¿LA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez Ť Sólo si está harto o medio harto del llamado espíritu navideño y fiestas de fin de año, lo que incluye no sólo excesos de comida y bebida, sino también compras a lo idiota, infames reuniones con parientes siniestros, buenos deseos, malas intenciones, compromisos forzosos, brindis, y frenesí por decreto, el próximo lunes, primer día de enero, del año, del siglo y del milenio, acuda a la Plaza México.
Por primera vez en lo que va de otra desafortunada temporada grande a cargo de la empresa que regentea el descomunal coso, ésta tiene a bien ofrecer un cartel verdaderamente interesante, en el sentido de que la combinación de toros y toreros, a diferencia de los festejos anteriores, es garantía de emociones ?no diversión, por favor? intensas y variadas.
¿A qué obedece esta inusual recomendación a asistir al coso en fecha tan poco solar y menos taurina? A que el cartel lo integran cuatro diestros a cual más de excepcionales, ya por su personalidad, su valor, sus records o su... ¡sexo!
En efecto. Por extrañas razones la anquilosada empresa se olvidó de figurines nacionales e importados, es decir, de diestros que figuran, que han alcanzado cierta notoriedad pero que no apasionan ni menos llegan a figurones llenaplazas, y se acordó no sólo de toreros modestos, sino de toreros modestos con capacidades notables.
Encabeza la cuarteta el tlaxcalteca Rodolfo Rodríguez El Pana, boicoteado, satanizado y relegado desde los tiempos de Manolo Martínez y su siniestra dictadura, pues durante dos décadas el pastel se lo repartieron los empresarios y la trinca infernal: Martínez, Cavazos y Rivera, haciendo a un lado a quien pudiera amenazarlos en el ruedo y frente al toro.
Pasó el tiempo y al Pana ?apócope de panadero, su antiguo oficio? los años se le vinieron encima, pero con éstos su imaginación se refinó y sus suertes se multiplicaron. No, no es un torero pegapases, sino individuo de creaciones y de una estética perturbadora delante de las astas. Quizá lo haga llorar o le provoque indignación, pero no lo dejará indiferente.
El segundo espada es el poblano Angel García El Chaval, poseedor de un extraño valor antiguo y de una convicción sólida para ponerse ahí, donde las manos del espectador empiezan a sudar y la faena tiene que ser disfrutada?padecida en el filo del asiento. El muchacho no tiene toro aborrecido, por lo que con poco que le embista uno, veremos torear en serio, no posturitas.
El tercero en el cartel se llama Guillermo González, mejor conocido como El Chilolo, y a pesar de tamaño apodo es el torero mexicano que hace varios años encabeza el escalafón, el que más torea y más orejas y rabos corta, si bien en plazas modestas y haciendo él empresa, lo cual no es poco mérito.
El cuarto diestro, que sí lo es aunque en realidad no lo es porque se trata de una diestra, es la malagueña Mari Paz Vega, la mejor torera que ha habido en la historia de la tauromaquia, incluida Cristina Sánchez. ¿Por qué? Porque su magnífico desempeño delante de los toros hace olvidar su género y rememora que el arte de la lidia exige cabeza, vocación y entrega, antes que otra cosa.
Los toros serán de La Misión (6) y de Carranco (2).
El próximo lunes, usted decide si se emociona o sigue de navideño.