamos diciendo hasta de lo que nos vamos a morir mientras vamos a trabajar. No tienes derecho ni a enojarte, ni a reaccionar mal ni a encabronarte y te puedes dar el lujo de decir la cosa más asquerosa, más denigrante, lo peor que le puedas decir a otro compañero. Tiene un doble propósito: liberar muchas cosas y aprender a que aunque te caiga una bomba o un piano junto a ti no puedes reaccionar, es que... ¡es nuestra chamba!".
Vestido de negro de cabeza a los pies, Mendoza Jiménez se entremezcló ayer en el contingente de policías auxiliares concentrados en Polanco y entre los mandos de la policía metropolitana para evitar que los primeros marcharan hacia la SSP.
"Empecé a vestirme de negro para que me reconocieran los granaderos porque hubo un par de ocasiones en que iba de paisano y entonces me tocaron los empujones. Después me di cuenta que me funcionaba mucho, no tanto en términos de temor, pero si eres el que se encarga de dar el toque final a un asunto, entonces es conveniente que te ubiquen. La idea es: "si no te arreglas conmigo, no te vas a poder arreglar". Ya sabían que cuando llegaba yo era el último recurso. A veces me enfrento a gente que sólo busca provocar, "te escupen y se cagan en tu madre".