JUEVES 28 DE DICIEMBRE DE 2000

Ť Tito Puente, parte de la guerrilla celestial II Ť

Luis Angel Silva Melón

Hablábamos ayer sobre como Lobo y Melón se habían internacionalizado y como estando en Los Angeles conoceríamos a Tito Puente, que esa noche tocaría en Pomona, una ciudad cercana.

Chico Sesma nos llevó a conocer El Nayarit, un restaurant mexicano ubicado en Sunset Boulevard. Después de comer ahí, enfilamos a Pomona con los Solorio.

Al llegar a Rainbow, donde Tito Puente tocaría, mi ánimo se fue a los talones al ver la concurrencia bailar al compás de una orquesta chicana especialista en polkas, haciendo una fila a lo ancho de la pista, "tres pa' lante, dos pa'tras" hasta el fin de la tanda. Antes de que la orquesta alternante de Tito terminara, los Solorio nos llevaron al camerino para presentarnos al Rey del Timbal y su orquesta, donde cantaba Santos Colón.

Fui el último en entrar al camerino y cuando Tito se dirigió a mí, en vez del consabido mucho gusto, me dijo, šmuchas gracias! Al preguntarle el por qué de su agradecimiento, me respondió: "por haber grabado Qué será mi china". Agregó que era la mejor versión que había escuchado, cosa que nos sorprendió agradablemente.

Subieron al escenario y nos dijo, "voy a tocar un número en honor a ustedes. Se llama T.P. on Strip. Tomé su estilo para escribirlo". Aquellos bailadores de "tres y dos" nos dieron otra sorpresa puesto que bailaban al compás de la orquesta de Tito Puente, de manera extraordinaria. Después del set nos fuimos a la barra, Santos Colón, el trompetista Puchi Boulong, Manolo y un servidor, donde ya se encontraban Gallina y Gil López, tremendo pianista, Chencho Paredes, Bobby Rodríguez, notable bajista, mientras Tito Puente, Cucarachito y Lobo conversaban en una mesa, en compañía de los Solorio.

En buenas manos

Al terminar el baile fuimos a despedirnos, pues los Solorio querían regresar de inmediato, a lo que Tito les dijo: "no se preocupen. Si quieren regresar, pueden hacerlo pero los muchachos se quedan conmigo. Vamos a ir a una descarga al Pancho's Flamingo, más tarde los invitaré a desayunar y los llevaré al hotel". Quedan en buenas ma tito-puente-jpg nos, nos dijeron los Solorio.

En el Pancho's Flamingo se formó una descarga de pronóstico donde Mike Gutiérrez, timbalero del grupo de Bobby Montes, mostró su calidad entablando un duelo con Tito en verdad memorable. Siguió el desayuno donde Tito nos puso al tanto de los estilos de cocinar huevos scrambled (revueltos), over easy y up (dos tipos distintos de huevos estrellados). Luego, nos llevó al hotel y al despedirse nos recomendó "descansen, que la cosa mañana se va a poner dura".

šViva México!

Antes de llegar al estacionamiento del Hollywood Palladium, me parecía estar soñando. Las filas para comprar boletos en las dos taquillas le daban vuelta a la manzana. En la marquesina estaba el nombre del grupo al lado de esos dos monstruos, y arriba de Eddie Cano que abrió ese baile inolvidable que era nuestra primera salida a otro país. Entramos por el estacionamiento directamente a los camerinos donde Chico Sesma nos proporcionó el orden y horario que nos correspondía. Amablemente nos pidió que si Machito y su orquesta no llegaban a tiempo de Oakland, ocupáramos su lugar a lo cual accedimos con gusto.

Más que nerviosos, estábamos ansiosos por tocar. Al terminar Eddie Cano y su grupo apenas si hubo tiempo de saludarnos, pues tenían que tocar en su lugar de base, el famoso P.G.'s de Hollywood. Nos acomodamos en la tarima tapados por una cortina que lentamente se fue recorriendo al empezar nuestra actuación. El espectáculo fue indescriptible. El lugar estaba lleno más allá de su capacidad; los dos pisos repletos y la pista también, de modo que el público no podía bailar. La raza aullaba; nuestros paisanos nos brindaban un apoyo incondicional y gritaban "šViva México!".

A la mitad de nuestro primer turno Machito había llegado y para nuestro asombro las dos orquestas ocupaban las entradas del escenario dando muestras de cariño y admiración. Eso era para Ripley. Máxime que hubo dos encores. Algo inolvidable que todavía después de tanto tiempo no termino de digerir dada la admiración que siento por esos dos gigantes de la música. Aun habiendo escuchado a la orquesta de Tito la noche anterior, lo que escuché al terminar nuestro primer turno me sacó las lágrimas. Era como estar en el cielo. Tras años de espera, por fin el Rey del Timbal y la voz de Santos Colón me ponían a gozar. Jícamo y saoco de la mayor calidad con clase y finura.

Allá va el personal: Gil López, Bobby Rodríguez, Papy, Chucky en la sección de percusiones, Jimmy Frisaura y Puchi Boulong, junto a los otros extraordinarios trompetistas de los cuales desafortunadamente no recuerdo sus nombres, así como la sección de cañas que parecían uno solo de tan acoplados que estaban. Y Tito, mi admirado don Ernesto, con una categoría fuera de serie, conduciendo esa maravillosa orquesta que ejecutaba los números de Dance Mania, disco que hizo época y ya formaba parte de mi colección. La actuación llegó a lo sublime. La hora del romance hizo su aparición al cantar Santitos, Estoy siempre junto a ti, bolero de Pepé (sic) Delgado, con la intervención de Mr. Bridge en el vibráfono, para no olvidarlo jamás.