VIERNES 29 DE DICIEMBRE DE 2000
Jaime Martínez Veloz
Va por nuestros abuelos
La unificación de criterios parlamentarios del PRI-PRD, como lo es su posición en beneficio de los jubilados y pensionados de México, al reformar el artículo 131 de la Ley del Seguro Social, es un signo de optimismo para vislumbrar los debates que vienen.
En su condición actual, el artículo 131 mantiene sujeto el monto a las pensiones al salario mínimo, ocasionando que la situación de los jubilados haya alcanzado límites dramáticos, pues la canasta básica en seis años se incrementó en mil 574 por ciento, mientras que el salario mínimo apenas lo hizo en 367 por ciento.
Las reformas en discusión proponen que se actualicen las pensiones en febrero de cada año conforme al índice nacional de precios al consumidor, y que la pensión por viudez sea igual a la que hubiera correspondido al asegurado en caso de invalidez, vejez o cesantía.
La partida especial de 8 mil millones de pesos en el presupuesto de 2001, alcanzaría para elevar a 1.3 salarios mínimos las pensiones y el pago de 100 por ciento a las viudas de jubilados, además de beneficiar a los ex trabajadores del ISSSTE, IMSS y Ferrocarriles.
Sin embargo, la fracción del PAN en el Senado de la República, donde se debaten dichas reformas -mientras afuera se mantienen en plantón integrantes del Movimiento Unificador de Jubilados y Pensionados-, argumenta que "lesionarían muy gravemente no sólo las finanzas del gobierno, sino del IMSS".
La lógica foxista continúa la línea de empobrecimiento que mantiene la economía mexicana desde hace varios sexenios, donde el control de la inflación se realiza a costa del desempleo y los bajos salarios, a los que están sujetas las pensiones.
Esta política económica afecta a 70 por ciento de la población, donde 20 por ciento vive en la pobreza (con ingresos entre tres y cinco salarios mínimos por persona), y 50 por ciento, en la pobreza extrema (con menos de un salario mínimo por persona).
El PRI-PRD, al oponerse en este frente parlamentario contra la lógica del empobrecimiento poblacional como política económica, establecen una coincidencia que será la clave de nuestra Legislatura y que podrá llevarnos a grandes avances, para fundar un ciclo de etapas progresivas que definan a nuestra nación como un polo latinoamericano con posiciones en contra de los modelos que impone 20 por ciento de la población mundial al otro 80 por ciento, donde quedamos nosotros.
ƑQuiénes son esos aguerridos abuelos que han logrado sentar a senadores y diputados a discutir su asunto? Casi todos nacieron antes de 1940, son los pioneros de una disciplina industrial y de servicios que cimentaron el México de las instituciones y las empresas fuertes. Ellos son apenas 2 millones 50 mil personas de los 6 millones que rebasan los 60 años de edad en nuestro país. Los otros, casi 4 millones de ancianos, no alcanzaron la escolaridad ni la oportunidad para formar parte de este ejército que con sus cuotas y trabajo participó en la fundación de las instituciones de seguridad social, el IMSS y el ISSSTE.
Estos mayores no están inactivos: casi una cuarta parte son jefes de familia y más de millón y medio trabajan (por su cuenta 48 por ciento, como empleados u obreros, 27 por ciento, y como jornaleros y peones, 14 por ciento).
El gobierno debe dar respuesta a las justas demandas de los jubilados y prepararse para apoyar a los que no son sujetos del sistema de seguridad social, que son los más. Y deberá ser pronto, pues atrás vienen 5 millones con edades de 50 a 59 años; 8 millones de 40 a 49 y 12 millones de 30 a 39 años; hombres y mujeres en la plenitud de sus capacidades productivas, pero la mayoría al margen de las oportunidades y la seguridad del empleo formal.
Los países industriales han aportado a los jubilados abundancia, tiempo libre, longevidad y salud para poder disfrutar de ella; pero también desempleo, exclusión, drogas y violencia. Ante estos factores negativos los Estados deben aceptar que los remedios estriban en el conjunto de las capacidades de la propia sociedad, y en la ampliación de las vías de participación, como la creación de equipos de asesores formados por personas mayores para influir con su experiencia y sus valores en las decisiones que afectan a la sociedad.
El ingreso y el bienestar básico de los jubilados son esenciales para su participación en la vida social, constructiva y creativa. En Estados Unidos hay más de 15 millones de ancianos apoyando proyectos para mejorar a personas y sus comunidades. La mayoría de los voluntarios trabajan cuatro horas diarias en más de 20 mil organizaciones estructuradas territorialmente, y que ayudan a mantener fuera de los asilos y en sus propios hogares y comunidades a 7 millones de ancianos.
Es un buen ejemplo del beneficio social que ha logrado la Administración Americana para la Vejez (OAA) al considerar a los mayores como un valioso recurso social y no como una carga. Desde luego que influye el perfil poblacional en la escala de ingresos y bienestar, que en este caso es opuesto a los agremiados mexicanos en el Movimiento Unificador Nacional de Jubilados, Pensionados y Adultos Mayores (MUNJPAM) y en la Federación Nacional de Asociaciones de Jubilados y Pensionados de México.
Representar los intereses de las comunidades vulnerables y vulneradas, como son los pensionados, en el Congreso de la Unión, significa un gran signo de las alianzas que podrán definirse en el nuevo tiempo mexicano.