SABADO 30 DE DICIEMBRE DE 2000

José Luis Manzo

ƑFeliz 2001?

ƑExisten bases para pensar que 2001 será mejor que 2000? Son esperanzadores los primeros pasos dados por Vicente Fox para alcanzar finalmente la paz en Chiapas. Pero en materia económica existen muchos elementos para la desesperanza.

Aunque existiera una firme voluntad gubernamental por cambiar las cosas a fondo, que no la hay, las graves deficiencias estructurales de la economía mexicana no se pueden superar de la noche a la mañana. Además, los mexicanos pobres, que son la inmensa mayoría, no pueden esperar muchos beneficios de la política económica anunciada para 2001. Más bien se debe esperar muy poco, casi nada, pues el programa económico de Fox es el mismo que aplicó Ernesto Zedillo y que convirtió al país en una fábrica de millones de pobres en beneficio de unos cuantos millonarios en dólares.

La política de ingresos sigue siendo la misma. Aunque ha sido rechazada hasta ahora, Fox insistirá en su propuesta inicial de cobrar más impuestos a los pobres y desempleados para no tocar a unos cuantos que ya han acumulado enormes riquezas o que cada año obtienen elevados ingresos. Prefiere aumentar los impuestos a medicinas y alimentos, en lugar de evitar, por ejemplo, que las grandes corporaciones agroindustriales y comercializadoras de productos agropecuarios tuerzan la ley para pagar menos impuestos, o abocarse a establecer la tan cacareada reforma fiscal integral para contar con un sistema impositivo de Primer Mundo, en el cual se graven los ingresos derivados de operaciones especulativas y los ricos paguen impuestos proporcionales y equitativos sobre todas las formas de riqueza. En México, los impuestos que gravan la propiedad inmobiliaria (predial), los vehículos (tenencia) o la herencia son una vacilada, pues existen muchas formas en las cuales pueden ser burlados, ante una Secretaría de Hacienda que se ha mantenido pasmada.

En materia de gasto público, las cosas apuntan por el mismo camino. Gran parte de los escasos ingresos públicos se destinarán al gasto corriente del gobierno y a pagar los intereses de las deudas externa e interna, sobre todo la asociada al Fobaproa. Fox no contará con recursos para poner en práctica sus programas de apoyo a la micro y la pequeña empresas, que son las que generan la mayor parte de los empleos. ƑO será que las maquiladoras y el reducido número de grandes corporaciones que concentran 96 por ciento de las exportaciones industriales estarán dispuestas, ahora sí, a subir a las micro y pequeñas empresas al carro exportador? ƑO será que los changarros que ya existen y los que se establezcan al impulso de los microcréditos de mil pesos podrán competir exitosamente con mercancías importadas -muchas veces ilegalmente- de mayor calidad y menor precio? ƑPodrán mejorar su competitividad estas empresas cuando pagan tasas de interés diez veces superiores a las que pagan sus competidores en los países desarrollados? Todo apunta a que no.

Por ello, lo más seguro es que quien buscó y no encontró empleo en 2000, no lo encontrará en 2001; su trabajo seguirá siendo buscar trabajo. Para que nos vaya mejor con Fox que con Zedillo, dependerá menos de lo que haga Fox y más de lo que hagamos nosotros. Por lo que ya le hemos visto a Fox, la posibilidad de concretar el cambio radica en nosotros, no en él. Avances existen, pero todavía no contamos con mecanismos institucionales y sociales eficaces que nos permitan frenar el presidencialismo ya exhibido por Fox. Debemos avanzar en la construcción de ellos y exigir que la discusión y la solución de los grandes temas nacionales se realice no sólo en el Congreso, sino en otros espacios que deben construirse para contar con la activa participación de la sociedad. Esa es nuestra posibilidad como país; ahí radica la esperanza de una vida mejor para los desheredados de estas tierras. Por esa posibilidad, por esa esperanza, deseo que a todos nos vaya mejor en 2001.

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