SABADO 30 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť Tesis de Margarita Tortajada incluida en su investigación más reciente
La Revolución, clave para la danza mexicana
Miryam Audiffred Ť Para la investigadora Margarita Tortajada Quiroz no hay duda de que la Revolución fue clave en la conformación de la danza mexicana. Por eso se entregó varios años a la tarea de recopilar información en torno de uno de los periodos ''más desatendidos" a fin de escribir La danza escénica de la Revolución mexicana, nacionalista y vigorosa, libro publicado en días recientes por el Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana (INEHRM).
Autora de Danza y poder -obra que retoma la interrelación entre el gobierno y el campo cultural-, Tortajada Quiroz asegura que fue gracias al nacionalismo surgido de la revolución ''que se colocaron los cimientos del campo versátil, creativo, profesional y vital que ahora se desarrolla en el país".
Pero el nacionalismo surgido de ese movimiento -aclara- fue impulsado por el Estado y devino ideología dominante para ser retomado por artistas e intelectuales que recorrieron el país, llevaron sus ideas a las escuelas y consolidaron la identidad cultural nacional.
''La Revolución mexicana trajo consigo transformaciones sustanciales: una de ellas fue el hondo cuestionamiento de la propia nación, sus símbolos, mitos, redes imaginarias de unidad, identidad, arte y cultura. Esto significó un fuerte impulso a las artes escénicas las cuales alcanzaron un gran valor estético al expresar y recrear la realidad, así como las ideas y sentimientos populares", asevera.
Resdecubrir ''el México enterrado''
Fue en ese periodo, sostiene Margarita Tortajada, en el que los bailarines y coreógrafos descubrieron nuevos caminos para la creación. "Se comprometieron con el naciente y febril nacionalismo que buscaba esencias culturales y se lanzaron al redescubrimiento del México enterrado, el original y auténtico".
Así, su libro muestra a lo largo de 62 páginas cómo fue que los artistas escénicos (mujeres y hombres) recuperaron costumbres, leyendas, temas indígenas e ideologías populares para crear sus obras. Los asuntos centrales eran la revolución armada y la transformación social y con base en ellos elaboraron sus propuestas apelando a la tradición y la modernidad, añade la especialista.
Ganadora del Premio Salvador Azuela con esta obra, Tortajada Quiroz deja en claro que la danza cumplió, entonces, con una función política al participar en el proceso de cohesión nacional. ''México bailó al conectar los cuerpos individuales con el cuerpo colectivo -dramatizando su relación- y simultáneamente se valió del Estado para conformarse y consolidarse como un campo artístico autónomo y una profesión respetable", concluye.
Sin duda, La danza escénica... ayuda a valorar lo que se ha conseguido en esa materia. Y de acuerdo con la crítica Rosario Manzanos, se trata de un libro que ''transforma" la visión de los espectáculos en México.
A su vez, la investigadora Lucina Jiménez, lo considera un ''importante registro", pues contribuye a dotar de perspectiva histórica a la danza mexicana.