VIERNES 29 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť Un estudio de la OIT advierte sobre preceptos legales discriminatorios
Mujeres, en peores condiciones laborales que hombres
Fabiola Martínez Ť Alrededor de 47 por ciento de las mujeres empleadas en centros urbanos (de más de 100 mil habitantes) se ubica en el sector informal; representa una proporción muy superior a la de los hombres, que hasta 1998 -últimas cifras disponibles en este rubro- estaba en casi 38 por ciento, reveló la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
El organismo internacional señala que el porcentaje de mujeres que trabajan en ocupaciones precarias y en los puestos de más baja remuneración, o sin pago, "es sustancialmente mayor a la proporción" de los varones.
En la investigación Los principales desafíos que enfrenta el mercado de trabajo en México en los inicios del siglo XXI, la OIT precisa que en la problemática laboral del género femenino sobresale la proporción de mujeres sin pago (13.7 por ciento), equivalente a casi el triple de los hombres en la misma situación.
Las asalariadas en negocios que carecen de un local específico casi duplica al número de hombres en esa condición.
En términos generales, se consideran empleados informales en zonas urbanas a aquellos que realizan actividades en la vía pública, ya sea como vendedores ambulantes, en puestos fijos o semifijos, o comerciantes en pequeño, así como propietarios de pequeños puestos de preparación de alimentos, entre otras actividades.
La Organización Internacional del Trabajo insiste en su recomendación para disminuir el creciente sector informal de la economía, que representa "un excedente acumulado de mano de obra poco calificada y de bajos ingresos en su gran mayoría", ante lo cual es necesario desarrollar un "esfuerzo particular dentro de la política económica y social" de México.
En el capítulo dedicado a los grupos vulnerables o en desventaja se destaca que uno de los fenómenos más pronunciados dentro del mercado de trabajo, durante la última década del siglo XX en México, ha sido la participación creciente de la mujer, una de las más altas en América Latina; sin embargo, este fenómeno no ha estado exento de problemas.
Es decir, el crecimiento de la tasa de participación femenina "no ha estado acompañado de una mejoría en la calidad o en la igualdad de acceso al trabajo".
En 1970, de cada cien mujeres en edad de trabajar, sólo 17 realizaban actividades económicas, y en 1998, 37 de cada centena se encontraban en el mercado de trabajo. No obstante, para todos los grupos de edad las tasas de desempleo femenino son más elevadas que las correspondientes al género masculino.
Las mujeres que trabajan se enfrentan a obstáculos de todo tipo: desde la obtención de un crédito para desarrollar un proyecto productivo o empresa, hasta el cúmulo de horas dedicadas a las responsabilidades familiares, además del trabajo fuera de la casa.
La OIT advierte que la Ley Federal del Trabajo aún contiene preceptos que inciden en discriminación a la mujer, particularmente en la seguridad social. Además, señala, el género femenino se enfrenta todavía a una marcada segregación que se evidencia en un número limitado de ocupaciones tradicionalmente consideradas propias de su género.
En la actividad "extradoméstica" de las mujeres sobresalen los sectores de comercio y servicios, es decir, fundamentalmente, ocupaciones de vendedoras, dependientes y oficinistas.
"Las profesiones con un acentuado estereotipo femenino son dos: trabajadoras domésticas y maestras."
En resumen, dice la OIT, parte de los problemas de las mujeres mexicanas deriva del traslado de su papel tradicional en el hogar con las nuevas funciones que ha asumido en la actividad económica.
Otra parte se asocia a actitudes, prácticas e incluso disposiciones normativas que generan "un ambiente de desventaja para su desarrollo laboral, dentro de un contexto diseñado básicamente en función del papel tradicional del hombre en el contexto familiar, social y laboral".