Espejo en Estados Unidos
México, D.F.jueves 28 de diciembre de 2000 
Búsquedas en La Jornada
 
Números Anteriores
Primera Plana
Contraportada
Editorial
Opinión
Correo Ilustrado
Política
Economía
Cultura
Espectáculos
Sociedad y Justicia
Estados
Capital
Mundo
Deportes
Lunes en la Ciencia
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada de Oriente
Correo electrónico
 
Editorial
 
LA MUERTE DE FERRONALES 

SOL Después de una larga agonía, Ferrocarriles Nacionales de México murió ayer por decreto aprobado de manera unánime en el Senado. La historia del servicio ferroviario nacional, cuya red primaria de tránsito fue montada en el porfiriato, destaca por un marcado desinterés de los gobiernos por ofrecer un servicio de transporte público eficiente, independientemente de los esfuerzos por reactivarlo con inversión privada o los insuficientes subsidios. 

El apogeo de la industria automovilística llevó a los diferentes gobiernos a menospreciar el transporte por tren, siendo la alternativa de inversión pública la construcción de carreteras. De tal suerte, con el paso de los años, Ferronales, invadido por la corrupción y los malos manejos, se fue hundiendo en la ineficiencia y el olvido. 

Hasta en los países más industrializados, está comprobado que el tren de pasajeros no es negocio, sobre todo si se le compara con otros medios de transporte mucho más veloces. Aun así, los subsidios por parte de los gobiernos de estos países mantienen este servicio como un bien público de primer nivel. 

En contraparte, y aun con la privatización del sistema, en nuestro país nunca se dio cumplimiento a la promesa del gobierno de ofrecer un servicio de pasajeros para beneficio de las comunidades aisladas que no disponen de otro medio de transporte. En realidad, el servicio ferroviario nacional fue abandonado, en toda la extensión de la palabra. 

La extinción de Ferronales ilustra la incapacidad gubernamental de establecer una infraestructura básica tanto ferroviaria como de carreteras. Destapa la falta de compromiso con los millones de mexicanos que encontraban en el tren su única posibilidad de transporte. 

El fracaso de un proyecto que bien pudo haber sido exitoso, y que resistió el menosprecio del gobierno durante décadas, es un reflejo más de la irresponsabilidad del Estado mexicano en materia social, de la incongruencia entre lo dicho y lo hecho. El dictamen por el que se extinguió definitivamente la paraestatal cerró la página de una de las historias más decepcionantes y malogradas en el México posrevolucionario.

 

 

La Jornada, Coordinación de Sistemas Francisco Petrarca 118, Col. Chapultepec Morales, delegación Miguel Hidalgo México D.F. C.P. 11570 Teléfono (525) 262-43-00, FAX (525) 262-43-56 y 262-43-54